«La primera vez que visité Falset sentí algo muy especial. Vi lo que vieron mis antepasados»

Entrevista. Mordechai Ben Abir ha descubierto tras una larga investigación que sus antepasados, 25 generaciones atrás, eran del Priorat

13 octubre 2019 14:55 | Actualizado a 15 octubre 2019 18:27
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En 2001, y con 75 años de edad, el judío sefardita Mordechai Ben Abir (Marcos Caballero) decidió descubrir sus raíces. Creció en Argentina y actualmente vive en Israel, pero sabía que sus antepasados procedían de España, de donde habían sido expulsados en 1492. Quería reconstruir sus pasos y saber, exactamente, quiénes eran, por lo que comenzó sus estudios para completar un doctorado en Filología de Lenguas Semíticas en la Universidad de Barcelona. Tras años de estudio, su tesis doctoral llevó a Ben Abir a descubrir que procedía de Falset, de una familia de rabinos y médicos.

¿Cómo empezó la búsqueda de sus raíces?

Mi madre me dijo una vez: ‘recuerda siempre de dónde venimos. Nuestros antepasados dejaron España en 1492 y lo perdieron todo solamente para seguir siendo judíos’. Me lo dijo cuando yo tenía 19 años. Nos estábamos despidiendo porque me iba a estudiar a la Universidad de Salta, en Buenos Aires, a 1.700 kilómetros de casa. Era el año 1945 y, en esa época, las distancias eran muy grandes y no existían los medios de comunicación de hoy en día. Viajar tan lejos de casa significaba una desconexión casi absoluta. También me pidió cumplir con una promesa: casarme solamente con una joven judía. Mi madre falleció un año después, en 1946. 

Y no vivió suficiente para ver que cumplió...

En 1992 se conmemoraron 500 años de la expulsión. Fue un año importante, con conferencias, congresos y estudios sobre esta cuestión, y en España comenzó a crecer un cargo de conciencia. En ese momento recordé el mensaje de mi madre y me pregunté a mí mismo si alguna vez podría saber quiénes fueron exactamente mis antepasados españoles.

¿Fue entonces que empezó a buscar respuestas?

Así es. En 2001 comencé mis estudios para completar un doctorado en Filología de Lenguas Semíticas, en la Universidad de Barcelona. Terminé el doctorado en septiembre de 2007, con 82 años y con la calificación más alta posible: sobresaliente cum laude. Mi tesis doctoral es el resultado de mis investigaciones que me llevaron a descubrir la identidad de mis antepasados catalanes de antes de la expulsión de 1492, quienes dejaron España, quienes se convirtieron y se quedaron, y el proceso posterior en el Imperio Otomano, América Latina y finalmente Israel. 

¿Qué descubrió?

A raíz de esta investigación, saqué a la luz un diario manuscrito, perteneciente y escrito por un miembro de la familia Cavallero en Esmirna (Turquía) durante los años 1872 a 1928. Era una escritura con letras hebreas antiguas, y el lenguaje usando, el castellano antiguo hablado por los judíos sefaraditas descendentes de los expulsados. A partir de aquí, pude ir reconstruyendo, poco a poco, el árbol genealógico de nuestra familia 25 generaciones atrás, hasta llegar al Rabino Samuel Estruch Cavaller, del siglo XV.  Mucho antes de la expulsión de 1492, Samuel vivió y murió en Falset y fue Rabino de la ciudad. 

¿Está todo documentado?

A lo largo de los siglos, y en cada generación, quedaron rastros del paso de los Cavaller, apellido que derivó lentamente a Cavallero, usado por mis familiares que llegaron directamente de Turquía, y Caballero con ‘b’, todos aquellos venidos a América Latina, donde se castellanizó definitivamente. Fue una familia de médicos-rabinos que, a lo largo de los siglos, tuvieron siempre una meta: ser puente de diálogo entre sociedades. 

Tras la expulsión de 1492, ¿por qué países pasaron sus antepasados?

Se dirigieron a Salónica, actualmente Grecia, y que entonces formaba parte del Imperio Otomano.

¿Por qué allí?

Pienso yo, como historiador, que uno de los motivos más importantes que llevaron al Sultan Turco a recibir a los judíos de 1492 fue el éxito de los que ya se habían establecido en sus territorios tras la expulsión de 1392 y sus descendientes. Los judíos eran una minoría muy productiva, pero sobre todo, una minoría leal y respetuosa con las autoridades.

¿Qué sabe de estos primeros antepasados establecidos en el Imperio Otomano?

Fueron rabinos y médicos. Pude identificarlos gracias a los datos que hay sobre ellos en libros de esa época y en los textos de las lápidas del cementerio judío donde fueron sepultados, y que fue destruido por los alemanes cuando ocuparon Grecia el 1942. Mi familia pasó a vivir a Esmirna, en Turquía (todavía Imperio Otomano), a fines de 1600 y comienzos de 1700, como consecuencia de los terremotos e incendios que sufrió la ciudad. Aquí vivieron hasta comienzos de 1900, cuando mis padres, que aún no estaban casados, y mis abuelos maternos llegaron a Argentina en 1912. Mis abuelos paternos fallecieron en Turquía. 

«Desde que soy joven, llevo conmigo una promesa que le hice con 19 años a mi madre: recordar siempre de dónde venimos»

Y usted vive en Israel...

Cuando terminé mis estudios de Ingeniería, emigré de Argentina a Israel con mi esposa Fanny y mi hijo de 3 años, Daniel. Era abril de 1955. Vivimos en BeerSheva, la capital de Neguev. Mi lugar de residencia definitivo está aquí, en Israel. Ésta es la patria del pueblo judío. Esperó para crearla casi 2.000 años.

Ha visitado Falset, el origen de la saga Cavaller. ¿Qué sentimientos tuvo la primera vez?

Visité Falset varias veces. Cuando llegué por primera, sentí una sensación muy especial, inolvidable e increíble. Cuando vi la naturaleza que rodea Falset, sus montañas, los bosques... Vi el mismo paisaje que vieron mis antepasados cuando vivieron en Falset y cuando lo abandonaron, camino al destierro. En cuanto al pueblo, aún antes de terminar mi tesis, Falset, sus autoridades y sus vecinos mostraron un interés muy especial por mi doctorado. De hecho, en honor a Samuel Estruch Cavaller y en honor de toda nuestra antigua familia, Falset decidió llamar con su nombre a una calle y, además, designarme hijo distinguido y entregarme la llave de la ciudad. Toda nuestra familia venida de Argentina, Brasil, Estados Unidos e Israel nos reunimos en Falset para recibir los honores.

Y solicitó la nacionalidad española...

Y ya soy ciudadano español. Puedo votar en las próximas elecciones. De hecho, el embajador de España me comunicó recientemente, a través de una llamada telefónica, que recibiré mi pasaporte español de sus propias manos este mismo mes de octubre. Cierro, así, el largo periodo de exilio que sufrió mi familia.

Para cerrar este periodo, necesitó años de estudio.

Así es. Del 2001 al 2007, y a los 93 años, sigo investigando. Por todo ello, quisiera destacar a tres personas. Por un lado, a mi esposa Fanny Rinland Ben Abir, que no me puso ninguna dificultad para estudiar y vivir en Barcelona durante mi primer año, en 2001, y posteriormente en mis muchos viajes y ausencias hasta que finalicé el doctorado en 2007. En segundo lugar, cabe destacar a mi guía y mentor, profesor y catedrático de la Universitat de Barcelona, José Ramon Magdalena Nom de Déu, que desde nuestro casual encuentro en Jerusalén en el año 2000 me alentó a viajar a Barcelona y, durante los años de estudio, no dejó de alentarme a seguir adelante hasta el momento de mi defensa. También quisiera destacar al alcalde de Falset, Jaume Domènech, que ya durante mi periodo de estudios, mostró un interés muy especial por la historia de mis antepasados falsetanos; y a su esposa Pilar.

«He podido reconstruir el árbol genealógico de nuestra familia 25 generaciones atrás, hasta llegar a Samuel Estruch, de Falset»

Los judíos han sido, en más de una ocasión, perseguidos. ¿Por qué cree que ha sucedido? 

El pueblo judío es muy singular, en su capacidad intelectual, en sus normas de vida, de mantener y transmitir su identidad de generación en generación y en su voluntad. La prueba la tenemos en el hecho de haber creado un nuevo país judío casi 2.000 años después de la última dispersión que se produjo en la época del antiguo Imperio Romano, y el pueblo judío lo creó en el mismo lugar donde existió y usando la misma lengua bíblica de sus orígenes. Se trata de un pueblo con mucha experiencia histórica. Este nuevo año nos marca 5.780 años de existencia. ¿Motivos? Mi opinión se basa en nuestra historia de siglos: ningún pueblo está dispuesto dentro de sus límites geográficos que otro pueblo, más aún una minoría, se desarrolle.

¿Cree que la sociedad lo ha superado? 

Ya se están dando nuevas persecuciones. Basta analizar la nueva violencia contra los judíos en Estados Unidos. 

¿Existe una herida? 

No es sólo una herida, es un trauma nacional.

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