La crisis del hospital, el mayor reto del último año de mandato de Carles Pellicer

El gobierno encara el nuevo curso en busca de una salida a la crisis del Sant Joan, un pacto para aprobar los presupuestos de 2019 y la finalización de los grandes proyectos

02 septiembre 2018 12:45 | Actualizado a 02 septiembre 2018 12:54
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Empieza el nuevo curso político con la mirada fijada en el próximo mes de mayo, cuando se celebraran las elecciones municipales que dibujaran el nuevo pleno en el Mercadal. Carles Pellicer afronta el último año de su segundo mandato con un panorama complicado, donde requerirá de alianzas en un consistorio fragmentado y donde el reloj corre en contra de algunas de las principales cuestiones de la ciudad.

La cuenta atrás para firmar el nuevo consorcio del Hospital
El principal problema con el que cuenta la ciudad en estos momentos es el futuro del Hospital Sant Joan. Después de tres años en números rojos, el Ayuntamiento no puede absorber un nuevo ejercicio con déficit en las cuentas del equipamiento. 
La solución, prevista desde la primavera de 2017, es la creación de un consorcio con la Generalitat, que pasaría a ser el máximo accionista del hospital y que asumiría el presumible déficit que pudiera generarse en los próximos años. 
Una solución para un problema estructural que la situación política a nivel nacional ha retrasado de forma preocupante. A cuatro meses para cerrar 2018, las negociaciones entre el CATSalut, la Conselleria de Salut, el Govern de la Generalitat y el Ayuntamiento de Reus continúan celebrándose a contrarreloj. A la espera de posibles cambios en el protocolo de intenciones firmado por el anterior Conseller de Salut, Antoni Comín, la gran duda continúa siendo qué pasará con el déficit acumulado durante este 2018. Un escenario en el que el Hospital volviese a cerrar en números rojos y con el consorcio aún gestándose o por definir, podría sacudir mayúsculamente el erario. 

La solución, prevista desde la primavera de 2017, es la creación de un consorcio con la Generalitat, que pasaría a ser el máximo accionista del hospital y que asumiría el presumible déficit que pudiera generarse en los próximos años. 

Las soluciones utilizadas en los últimos años para salvar una causa de disolución del Hospital Sant Joan (utilizar las reservas generadas en el Hospital de Móra d’Ebre, descapitalizar El Centro y vender GECOHSA al CATSalut) no pueden repetirse, por lo que el gobierno debería sacarse de la chistera otra argucia contable para evitar el colapso. Todo pende de un hilo, y las negociaciones previstas en las próximas semanas con la Generalitat y los responsables de la Conselleria de Salut serán cruciales para ver cómo evoluciona el asunto. 
En el marco de la sanidad, y muy ligado al Hospital, la venta de GECOHSA y el futuro del Hospital de Móra d’Ebre también son valores a tener en cuenta. Al igual que el traslado del CMQ al antiguo hospital Sant Joan, previsto para finales de año o principios de 2019. Un proyecto esperado por la zona del Mercat Central y que permitiría dar uso a unas instalaciones que, con el paso de los años, acabarían por degradarse.

¿Habrá un nuevo presupuesto para 2019?
Desde el día siguiente de las pasadas elecciones municipales, en 2015, Carles Pellicer supo que debería gobernar en minoría la ciudad durante cuatro años. Las intentonas para crear mesas de diálogo con todos los grupos municipales en aquellos temas que se consideraban «de ciudad» nunca fraguaron. Tampoco los pactos de mayorías estables. Aún con la suma de ARA Reus primero y de Esquerra después, Pellicer nunca ha sumado, de forma estable y continuada, los 14 concejales necesarios para gobernar la ciudad con tranquilidad. 

La ley permite a un gobierno hacer un máximo de dos cuestiones de confianza en un mismo mandato.

Una situación que ha obligado al alcalde a negociar con todos los grupos. De hecho, Pellicer ha pactado con todo el mundo. Pero en las votaciones más trascendentes del pleno municipal (las ordenanzas municipales, o sea, los impuestos que pagan los ciudadanos y los ingresos del Ayuntamiento, así como el presupuesto municipal a ejecutar cada año), el alcalde ha chocado contra una pared. 
El primer año tuvo la astucia suficiente para buscar apoyos en el principal grupo en la oposición. Pellicer aún no contaba con los votos de Jordi Cervera y Noemí Llauradó y buscó en la CUP una muleta con la que aprobar los presupuestos. El partido independentista puso sobre la mesa una lista de imposiciones que Pellicer firmó sin demasiadas dilaciones. Un año después la CUP recriminaba al alcalde la falta de compromiso y exponía que, de la lista, pocas medidas se habían realmente llevado a cabo. 
Descartada la CUP para volver a pactar los presupuestos de 2017, el gobierno sacó de nuevo, de forma astuta, una fórmula inédita en la Plaça del Mercadal: la cuestión de confianza ligada a los presupuestos. Pellicer ofrecía su cabeza a la oposición, que debería construir una alternativa sólida y con una mayoría estable para conseguir la alcaldía. 

Conscientes en el gobierno que los grupos de la oposición eran incompatibles, a más de uno se le atragantó alguna cena cuando desde la CUP se reconoció abiertamente la voluntad de buscar una mayoría alternativa a Pellicer. Finalmente la cuestión no terminó cuajando, y Pellicer aprobó unos presupuestos que ni siquiera tuvo que negociar con los grupos de la oposición. 
En 2018 volvió a ocurrir lo mismo. La ley permite a un gobierno hacer un máximo de dos cuestiones de confianza en un mismo mandato. Los presupuestos, más necesarios que nunca para poder desarrollar las políticas de vía pública que requería Pellicer para dar solución a los problemas de la ciudad, se aprobaron de nuevo ante la incapacidad de la oposición de formar una alternativa. En esta ocasión, ni siquiera le tembló el pulso al alcalde a la hora de ofrecer de nuevo su cabeza. Sabía perfectamente que el clima de tensión política impedía un acuerdo de máximos entre la CUP, Ciudadanos y el PSC. 

¿Presupuesto prorrogado?
Pero el problema vendrá el próximo año. Pellicer quiere repetir en la alcaldía, y aunque los presupuestos de 2018 son los que él diseñó (y algunas fuentes del Ayuntamiento admiten que están pensados para ser prorrogados en 2019), faltará ver qué actitud adopta el gobierno en la negociación e incluso si hay negociación. Cabe recordar que el Partido Popular, a finales de 2017, criticó que no se le presentó un esbozo de las cuentas antes de abordar la cuestión de confianza. Pellicer podría, simplemente, dejar de lado a la oposición, prorrogar unos presupuestos que sabe eficaces y buscar apoyos después de las elecciones, si resulta reelegido alcalde, para mejorarlos. 
El problema de dicha actitud es que podría complicar posibles pactos postelectorales. Tampoco queda claro qué posibilidades hay que, a pocos meses de las elecciones, un grupo en la oposición se preste a aprobar un presupuesto para el consistorio. 

Continuar reduciendo el endeudamiento
Aunque el Ayuntamiento ha hecho un esfuerzo ingente en los últimos años, la ciudad continúa siendo una de las más endeudadas del estado. Ocupa la cuarta posición en el ránking, tras Jaén, Jerez y Parla, con 1.966 euros de deuda por habitante. 
En Catalunya, Reus es la ciudad de más de 50.000 habitantes más endeudada. Los 202,7 millones de euros registrados en el Ministerio de Hacienda a finales de 2017 lo sitúan en una posición complicada a pesar de las políticas de reducción del gasto aplicadas desde el gobierno. 
La constricción económica de los últimos años en el Mercadal ha permitido abrir de nuevo el grifo del crédito. El gobierno municipal ha impulsado, en los dos últimos presupuestos, partidas de inversiones a crédito por valor de prácticamente 10 millones de euros. Este 2018, sin ir más lejos, se han presupuestado 3,4 millones destinados a la mejora de la seguridad, con la compra de nuevos vehículos para la Guàrdia Urbana, los servicios de atención a las personas, con un incremento de los recursos para la adolescencia y la ayuda a domicilio, la transformación digital de la administración, y la puesta a punto de algunas zonas de la ciudad a través de pequeñas actuaciones en la vía pública.   

En Catalunya, Reus es la ciudad de más de 50.000 habitantes más endeudada.


La situación es mucho mejor que cuando Pellicer empezó su mandato, en 2011. Ya se ha pagado el Pla d’Ajust y la puerta de los bancos vuelve a estar abierta. Lo que le ha costado más de una crítica al gobierno municipal. El último año de mandato, ante las próximas elecciones, la recuperación económica en las arcas municipales será uno de los principales temas de debate.  

Las obras en la vía pública y los grandes proyectos
Una de las prioridades del gobierno durante el mandato ha sido el impulso de los mercados municipales. Para ello, la concejalía de Promoció de Ciutat, liderada por Montserrat Caelles, contrató a Mercats de Barcelona para diseñar un plan de impulso y mejora. Todo ello con una urgencia sobre la mesa: el Mercat del Carrilet. 
La prórroga de las concesiones de las paradas hasta 2021 es una muestra de que el proyecto va más lento de lo que se quería. Pero la voluntad es firme y la idea está dibujada y definida. Lo que falta, como en buena parte de las propuestas e ideas de las administraciones, es el dinero para llevarlo a cabo. 
A la espera de que un supermercado ayude a financiar las obras del nuevo Mercat del Carrilet, el Ayuntamiento piensa ya en una reforma integral de la zona. De hecho, los mismos vecinos piden un lavado de cara. Y el Ayuntamiento es consciente de ello, pero va poco a poco. De momento se han puesto sobre la mesa pequeñas actuaciones en la estación que, sabiendo que no son suficientes, son una solución a la espera de una reforma mayor, pactada con la Generalitat. 
Otro de los grandes proyectos del gobierno de Pellicer es la reforma integral del Passeig de la Boca de la Mina. Una obra casi faraónica, presupuestada en más de 3 millones de euros, financiada a partes iguales por el Ayuntamiento y la Generalitat de Catalunya a través de los fondos europeos FEDER. Un proyecto que no se prevé que termine hasta 2020, pero que está en redacción. 
Los pabellones escolares, el futuro del Estadi Municipal y las quejas en el campo de rugby son algunos de los temas más importantes en materia deportiva.

Obras en la vía pública
Pero el último año del segundo mandato de Pellicer estará marcado, en buena medida, por las obras en la calle. La Plaça de la Sang, la Plaça Villarroel, la adecuación de las calles comprendidas entre la Avinguda Prat de la Riba y el Carrer Ample, así como también la remodelación de la calle Alt de Sant Pere y la anhelada reforma de la Plaça de la Sagrada Família, en el Barri Gaudí, son algunos de los ejemplos. 
Faltará ver qué acciones propone el gobierno en aquellas zonas en las que los vecinos exigen mejoras, como el Barri del Carme e incluso Sol i Vista, donde se han realizado importantes inversiones durante este año. 

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