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Martes. CAP Sant Pere de Reus sobre las 12 del mediodía. Elisabet Guiot estaba pasando visita con una doctora situada en la tercera planta del edificio. Desde hace unos meses, lleva una prótesis tibial a consecuencia de una intervención en la pierna derecha que terminó con amputación. Mientras se encontraba pasando consulta saltó la alarma. Se trataba de un simulacro de incendio que afectaba a todo el CAP Sant Pere. Ante su imposibilidad de bajar tres pisos en su estado y con muletas (durante el simulacro no funcionaban los ascensores) le comunicaron que subirían a recogerla. Lo que ocurrió, explica, fue que nadie la evacuó de la sala durante el simulacro.
“Estuve entre 10 minutos y un cuarto de hora esperando sola en la planta y sin que nadie me dijera nada”, recuerda todavía bastante molesta y confusa con todo lo ocurrido. Sobre todo, porque al regresar todo el mundo se sorprendió de que nadie la hubiera subido a buscar. Es más, según subraya, fue el propio personal y usuarios del CAP los que la animaron a presentar una queja porque “si hubiera sido un fuego real, ¿qué hubiera pasado?”.
Fuentes consultadas del ICS, encargado de gestionar el CAP Sant Pere, explican que se celebran estos simulacros anualmente y dejan claro que en el caso de Elisabet se actuó de forma correcta. Según cuentan, en estas pruebas se desaloja a todo el edificio mientras que en el caso de personas con movilidad reducida sólo les informa de la actuación y no intervienen. En ningún caso, manifiestan, se las evacúa del centro médico. No obstante, si se tratara de un fuego real serían confinados lugar alejado de las llamas.
