«Las condiciones de los alquileres en Reus son inasumibles para la mayoría de los jóvenes»

La emancipación se ha retrasado hasta casi los 30 años de edad debido a los precios del mercado y las exigencias de las aseguradoras de los contratos

24 noviembre 2019 16:27 | Actualizado a 27 noviembre 2019 08:50
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La mueca que se les escapa a los agentes inmobiliarios cuando les preguntas por  la emancipación juvenil es reveladora. «Lo tienen crudo», se atreve a materializar en palabras Ricard Vilanova, de Finques Vilanova. Y es que el alquiler vive en una burbuja desde hace un par de años
Cifras del Institut Nacional d’Estadística de Catalunya revelan que el precio medio del alquiler en Reus se situaba, el año 2018, en una media de 442,22 euros. Setenta euros más caro que en 2014. Núria Vernet, de Finques Vernet Navarro, asegura que a día de hoy «si quieres un piso que esté mínimamente bien, ahora ya se pide un mínimo de 500 €». Vilanova coincide con ella: «El precio se ha disparado porque en Reus hay mucha demanda y muy poca oferta. Lo que antes se alquilaba por 400 €, ahora cuesta 580 o 600 euros».

Este aumento del precio del alquiler ha afectado a mucha población, pero especialmente a los jóvenes de entre 22 y 30 años. Estamos hablando de una franja de edad que pelea por entrar en el mundo laboral y quiere emanciparse. 

Laura S. tiene 30 años y trabaja como educadora social. Lleva un año buscando piso, pero más de cinco planteándose irse de casa de sus padres. Primero se lo impedía un salario precario, «tenía un contrato indefinido pero un sueldo con el que no me podía ni imaginar irme a vivir sola», explica. Ahora, tiene una buena nómina pero un contrato discontinuo. «He encontrado pisos interesantes. Me había puesto de límite los 500 €. Cincuenta euros pueden marcar la diferencia entre poder pagar además del alquiler el agua y otros gastos», revela. Sin embargo para ella este precio no es el problema principal: «Me piden una condiciones que son inasumibles para la mayoría de los jóvenes».  

«Desde hace dos años los requisitos se han vuelto más exigentes», explica Vilanova. «La juventud tiene problemas para alquilar porque los propietarios piden un seguro de pago», añade. Para ser aceptado por la compañía aseguradora se exige que el alquiler no sea más elevado que un tercio de la nómina, un contrato indefinido y entre uno y tres años de antigüedad laboral. Factores que dejan fuera de juego a la mayoría de los jóvenes.

«Está muy complicado. Se tiene que hacer un casting para aceptar a los inquilinos», explica Núria Vernet, que cuenta que ayer por la tarde tuvo que decir que no a tres chicas de unos 26 años. «Aquí, el 90% de los contratos los realizamos incluyendo este seguro. Esto implica que la gente no alquile hasta los 28 o 30 años, cuando ya algunos empiezan a tener una estabilidad laboral».

Vivir avalado por los padres

Elena es una joven de Reus que, hace un par de años, se independizó en un pequeño piso del barrio del Carme: una habitación, cocina-comedor y sin ascensor, «pero económico y céntrico», detalla. Estas eran las condiciones que Elena buscaba, pero admite que no le fue fácil encontrarlo. «Había muy poca oferta y, los pocos pisos disponibles, eran muy caros para asumirlos una única persona», explica. 

Bajo su punto de vista, actualmente es difícil que un joven se pueda independizar y vivir solo. «Con los precios que hay, o vives en pareja, o compartes piso con compañeros o amigos», detalla. Incluso recuerda que las inmobiliarias que consultó le admitían que había muy poca oferta que cumpliera los requisitos: económico y para una única persona, «y los que hay, son alquilados rápidamente». Después, Elena se desplazó a Tarragona por motivos de estudios. Actualmente, vuelve a vivir con sus padres y reconoce que, si tuviera que independizarse de nuevo, no optaría por la ciudad de Reus.

¿La solución? Vilanova considera que mientras no haya una legislación que asegure que el propietario tenga una garantía de cobrar el alquiler, los jóvenes lo tendrán muy complicado. Mientras tanto, desde las inmobiliarias aconsejan que se vaya con un aval de los padres. «Es algo que no me planteo, primero porque si me emancipo es porqué yo quiero y no quiero que mi familia se haga responsable», explica Laura, que reconoce que entre el grupo de amigos, los que no tienen pareja se encuentran todos en una situación similar. «Los que se fueron a vivir solos hace dos años lo tuvieron mucho más fácil. Pero ahora han subido precios y requisitos de alquiler pero las condiciones laborales no mejoran», concluye. 

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