La acera con carril bici hasta la T-11, principal demanda de la Urbanització Blancafort de Reus

Los vecinos también piden la llegada del bus urbano y un 'pipican' en alguno de los solares vacíos

19 mayo 2017 15:58 | Actualizado a 21 mayo 2017 14:16
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Hace cerca de 16 años, la Urbanització Blancafort alzó sus primeros cimientos con viviendas de ensueño. Su variedad de estilos como el mediterráneo, clásico y contemporáneo la hacen original y característica. La zona además ha destacado siempre por su convivencia tranquila y por contar con un extenso espacio para poder edificar.

A pesar de todo, y desde su creación, los vecinos también han tenido que batallar por su visibilidad en la capital del Baix Camp y, por descontado, por una mejora en la comunicación de la red de infraestructuras que hagan de nexo con el centro de la ciudad. Ya sea mediante autobuses o una acera. Este último asunto, que aún sigue dando quebraderos de cabeza, provocó que a principios de febrero los vecinos de Blancafort salieran a la calle cortando la carretera TV-3141 a su paso entre la rotonda de laT-11 y el acceso a la urbanización, para protestar por la paralización del proyecto de realización de una acera –con su respectivo carril para bicicletas– , como la que ya se encuentra entre el Santuari de Misericòrdia y la unión con la T-11.

«Este problema trasciende a los demás, porque se trata de una necesidad para todos nosotros. Aún no sabemos cuánto se tardará. Cuando muchos de nosotros vinimos aquí, éramos conscientes de que el vehículo de transporte sería imprescindible, pero necesitamos alguna facilidad», explica el presidente de la Associació de Veïns de Blancafort, Bartolomé Pluma, quien no descarta el transporte público como alternativa futura.

Otro de los deseos de la vecindad es darle uso a a la cantidad de solares sin edificar que todavía hay. «Hay unos cuantos espacios de titularidad municipal destinados a equipamientos. En algunos se colocaran columpios para hacer gimnasia. El año pasado, algunos de estos ya se empezaron a acondicionar. Hay bastantes y posiblemente un ‘pipican’ tampoco nos vendría nada mal. La mayoría de residentes que viven aquí suelen tener mascotas», señala Pluma. Según el portavoz vecinal, la zona se empezó a edificar con una serie de carencias. Son un ejemplo las aceras estrechas.

Aparcamiento asegurado

«Una persona con silla de ruedas no podría pasar por aquí. De las cerca de ocho calles de la urbanización, sólo dos gozan de aceras anchas. Es el caso de las calles Anglaterra Lituania, ambas de doble sentido. Esto está desde el inicio y es muy difícil de solucionar», valora. La zona residencial también cuenta con zona aparcamiento asegurado, pues no hay tráfico.

«Hace ocho años creó mucha polémica la imposición de la tasa de vado, el uso restringido de la vía pública para la entrada y salida de vehículos de los edificios, que aquí es inútil. Fue una iniciativa en la que los vecinos nos alzamos», recuerda. Y es que con el tiempo, muchos asuntos también se han ido solucionando. Es un ejemplo el tema de la iluminación, que ha mejorado progresivamente en el parque central, donde tiempo después se acabaron colocando unos bancos para poder sentarse y papeleras.

Según el vecino, la media de edad está en los 40 años y la gente se suele implicar bastante. «Aun así, es extraño ver gente por la calle. No hay comercios, muchos trabajan y los niños están en el colegio», dice Pluma.

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