Reus se traslada a la playa con el cierre de la piscina municipal

Ni los clubs deportivos ni los pueblos cercanos han notado un traslado de usuarios a sus instalaciones

02 agosto 2020 14:10 | Actualizado a 02 agosto 2020 14:13
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Es la primera vez en 22 años que las piscinas municipales del Parc dels Capellans de Reus no abren en verano. Un hecho insólito provocado por las limitaciones y prevenciones de seguridad obligadas por el contexto del Covid-19 y, a la vez, una decisión llamativa dado que municipios vecinos con similitud de habitantes sí que han seguido ofreciendo el servicio: véase Tarragona, Cambrils, Torredembarra o Valls. Esta decisión ha afectado a alrededor de 25.000 usuarios (según la última cifra pública facilitada al Diari, de la temporada 2017) que se han quedado sin su opción habitual de ocio en verano. Una cifra creciente comparada con las 18.800 personas que visitaron las instalaciones en 1999, el segundo año de su inauguración -el 8 de agosto de 1998- cuando aún se ofrecía un horario nocturno de diez a una de la madrugada.

Jesica es una usuaria habitual de las piscinas. Suele ir con su familia a «echar el día». Este año ha tenido que readaptar su verano: «no tenemos coche, pero a pesar de ello preferimos ir a la playa en autobús que alguno de los clubs de la ciudad, porque ahí no cierran al mediodía». Jesica entiende que la seguridad sea la opción que guía en la toma de decisiones, pero «no le veo el sentido a poder estar en una plaza del Mercadal llena y no en una piscina tomando las precauciones».

Cuando el Ayuntamiento decidió no abrir las piscinas municipales, llegó a un pacto con los distintos clubes de la ciudad para poder ofrecer una alternativa a la ciudadanía. Sin embargo parece que esta opción no ha resultado muy exitosa. Así lo explica desde el C.N Reus Ploms, su presidente Isidre Guinjoan que por un lado agradece el trabajo del consistorio, que se ha hecho cargo de los costes y servicios, y por el otro analiza que «como mucho vienen una veintena de personas al día que serían usuarias de las piscinas». Guinjoan considera que mucha gente se ha dejado llevar por el miedo, y tampoco descarta que el funcionamiento de los clubes, dónde hay que utilizar gorro y hay unos horarios más restrictivos, tampoco ha acabado de convencer al usuario típico dels Capellans. También analiza, que, a falta de poder hacer un análisis completo sin haberse acabado la temporada, la falta de traspaso de usuarios se pude deber a «poca publicidad de la opción alternativa». Eso sí, asegura que la temporada en sí, está siendo baja por si sola: «hemos perdido entre el 40 y 30% de los usuarios respecto al año pasado».

Asimismo ocurre en los pueblos vecinos que sí han abierto las piscinas, dónde también se apuntaba un traspaso de usuarios. Joan, un vecino del barrio Immaculada, explica que alguna vez de ha decantado por esta opción pero que «ya que estás obligado a coger el coche, te vas a la playa», valora. De hecho, en Almoster, la piscina está más vacía que ningún año, cosa que, según su alcalde, Àngel Xifré: «es comprensible y nos va bien por la situación». Por su parte, en Castellvell, el Ayuntamiento ha limitado el acceso a su piscina dando prioridad a los empadronados en el pueblo.

El concejal de Deportes, Pep Cuerba, asegura que a pesar de haber sido una decisión difícil, «en el consistorio siempre ha primado la seguridad». En ese aspecto, señalan que las instalaciones del Parc dels Capellans tienen una configuración diferente de muchas otras piscinas, por su forma ovalada, sin carriles ni delimitaciones, con dunas y rodeada de césped, hace «prácticamente imposible poder controlar el aforo y el cumplimiento de la distancia de seguridad, a diferencia de una piscina rectangular con carriles», aseguran. Por su parte,

¿Y la economia?

Cada temporada, el Ayuntamiento invierte 170.000 euros en la apertura de las piscinas municipales. Un gasto importante que se cubre, en mayor medida, con la venda de entradas en taquillas, cubriendo RELLSA o el consistorio la parte restante. Esto invita a pensar que, en la decisión de no abrir, también se ha añadido un coste demasiado elevado, dado la fórmula que resta el límite de aforo permitido por el contexto actual.

Más allá de esto, Cuerba asegura que «no abrir las instalaciones, no significa no tener costes, ya que continuamos con un mantenimiento de la zona de césped y tareas de preparación de la temporada que se tomaron hasta mitades de junio, fecha en la que se tomó la decisión». El concejal también destaca que la plantilla de Reus Esport i Lleure continua «íntegramente desarrollando sus tareas y dedicación a las piscinas, compensándolo con otras tareas de mantenimiento». De hecho, subraya que los únicos afectados han sido las personas de contrato temporal y servicios como socorrismo, limpieza o seguridad, que no se han podido efectuar.

En ese aspecto, Joan, cree que esta decisión puede haber afectado a la restauración de la zona: «si ya estaba la cosa difícil, ahora los bares no pueden pescar ni uno de los usuarios de las piscinas”. Con todo, señala que “nos las hemos tenido que ingeniar para refrescarnos estos meses, pero eso sí, la seguridad, ante todo».

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