Reus enmudece para condenar al violencia

En silencio, con los brazos alzados y con absoluto respeto, miles de personas recorrieron ayer el centro de Reus para rechazar la violencia. Fue la segunda movilización de una intensa jornada de protesta

04 octubre 2017 11:48 | Actualizado a 04 octubre 2017 12:08
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El caminar. El click de cámaras de fotos. Algún aplauso espontáneo y breve. Poco más se oía ayer tarde en un Tomb de Ravals que enmudeció. Miles de personas recorrieron el centro en silencio y con los brazos alzados. Una marcha convocada para rechazar la represión policial del domingo y que encabezaron varios miembros del cuerpo de Bombers. Con un respeto monumental, la comitiva salió del Mercadal dispuesta a recorrer el centro de la ciudad. Esta vez sin gritos. Sin consignas. Sin cánticos. Solo silencio. Reflexión. Todos los presentes coincidían en algo. Condenan absolutamente la violencia. Y lo escenificaron de la mejor forma.

Todo había empezado, de nuevo, en un Mercadal lleno a rebosar. Unas 10.000 personas, según la Guàrdia Urbana. Cifra que se disparó durante el recorrido por los arrabales, acercándose a las 15.000. En la plaza fue el momento de los gritos, las consignas y los parlamentos. Los miembros de las entidades soberanistas agradecieron a los reusenses su comportamiento cívico y respetuoso. Agradecieron a los bomberos y los agricultores su apoyo. Y a los Mossos. Y a los abogados que ayudaron en la jornada del 1-O «para defender la democracia». El llamamiento a la calma se mantiene: «Somos un pueblo pacífico y lo seguiremos siendo».

Masiva jornada de movilización por las calles de Reus

Intervino Àngels Ollé en nombre de la Plataforma del Pacte nacional pel Referèndum. Visiblemente afectada por lo ocurrido hace apenas unos días. «Hace mucho tiempo, demasiado, que recibimos golpes y bofetones de todo el Estado español», lamentó. Y añadió: «La de domingo nos petó en la cara y nos llegó hasta el alma. Catalunya tembló». Pero insistió en la importancia de la calma. De ser pacíficos. «Aprendimos que estamos muy solos. Así que, o defendemos nuestros derechos, o no los conseguiremos nunca», añadió Ollé. Acabó con unas palabras de Salvador Espriu: «Ens mantindrem per sempre més al servei d’aquest poble».

Desde la Taula per la Democràcia hicieron un llamamiento al conjunto de la ciudadanía a movilizarse ante todo lo ocurrido. Condenan «enérgicamente» los disturbios del domingo, «porque se trata de una violación de los derechos civiles y políticos». Ester Gomis, como portavoz de la Taula, recordó a los heridos del domingo, y subrayó la importancia de la unidad «como la mejor defensa de la democracia».

Los representantes del Ayuntamiento leyeron públicamente el comunicado que habían remitido horas antes. Para rechazar la violencia policial. Y pedir el desalojo de los agentes que están en el Hotel Gaudí. El alcalde, Carles Pellicer, subrayó el carácter pacífico de los reusenses. «Nos sentimos heridos, el domingo», añadió, justo antes de que se iniciara en la plaza un respetuoso minuto de silencio «por la paz, el respeto, el civismo y la dignidad». Justo después, los presentes entonaron el Cant dels Segadors.

Entonces llegaba el momento de prepararse. Dirigirse hacia la calle Jesús. En medio del Mercadal, apareció una urna. Tan perseguida en los últimos días. Fue ovacionada. Como los bomberos, que encabezaron la marcha silenciosa por el centro de la ciudad.

Parada en la Raval Robuster

Pancartas reivindicando paz. Condenando la violencia. Estelades. Alguna bandera de Euskadi. Todos ellos hicieron parada ante el hotel Gaudí. Con los brazos alzados, se situaron de espaldas. Luego, el recorrido otra vez en marcha y en silencio.

La protesta avanzaba y en la parte trasera llegaba el ruido. El del motor de los tractores. Si los bomberos abrían la comitiva, los payeses la cerraban. Los tractores recorrieron el centro también en señal de protesta y ovacionados. Apoyando por completo a la ciudadanía. A su llegada a la Raval de Santa Anna, ya cerca de la plaza Prim, se dispararon los aplausos. Los gritos de independencia. El fin de una gran movilización.

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