La ‘cara A’ y la ‘cara B’ de los mercados

La mirada ganxeta. Mientras que el Mercat Central entra de lleno en la era ‘on line’, el Carrilet cerrará puertas el año que viene

12 octubre 2020 08:04 | Actualizado a 08 noviembre 2020 10:08
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El lunes participé en una cata de avellanas en la Llotja de Reus. Invitado por la Cambra de Comerç, pude probar la avellana negreta de esta temporada con el fin de intentar evaluar su calidad. Para un neófito en el ámbito de las catas como yo diré que la experiencia fue altamente positiva. Aun así, el acto pensado para inaugurar la jornada Temps d’Avellana me generó una sensación un poco agridulce. Me explicaré. 

Una vez más pude constatar el excelente producto que es la avellana de Reus, aunque me generó cierta intranquilidad el mensaje que se repitió durante la presentación. La avellana no es esquiva a lo que ocurre con la payesía y también padece los estragos del progresivo abandono del campo. De hecho, ha pasado de tener 30.000 hectáreas en el Camp de Tarragona a solo 13.500. Un descenso que evidencia los problemas actuales y que supone uno de los principales retos futuros para disfrutar de los productos de proximidad. 

De forma parecida también ocurre con la alimentación local como protagonista. Me refiero al modelo implantado para los mercados municipales y el contraste que se vive entre ellos impulsado por los profundos cambios en los hábitos de consumo y los modelos comerciales. Agravados, todavía más ahora, con la crisis del coronavirus. 

La evolución del Mercat Central contrasta con el proceso de desertización comercial del Carrilet 

La cara A de la situación la escenifica el Mercat Central, la gran apuesta del Ayuntamiento con su definitiva entrada al mundo on line. Un total de 15 paradas ofrecen sus productos a través de la plataforma Ulabox y tras superar un periodo de prueba que sus responsables han calificado esta semana de «positiva». Según explicaban, este plazo ha finalizado con unos 50.000€ de facturación logrados a través de más de 500 pedidos. 

Los mercados, como la avellana y tantos otros sectores relacionados con el comercio o la alimentación, viven los momentos más trascendentales de las últimas décadas. Es por ello que la implantación de un modelo e-commerce y de cocina en directo eran necesarias para que el Mercat Central diera un gran salto adelante.

Por contra, en la cara B está la situación que atraviesan los paradistas del Mercat del Carrilet. Tal y como recogía el Diari, los responsables de las paradas se niegan a trasladarse a ningún otro lugar y siguen denunciando el cierre del mercado que el consistorio ejecutará en junio del año que viene. Consideran que el servicio de proximidad que ofrecen a los vecinos de la zona desaparecerá y que no existen alternativas a su modelo.

La situación es complicada. En su día, desde el Ayuntamiento ya se anunció que las pérdidas que generaba la explotación del Carrilet y la voluntad de centralizar toda la política en un solo espacio lo hacían inviable. Además, parece evidente que las previsiones de crecimiento urbanístico para toda esa área han quedado frenadas. Como tampoco se puede esconder la desertización comercial tanto del propio mercado como de las tiendas más cercanas fruto de una realidad social y económica en el barrio que difícilmente cambiará. Por ello, resultará determinante la transformación que el consistorio plantee para los próximos años.
 

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