Payeses de Riudoms: «Estamos contentos de poder ayudar, pero ver el pueblo vacío es desolador»

Unos 40 payeses voluntarios desinfectan las calles del municipio una vez por semana

14 abril 2020 06:40 | Actualizado a 19 abril 2020 08:54
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«Desde el Ayuntamiento de Riudoms nos propusieron ayudar en las tareas de desinfección del municipio. Fue un sí generalizado», explica Joan Carles Fontgivell, uno de los cuarenta payeses voluntarios que cada viernes, desde el pasado 27 de marzo, recorre con su tractor las calles y caminos desiertos de Riudoms para rociarlos con un tratamiento desinfectante del SARS-Cov-2.

Cuando se desató la alarma sanitaria por el coronavirus, ellos mismos propusieron unirse para aportar su granito de arena: tenían la maquinaria y las ganas. Solo faltaba coordinarse. Así pues, desde la concejalía municipal de Agricultura i Serveis Públics, el concejal Josep María Baiges, también payés, se puso en contacto con estos agricultores, consciente de que podrían cooperar a favor del pueblo. El resultado fue abrumador. Y es que Riudoms es un municipio donde, ya sea de forma profesional o para ocio, el de payés es un oficio muy secular. Un sector tan arraigado como demuestran las tierras que rodean el pueblo.

Cada viernes, por turnos rotativos, ocho payeses se desplazan hasta el almacén municipal, donde el personal de Brigades Municipal les da los Equipos de Protección Individual (EPI) y el líquido desinfectante: un producto autorizado que se compone de hipoclorito sódico, a 1%, diluido con agua. Un material, aseguran desde el Ayuntamiento, que es totalmente inocuo para personas y animales, pero que es muy efectivo para combatir el virus. Así pues recorren el sector que les corresponde para rociar y desinfectar las calles y el material mobiliario. «En cuanto a la manipulación de las máquinas y del líquido, a nivel de campo ya necesitamos el carnet sanitario para trabajar y adquirir tales productos, así que no hay problema», señala Joan Carles Fontgivell.

El alcalde del municipio, Sergi Pedret, explica que dos terceras partes de este producto procede de donaciones: «De una empresa del pueblo y de la tienda a la que solemos comprar el cloro de la piscina municipal, que también nos ha ayudado. La tercera parte la aporta el Ayuntamiento, con reservas que ya teníamos».

Tal y como explica Fontgivell, los tractores arrastran las atomizadoras, con bidones de capacidad de hasta 1.000 litros. Este aparato tiene un motor con un ventilador que permite rociar el líquido nebulizándolo y abarcando un amplio radio, llegando así a todo tipo de mobiliario urbano e incluso a las fachadas de los primeros pisos de las viviendas. «Con este método nos aseguramos de llegar a todas las zonas de la vía pública como papeleras o pasamanos donde el virus puede permanecer hasta 4 días. Y si hay algún tramo complicado, la Brigada Municipal coge el relevo con las mangueras», añade Sergi Pedret.

Con este método nos aseguramos de desinfectar todas las zonas de la vía urbana

«Es una sensación agridulce. Estás contento por poder ayudar, pero ver el pueblo vacío es desolador», apunta Fontgivell, que señala: «No estamos en nuestro hábitat natural. Pasamos de rociar árboles a contenedores, casas y coches. Es raro, pero la gente lo agradece y eso es reconfortante».

No estamos en nuestro hábitat natural, hemos pasado de rociar árboles a coches

La iniciativa ha sido muy aplaudida por la gente del pueblo por distintos factores. «Tiene un componente sanitario, ya que se trata de una acción preventiva; pero también es muy emotiva por quien lo hace, los payeses, que al final son los que trabajan y aman a la tierra y a su gente», señala el alcalde que también destaca la «espectacularidad» de ver a los tractores circulando por el núcleo antiguo y rociando el producto.

Comercio local, en auge

El comercio de proximidad de Riudoms está trabajando más que nunca. Así lo asegura el alcalde del municipio, que explica que desde que empezó el estado de alarma, la gente está comprando más en el pueblo. Por eso se plantea que, de cara al futuro «cuando todo pase habrá que valorar el trabajo del pequeño comercio que ahora dota de alimentos a los vecinos. Creo que seguir con este consumo, será el mejor reconocimiento que podemos darles».

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