La eterna reforma del barrio del Carme de Reus

La mirada ganxeta. Las casas vacías y ruinosas hipotecan un barrio que ha mejorado su cara pero todavía espera su plan de rehabilitación

16 febrero 2021 17:40 | Actualizado a 31 marzo 2021 17:15
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La calle Sant Llorenç abandonó los adoquines para convertirse en peatonal en 2004. La recuerdo oscura y poco transitada a pesar de conectar con la plaza Prim. Nada que ver con su aspecto y vitalidad actual. Aspectos que mejorarán de forma exponencial con el derribo del número 27. Se trata de un inmueble de propiedad municipal que, al parecer, dará paso a un nuevo vial que unirá las calles Sant Llorenç con Jacint Barrau. De hecho, desde hace unos días una gran red cubre ya toda la fachada.

El derribo del ruinoso edificio deshabitado es una buena noticia. Sobre todo para los vecinos que residen en uno de los barrios más genuinos de la ciudad. Se trata del barrio del Carme, una céntrica zona hipotecada, precisamente, por la degradación de muchas de sus casas. Sin ir más lejos, el pasado verano se derrumbaron dos inmuebles en las calles Sant Antoni y Sant Esteve.

Las actuaciones urbanísticas de los últimos tiempos han tenido resultados positivos. La peatonalización y mejora de las calles o los nuevos equipamientos públicos y viviendas de la plaza de la Patacada son ejemplos irrefutables, aunque me atrevería a asegurar que no se han traducido en la revitalización esperada.

Aún así, a principios del nuevo milenio parecía que todo sería distinto con la llegada de la famosa Llei de Barris y su profunda transformación. Pero aquella buena idea se diluyó rápidamente, en gran parte, por el impacto de la crisis económica. De hecho, sus consecuencias han hecho más evidente que su concepción surgió en un contexto que difícilmente regresará algún día. Todo ello situó el proyecto inicial en un callejón sin salida plagado de constantes replanificaciones y de actuaciones puntuales.

Al innegable mal estado de muchas viviendas también se ha añadido la problemática derivada de las ocupaciones ilegales y la sensación de inseguridad que denuncian desde hace tiempo los vecinos del barrio. Todos ellos no son, ni de lejos, problemas imputables sólo a Reus. Los núcleos históricos de todas las ciudades adolecen de problemáticas parecidas relacionadas con edificios viejos y en mal estado y el envejecimiento de los vecinos. Y eso en el caso de que no decidan mudarse a otras zonas del municipio.

La última gran acción realizada en el Carme se ha centrado en las casas vacías que estaban en peor estado de la parte sur del barrio, a la altura del portal del Carme que une con el arrabal Martí Folguera. Allí es donde los vecinos tienen puestas más esperanzas y donde parece que el consistorio prevé ejecutar su plan de dinamización. En el amplio parking de superficie actual está proyectada la construcción de viviendas de protección oficial.

Tampoco se descartaría algún equipamiento de gran relevancia como el anhelado desdoblamiento del CAP Sant Pere. Y es que más allá del apartado urbanístico, para que el barrio continúe vivo y logre rejuvenecerse se necesitarán comercios y, sobre todo, más servicios.

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