Reus: Incluso las bandejas de panellets pueden depender del azar

La Rifa de la Confitura es el acto más tradicional de la capital del Baix Camp. Se celebra en el Orfeó

01 noviembre 2019 20:20 | Actualizado a 06 noviembre 2019 10:37
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Va bola, va bola va bola. Bola a la una, bola a las dos, bola a las tres. ¡Va bola!». Los reusenses seguro que se han sentido interpelados. Para los que no lo son, cabe explicarlo.

Esta es la cantinela que cada 1 de noviembre, coincidiendo con la festividad de Todos los Santos, se repite una y otra vez en la sede del Orfeó Reusenc. Se trata de la Rifa de la Confitura. Una tradición que, cada año, atrae a centenares de familias, que se reúnen en el Orfeó esperando que la suerte les sonría.

Los participantes únicamente tienen que apostar qué número va a salir del bombo (una tirada a 1 euro o tres tiradas a 2 euros). Después, esperar a que Pere Domènech –el encargado de hacer girar el bombo– saque número y tener la suerte de que la cifra coincide con la apuesta. ¿El premio? Lo más típico de esta fecha: pequeñas bandejas de panellets, confitura o botellas de moscatel, vino o cava. Algo tan sencillo, pero que aporta felicidad a, no únicamente a los más pequeños, sino a todos los públicos. «Mira lo que nos ha tocado: bandejas de panellets», decía contento ayer a media mañana un abuelo, mientras enseñaba las adquisiciones de sus nietos.

Teresa Sans y Josefina Roig eran dos de las participantes de la rifa de ayer. Llegaron pasadas las 12.30 h en el Orfeó Reusenc. Ya hacía rato que el sorteo estaba en marcha, pero era en aquella hora que la afluencia empezaba a crecer. Y es que muchos habían ido, primeramente, al cementerio y, antes de ir a comer, se pasaban por la Rifa de la Confitura.

«Es toda una tradición. Nos gusta, sobre todo, por el ambiente que hay», señalaban las dos amigas. La Teresa nunca se pierde el acto. En cambio, Josefina, era la primera vez. «Soy de Reus y sí que en alguna ocasión, cuando era pequeña, había venido, pero hace mucho tiempo», explicaba. Nada más llegar, se dirigieron a la mesa para hacer sus apuestas. Un gesto que prácticamente todos los asistentes hacían. Entre ellos, había muchas familias, «pero sobre todo vienen muchos abuelos y nietos», remarcaba, durante la jornada de ayer, el presidente del Orfeó Reusenc, Albert Bermúdez, que seguía con entusiasmo el acto. Se trata de una tradición muy arraigada entre los reusenses. Bermúdez recuerda que no es la única rifa de estas características que se celebra en la ciudad, «pero sí la más antigua». Y es que se celebra este sorteo desde principios de siglo XX y, en concreto, desde 1926. De hecho, Bermúdez asegura que es un acto «imprescindible» para la entidad, hasta el punto que «el Orfeó Reusenc no se entiende sin la Rifa de la Confitura».

El acto, no obstante, no se entiende sin la persona que hace girar el bombo que es, al final, el alma de la fiesta. Pere Domènech ocupa este ‘cargo’ desde hace prácticamente una década. Él ya está acostumbrado, pero para los asistentes, no deja de sorprender la rapidez con la que dice: «¡Y va bola, va bola, va bola!». Una frase que repite una y otra vez a gran velocidad, hasta que decide sacar número: «Bola a la una, bola a las dos, bola a las tres. ¡Va bola!». Y, por unos instantes se hace el silencio. «¡El 16!». Se oyen exclamaciones en el fondo de la sala. A alguien le han tocado panellets.

Comentarios
Multimedia Diari