Las bofetadas de la gamberrada de la estación

El entierro de la intermodal. La respuesta política del territorio dará la verdadera medida del pacto ferroviario que se presentó como histórico 

25 noviembre 2018 15:37 | Actualizado a 25 noviembre 2018 15:39
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Si hace 25 años, cuando ya se había inaugurado el AVE Madrid-Sevilla y se reclamaba el Madrid-Barcelona a la par que se discutía su trazado, alguien hubiese pronosticado que las dos principales estaciones de la alta velocidad en la provincia de Tarragona estarían en La Secuita-Perafort y en Cambrils, sin duda habría sido tomado por un cachondo o un enajenado. Y sólo los malpensados podían sospechar que todo esto se decidiría relegando al territorio afectado al papel de Don Tancredo.  

Creo recordar, y disculpen la presunción, que cuando a mediados de los años noventa uno de los políticos mejor informados y que más mandaba de la época me adelantó que el centro neurálgico del paso del AVE por la provincia estaría junto a Perafort, el mayor sorprendido al leer la noticia fue el alcalde del pueblo, al igual que casi todos sus colegas del Camp de Tarragona.

Con el paso del tiempo este episodio se ha tergiversado y ha pasado a formar parte de la leyenda de los desencuentros entre Reus y Tarragona, pero lo cierto es que las recurrentes fricciones entre ambas ciudades poco o nada tuvieron que ver en aquello. La realidad fue otra, por mucho que la historia resulte más jugosa explicada como una batalla de campanario con el hilarante resultado de una estación en medio de la nada. Tal como bien recuerdan sus protagonistas cuando se les pregunta, la gran batalla estuvo primero en conseguir que el AVE se desviase para pasar por el Camp de Tarragona –cosa que en Madrid inicialmente ni se planteaban– y luego que la parada fuese lo más cercana posible a Tarragona y Reus. Como en la época se consideró inviable que las vías atravesaran el aeropuerto y el complejo petroquímico –una tesis chocante a la luz de lo visto después en otros lares–, la solución fue situar la estación en La Secuita-Perafort. Algunas voces pidieron ubicarla al norte del Aeropuerto en aras de la intermodalidad, pero eso obligaba a retorcer el trazado a la vez que complicaba el consenso al volcarla tanto hacia Reus.    

El proyecto de conexión del Corredor del Mediterráneo con el AVE abrió finalmente la puerta a disponer de una estación central entre Reus y Tarragona, al sur del  aeropuerto. Que quedase situada unos centenares de metros dentro del término de Reus costaba de digerir en la ciudad vecina, pero su posición junto a la T-11 en el epicentro de las comunicaciones del Camp de Tarragona la convertían en la mejor opción para cientos de miles de habitantes del área metropolitana, que la tendrían a corta distancia en tiempo de sus respectivas ciudades.

Pero todo esto ya es historia y la realidad es que el Ministerio de Fomento da por enterrada la estación central intermodal, ya sea grande o pequeña. Este era un chasco previsible a la luz de todo lo visto y oído en los últimos tiempos, y más desde que el ministerio adjudicó un papel central a la estación de Cambrils en el trazado del Corredor. Poner tres estaciones en 22 kilómetros de vías que se suponen de alta velocidad no parece un planteamiento con mucho futuro. 

Dejo para los expertos las consideraciones técnicas y me centro en las políticas, que son notables. Como es bien sabido, la reivindicación de la estación central era uno los puntos del acuerdo para el impulso ferroviario firmado por los alcaldes de Tarragona y Reus el pasado mes de abril, ampliado pocos días después con los de Cambrils, Salou y Vila-seca y la Generalitat de Catalunya, en un pacto para el desarrollo de las infraestructuras estratégicas del Camp de Tarragona.

El consenso y la fuerza territorial escenificada hace siete meses ha recibido la primera en la frente, y la respuesta dará la verdadera medida de si aquello fue el acuerdo histórico que se dijo o el documento fue una mera carta a los reyes coyuntural. Así pues, en la reacción de Pellicer y Ballesteros quedan puestas las miradas.

En mi opinión, en el tiempo político actual cabe esperar poco de la respuesta de los alcaldes y nada del gobierno de Madrid. La pérdida de la estación central tiene una relevancia relativa, lo trascendente es que demuestra que este mapa ferroviario que nos han plantificado no va a cambiar significativamente al menos hasta las próximas generaciones.

No se si recuerdan la genial escena de la gamberrada en la estación de Habitación para cuatro (Amici miei, dirigida por Mario Monicelli en 1975), con Ugo Tognazzi, Philippe Noiret y compañía soltando tortas desde el andén a los pasajeros que asoman la cabeza por la ventanilla mientras el tren se va. Pongan a los viejos traviesos las caras de ministros y secretarios generales y a los viajeros abofeteados las de tantos consellers, altos cargos y alcaldes víctimas de la larga y pesada broma que ha acabado siendo este asunto. Un buen gag para resumir lo sucedido en todos estos años. 

Una larga lista para pasarse por el forro 
La estación central era una de las piezas del mecano que dibujaba el acuerdo entre Tarragona y Reus para el impulso de la conectividad ferroviaria de ambas ciudades, suscrito también por Cambrils, Vila-seca, Salou y la Generalitat. Pero la lista de demandas era mucho más larga: una estación urbana en el centro de Tarragona y otras dos en las zonas de Llevant y Ponent, el bypass s del Gaià para mejorar la conexión con Barcelona, la variante de mercancías a partir de la línea Reus-Roda, el tranvía con las ciudades de la costa.... De todas las reivindicaciones, sólo la estación Reus Sud-Bellissens tiene visos de ser realidad a corto o medio plazo.
Cabe recordar que el pacto se gestó forzado por el agravio perpetrado por el delegado del Gobierno en Catalunya, cuando anunció que Girona contaría con una privilegiada interconexión ferroviaria con Barcelona para que su aeropuerto pudiera ejercer de cuarta pista de El Prat. Un dato a tener en cuenta es que el frente común se gestó ante un gobierno del PP, pero ahora mandan los socialistas, que también lo hacen en Tarragona.

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