¿Qué estás pensando?

Las redes sociales se han convertido en una de nuestras válvulas de escape, pero tan respetable es expresar libremente tus ideas como no hacerlo

02 octubre 2017 16:51 | Actualizado a 02 octubre 2017 17:01
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Temas:

Hace ya unos cuantos años que las redes sociales, a través de Internet, se han convertido en una de nuestras principales válvulas de escape. Si estamos bajos de ánimo, tenemos problemas en el trabajo, nuestro equipo de fútbol ha ganado al eterno rival, nos hemos discutido con el vecino del quinto, o estamos hartos de nuestro alcalde, echamos mano de Facebook o Twitter para expresar lo que en esos momentos se nos pasa por la cabeza. 

A través de las conexiones entre amigos y contactos, nuestros pensamientos se extienden por este mundo virtual a un ritmo vertiginoso, creándose debates y provocando nuevas reacciones y comentarios de gente que, incluso, en muchos casos ni conocemos. El debate del mundo real, donde existe el contacto cara a cara con la persona con la que estás hablando y las palabras van acompañadas de gestos, miradas, reacciones..., se ha sustituido por la expresión de nuestras ideas a través de las redes sociales.

Hace semanas que asisto, de forma curiosa, a la utilización de este tipo de plataformas -concretamente el Facebook- por parte de muchísimas personas para expresar sus ideas en referencia al referéndum independentista que se ha celebrado este pasado domingo 1 de octubre. Una red social de tal envergadura, como es lógico, se ha convertido en la mejor plataforma de difusión de pensamientos, sean cuales sean.  Los que tenemos la enorme suerte de acumular amistades (o conocidos) de diferentes ideologías, al abrir el Facebook nos podemos encontrar desde esteladas y proclamas independentistas, hasta enormes banderas españolas acompañadas del himno nacional. Ningún problema. Todo el mundo es libre de expresar lo que piensa siempre que lo haga desde el respeto y la tolerancia hacia los que no opinan como él.

Hace un par de años, después de la celebración de las mal llamadas elecciones autonómicas plebiscitarias, tomé la decisión de dejar de escribir comentarios sobre política en el Facebook. No estaba dispuesto a ver cómo amigos míos de diferente ideología se enzarzaban en discusiones inacabables por culpa de algún pensamiento personal. Desde entonces, y respetando siempre la forma de pensar de todo el mundo, me he limitado a ver cómo cada persona defendía sus ideas a través de esta red social sin la que parece que no podemos vivir.

Pero llegados al punto álgido del referéndum de este domingo -empañado por las tristes imágenes de la represión policial- e incluso los días previos a la celebración del mismo, he visto como mi mero papel de espectador de todo lo que se estaba diciendo no era entendido por algunos de mis amigos.
En medio de la vorágine de mensajes, proclamas, defensas políticas, imágenes, etc., en este mundo virtual prácticamente no había cabida para los que preferíamos no opinar. En esta ‘guerra’ abierta a través de las redes sociales, nuestro respetable silencio no ha sido entendido en muchos casos y se ha interpretado como cómplice de las ideas contrarias. O estás conmigo, o estás contra mí. Si no te mojas, es que estás defendiendo lo que dice el enemigo. Nada más lejos de la realidad, porque tan respetable es poder expresar libremente tus ideas como no hacerlo.

El momento cumbre se vivió el domingo, cuando Facebook se convirtió en el campo de batalla de ambos bandos. Apesadumbrado por lo que estaba pasando, traicioné ligeramente mi idea de no ‘mojarme’ y no pude evitar expresar mi tristeza al ver las porras blandiendo sobre las cabezas de personas que simplemente querían votar

Pasadas unas horas, con la resaca de la larga jornada del domingo todavía en mi cabeza, vuelo a abrir el Facebook y me encuentro con la pregunta de siempre: «¿Qué estás pensando?». Y libremente vuelvo a no contestarla

Comentarios
Multimedia Diari