Las entidades solidarias de Reus quieren implicar a los jóvenes este 2019

El tejido asociativo encara el año con buenas sensaciones y seguirá luchando por un servicio eficiente y de calidad

05 enero 2019 20:04 | Actualizado a 05 enero 2019 20:06
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La solidaridad es cuestión de espíritu y voluntad. Esta es la conclusión a la que llegan  muchas  entidades sociales de la capital del Baix Camp cuando se les plantea resumir la actividad de todo un año. Estas agrupaciones sin ánimo de lucro se nutren de las donaciones, la cooperación, la ayuda mútua y la autogestión de sus asociados o voluntarios. 

«Se necesita una atención allegada y de calidad», formula, entre otros, Antonio García, director de Cáritas Interparroquial de Reus. Uno de los objetivos que tiene este año la entidad es continuar mejorando, en la medida de lo posible, la calidad de vida de las personas mayores y de aquellas que no disfrutan de la autonomía adecuada para salir adelante en su quehacer diario. «Entre los proyectos que llevamos a cabo en Cáritas, está el de traer la comida a personas que viven solas. Atendemos a 17, por ahora. Nos gustaría disponer de la infraestructura suficiente para poder garantizarles, además de dicho servicio, algo de compañía. El aspecto emocional es muy importante, pero entendemos que es una labor voluntaria y ahora mismo sólo una persona está desempeñando dicha tarea, y no da abasto», expone García.

Las expectativas, argumenta, «son siempre muy altas. Se hace lo que se puede». «Damos gracias a los voluntarios, pues la tarea de gestionar personas es complicada. Nos sentimos amparados por la administración, aunque es complejo. No llega a cubrir todas la necesidades de la ciudad. Prácticamente, es imposible. Tenemos  intereses diferentes, aunque sin su apoyo no podríamos hacer nada», completa el director de Cáritas. En el cierre de 2018, Cáritas ha ayudado a más de 1.000 personas y cuenta con cerca de 250 voluntarios asiduos. «Creemos que en la ciudad hay consciencia social. La realidad es que cuanta más ayuda tengamos, mejor», manifiesta García. Asume también que el perfil de personas «pobres» ha cambiado: la crisis ha sido larga y los trabajos han precarizado las condiciones de vida de muchas familias. 

Otro aspecto en el que quieren incidir desde Cáritas, es en el de la adquisición de viviendas para las personas que lo necesitan. La entidad dispone de cuatro pisos, y antes tenían seis. «No queremos pisos compartidos, las familias también se merecen intimidad», destaca García. En esta línea, la entidad Reus Refugi, con el objetivo de crear consciencia social sobre la llegada de personas refugiadas, sigue buscando también pisos en alquiler y también habitaciones individuales para completar el proceso de integración. Su centro de acogida, gestionado por la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado, acoge talleres didácticos de aprendizaje del idioma, actividades lúdicas inclusivas y talleres prelaborales con los que se pueden conseguir títulos, como el de manipulador de alimentos. 

«La visibilidad de la llegada de refugiados por redes sociales y medios ha hecho que muchos jóvenes hayan colaborado con entidades sociales de forma creciente en los últimos años», subraya la técnica social de Cruz Roja en Reus, Sandra García, y el coordinador de la asamblea, Joan Aragonès. «Este año, continuaremos con muchos de nuestros proyectos. En 2018 realizamos uno sobre pobreza energética, y seguiremos con el refuerzo escolar. Creemos que es vital luchar por un servicio digno. Las administraciones están ahí y la ciudadanía se vuelca por completo», añaden desde Cruz Roja. Uno de los proyectos recientes puestos en marcha es el de las tarjetas prepago para que usuarios necesitados puedan hacer la compra de forma autónoma. «En Reus, hay muchos sitios en los que se proporciona alimento. Desde Cruz Roja, hemos habilitado esta opción para que las personas compren en el  supermercado con el que hay acuerdo. De esta manera, no harán cola para pedir los alimentos en un local social. Ellos eligen», completa Sandra García.

Desde la Fundació Mossèn Frederic Bara i Cortiella comienzan el 2019 con la preparación de un proyecto formativo y laboral llamado Eina Jove. Con éste, quieren montar un taller para adolescentes,  usuarios de la entidad, para que se familiaricen con el mundo laboral. Lo harán a través de un programa en el que conocerán de forma práctica diferentes oficios, como la electricidad, la ebanistería y la pintura. 

«La iniciativa complementará la formación de los centros educativos. Aprenderán técnicas de búsqueda de trabajo y adquirirán herramientas y recursos para tener una visión crítica», dice la directora de la fundación, Mertxe Martínez. Eina Jove «cubre una necesidad que hay entre los jóvenes del centro y aún no tenemos el presupuesto cerrado. Necesitamos la implicación de entidades y de la administración pública para llevarlo a cabo. Este 2018 ha sido difícil», resume Martínez. Desde Cáritas, también hacen un llamamiento a profesores adultos como jóvenes para así reforzar su aula de refuerzo pedagógico. «Tenemos 25 profesores, muchos jubilados, pero creemos que implicar a la juventud venida de las universidades sería beneficioso para adquirir experiencia, incluso gente parada nos ayudaría muchísimo», explica desde Cáritas Antonio García.

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