Montserrat, un 'pueblo' de Reus

Vivir en uno de los barrios más alejados del centro no supone ningún inconveniente para sus más de 600 habitantes

19 mayo 2017 19:38 | Actualizado a 21 mayo 2017 20:36
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Un pequeño pueblo de unos 650 habitantes, con casas bajitas, tranquilidad en sus calles y un sentimiento de solidaridad entre unos vecinos que, la mayoría, se conocen y se echan una mano si es necesario. No estamos hablando de un municipio del Baix Camp, sino del barrio Montserrat, uno de los núcleos urbanos más alejados del centro de Reus donde, todavía hoy, se respira ese aire de pueblo que, por ejemplo, permite ver estampas como las de corrillos de vecinos sentados a la fresca en las puertas de sus casas durante las calurosas noches de verano.

El barrio Montserrat, que nació a finales de los años 50 del siglo pasado después de que centenares de familias de andaluces, gallegos, murcianos, etc. se levantasen sus propias casas, llegó a tener 1.200 habitantes. Hoy la cifra se ha reducido a la mitad después de que las segundas y terceras generaciones hayan decidido irse a vivir a otras partes de Reus. Los que quedan, en su mayoría personas mayores, aseguran vivir «en la gloria. Esto es como un pueblo donde todos nos conocemos, un lugar muy tranqulo donde se vive muy bien» asegura el presidente de la Associació de Veïns Barri Montserrat, Domingo González.

Darse una vuelta por el barrio Montserrat es comprobar que sus habitantes guardan intacto ese sentimiento de orgullo de barrio. «Nací aquí, me crié aquí, aquí me he casado y aquí me quedé, porque no cambio el barrio Montserrat por nada del mundo» asegura orgullosa Maria del Mar, quien regenta el colmado Ca la Mari, la única tienda -de todo un poco- que hay en el barrio. Maria del Mar reconoce que «todavía hoy, cuando voy al centro de la ciudad digo que voy a Reus», un claro ejemplo de que los habitantes del barrio Montserrat tienen arraigado un fuerte sentimiento de pueblo.

Además, los cuatro negocios que hay (la tienda de Ca la Mari, la carnicería Katy, el bar Roca y una peluquería) permiten cubrir las necesidades básicas de los vecinos sin que estos tengan que desplazarse fuera del barrio, a no ser que sea por algo urgente, como tener que ir al médico o a comprar algún medicamento en la farmacia. «La verdad es que cuesta levantar el negocio, pero vamos tirando», asegura Maria del Mar, quien reconoce que «es complicado competir con los precios de las grandes superficies».

No obstante, los vecinos del barrio Montserrat utilizan los negocios de proximidad para las compras de diario. «Compro aquí lo de cada día, aunque si tengo que cargar mucho voy a una gran superficie», asegura una vecina.

En el bar Roca, los propietarios y sus clientes se conocen a la perfección. «Cuando entran por la puerta ya sabes lo que les tienes que poner», asegura su dueño, quien recuerda que aunque ahora estén como el único bar del barrio, «cuando mi suegro lo abrió en 1963 había 11 bares y a todos les iba bien».

Otro punto neurálgico del barrio Montserrat es la carnicería Katy, un negocio donde igual te venden un pollo a cuartos, como te sirven un café o simplemente te dan un poco de conversación. «Nuestros clientes vienen aquí a pasar un rato con nosotros y a coger un poco de fuerza y optimismo. Nos reimos un poco e incluso hacemos de psicólogos, porque todos nos conocemos», asegura Fernando, quien regenta el negocio junto a su mujer, Katy.

Así es el barrio Montserrat, un lugar tranquilo por el que, mientras paseas por sus calles o hablas con sus vecinos, te olvidas de que estás en Reus. Incluso tienen una pequeña parroquia donde cada domingo, a las 11 de la mañana, el cura de la iglesia del barrio Fortuny oficia una misa. Estos son algunos de los motivos por los que todos los vecinos consultados por el Diari conciden en que no cambian su barrio Montserrat por nada del mundo.

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