Las entidades sociales de Reus ven «difícil» conseguir locales asequibles

Las agrupaciones solidarias se encuentran con pocas facilidades para poder seguir adelante

27 enero 2020 10:20 | Actualizado a 29 enero 2020 10:42
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«Siempre hay gente necesitada, que no sea visible para algunos, no quiere decir que no exista»,. Esta frase la pronunció hace unos años la presidenta de la asociación Nos Ayudamos, Pilar Velázquez y, a día de hoy, la reitera. La cantidad de personas en situación de pobreza aumenta y, lo más importante es contar con una red de voluntarios implicada y de confianza.

Uno de los pilares de las asociaciones que proporcionan alimentos y comida es, además, disponer de un lugar, una sede, donde poder almacenar los recursos obtenidos; una localización en la que se garantice la seguridad de todos los productos y que sea asequible para los benefactores que contribuyen a mantenerla. Encontrar algo con estas características, habitualmente, suele convertirse en una ardua tarea e incluso en un anhelo imposible. Mantenerlo, a largo plazo, se convierte en un reto.

Pilar Velázquez, explica en este sentido que, desde la fundación de Nos Ayudamos 10 años atrás, la búsqueda de local fue una asignatura pendiente en numerosas ocasiones. «Por suerte, durante tres años y por cortesía del reusense Francesc Font de Rubinat, se nos cedió gratuitamente un local en Reus. Eso sí, el acuerdo era que, a partir del tercer año, debíamos pagar una cuota mensual, que no nos podíamos permitir. Con lo que decidimos marcharnos y buscar otro lugar», resume.

La localización más buscada es aquella en la que se garantice también cierta seguridad 

Fue «difícil». Tiempo después, estuvieron en otro sitio, también en Reus, pero al poco tiempo tuvieron que volver a trasladarse. «La solución era o recurrir a la ayuda de un particular o, incluso, de familiares», destaca.

Por eso, en la actualidad, disponen de una localización, una masía de una pariente de Velázquez, ubicada en Mont-roig del Camp. Respecto a las personas a las que prestan ayuda es muy variada. Proporcionan alimentos y ropa –cómo decíamos–, aunque abasta a cualquier necesidad, como productos para bebés, «y lo que convenga, hemos llegado a acompañar a gente al hospital si ha sido necesario», completa Velázquez. Esta tarea «te curte y te endurece», dice. El equipo de voluntarios, con unas cinco personas fijas cooperando, suele salir tres veces por semana por Reus, Tarragona, Salou, Cambrils y, algunas veces, incluso hasta El Perelló para recoger todo tipo de productos que puedan resultar necesarios.

«Esta semana tenemos a tres personas nuevas a las que ayudar. El número asciende. Atendemos a cerca de 80 personas que viven en la calle, además de familias», destaca. Además, desde la agrupación benéfica también han realizado mercadillos solidarios por pueblos de los alrededores del Camp de Tarragona, así como paellas solidarias. «Nuestro balance de la década es que el trabajo nunca tiene fin. La pobreza va a más. Por eso, es más necesario que nunca tener un local operativo», corrobora.

Ayuda para lo que haga falta

Otro grupo solidario, Yo Ayudo, Necesito de Reus, creado a finales de 2013 e impulsado por la voluntaria Susana Infantes, cubre necesidades alimenticias y proporciona prendas de ropa a familias necesitadas, aunque no se detiene ahí: también recogen productos de higiene, juguetes, lavadoras o camas de segunda mano, aún aprovechables.

En su caso, otra empresa quiere disponer del local en el que se encuentran trabajando y tienen que marcharse de forma inminente, pagar el alquiler también se ha convertido en una dura prueba. «Atendemos a unas 50 familias. Allí dejamos objetos muy voluminosos, y se nos quedaba pequeño además», manifiesta Infantes. Con un grupo de cerca de 15 personas, entre benefactores y voluntarios, han ido aguantando hasta el momento. «Hasta hace unos días, buscábamos un local con características y alquiler parecidos, que no pasara de los 180 euros o, con suerte, cedido. Recientemente, nos han informado de un lugar y estamos haciendo los preparativos correspondientes», anuncia.

La búsqueda no ha sido nada fácil, tras haber hablado con el Ayuntamiento de la ciudad y no llegar a un entendimiento, han preferido optar por el ‘boca a boca’ con gente de confianza. «Buscábamos algo muy específico y queríamos seguir con nuestras prioridades», asegura.

Por otro lado, la historiadora mexicana Irina Ravelo, al frente de la entidad solidaria Calmécac con sede en Reus, se encuentra también en plena búsqueda de un local más asequible para llevar a cabo las actividades de educación colaborativas para niños y jóvenes. «Se nos hace difícil mantener el local que tenemos en Raval Santa Anna. Por eso, entre todos estamos buscando otro parecido, dónde aparte de realizar nuestras actividades en horarios concretos (tres días a la semana) podamos dejar nuestro material», expresa Ravelo. Y es que todo lo que puedan ahorrar contribuirá a la obtención de material escolar nuevo.

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