La musa de la danza

Júlia Pérez. Del Centre de Lectura salió el talento de la artista, que ha completado su labor como bailarina con la interpretación. El último año ha actuado en ‘West Side Story’ 

23 mayo 2020 09:48 | Actualizado a 27 mayo 2020 08:01
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Ver danzar en el aire a Júlia Pérez (Reus, 1987) ya forma parte de una obra patrimonio de la humanidad. Esta reusense forma parte del elenco de bailarinas que ha educado el Centre de Lectura y sus pasos responden a la inquietud profesional de cualquier artista dispuesta a derribar fronteras. Graduada en danza contemporánea por el Institut de Teatre de Barcelona, también se ha especializado en los registros del hip hop, el jazz o la danza clásica. Lo ha experimentado en Nueva York, Los Ángeles, Madrid, Barcelona o Zaragoza, auténticas cunas culturales.

La capacidad para dominar diferentes escenarios ha llevado a Júlia Pérez a descubrir nuevas posibilidades y a ampliar currículum. En su hoja de méritos resaltan diferentes programas de televisión y cine, como bailarina en Mi gran noche, dirigida por Álex de la Iglesia. Por otro lado, 40. El Musical, Dirty Dancing, Hoy no me puedo levantar, Cabaret y West Side Story han disfrutado de su talento. La curiosidad para el aprendizaje constante ha marcado su trayectoria. 

La relación de Pérez con el baile dispone de un hechizo casi vital. Desde los 14 años ya sentía esa debilidad por la danza. «Es una forma de vida», admite. Teresa Aiguadé y Juny Cases se convirtieron en sus mentoras justo antes de volar y ver mundo. 

Hace ocho años se instaló en Madrid y 40. El Musical le cambió el paso hacia la prosperidad. Superó la exigencia de un casting terrible, muy competitivo. «En el Teatre Tívoli la cola llegaba casi a plaza Catalunya». La elección abrió una puerta extraordinaria de progreso. Desde entonces, la reusense ha forjado una carrera sólida, repleta de ambición y buen gusto.
La interpretación y el canto han pulido aspectos necesarios para sentir la plenitud como artista, por eso ya forman parte de su ramillete de recursos. En Madrid aprendió en la academia de Eduardo Recabarren, conocido también como profesor de, entre otras estrellas, Penélope Cruz. Por ejemplo, en el musical Dirty Dancing ya aplicó a su papel lo que aprendió con Recabarren.

La pandemia

En plena gira de West Side Story, la pandemia del coronavirus ha paralizado el tramo final del trayecto y Júlia ha decidido reorganizar su vida en Barcelona, donde se encuentra desde hace ocho meses. West Side Story acumulaba casi un año de vigencia, entre la distancia del viaje continuo y el agradecimiento del público. «Me gustan las giras porque viajas y conoces nuevos escenarios, aunque tiene sus cosas malas, como alejarte de los tuyos», dice. 
La admiración de los fans colmó un punto álgido en 40. El Musical, donde un grupo de adeptas de Las Palmas le mandó a casa una caja con una foto y una dedicatoria. Ramos de flores y continuos halagos por mensaje completan la vida de esta artista, que ha actuado en las mejores plazas del país y que no pone límites a su futuro. Cuando la pandemia lo permita, Pérez reemprenderá nuevos proyectos.

Las giras me gustan porque me permiten viajar y conocer nuevos escenarios, aunque se hace duro estar tiempo fuera

Mi trabajo es exigente y vocacional, cuando todo el mundo tiene fiesta, yo actúo. Es algo normal

La exigencia de la profesión provoca que la reusense deba restar tiempo a su gente cercana y a realizar las rutinas de personas corrientes. «Normalmente, cuando el resto de la gente tiene fiesta, yo trabajo. Al final lo aceptas, porque entiendes que tu trabajo es muy vocacional», corrobora. En Reus, Júlia Pérez es todo un activo artístico. Un argumento cultural del que la ciudad se siente orgullosa. 

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