Roma, París y el pintor Morató Aragonès

Exposición. Los viajes del artista reusense a ambas ciudades forjaron su estilo y personalidad pictórica

30 agosto 2019 07:20 | Actualizado a 30 agosto 2019 07:40
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Obras pictóricas, fotografías y documentos del artista Josep Maria Morató Aragonès (Reus, 1923 – Barcelona, 2006) se exhiben en la exposición Les ciutats i els somnis. Roma i París, anys 50, que acoge el Arxiu Morató Aragonès, en Cornudella de Montsant (Priorat). La exposición permite adentrarse en una de las principales etapas de transformación de la personalidad estilística y pictórica del artista. Maria Elena Morató, hija del pintor, explica que «los viajes a Roma y París significaron una ruptura absoluta que se reflejó en su obra. Fueron los años que definieron su personalidad artística». Hasta el momento, indica Maria Elena Morató, «era descendiente del impresionismo; de la inmediatez de la pintura al natural; del lugar, el momento, las luces y las sombras».

Durante la etapa en Roma «descubre la pintura de estudio, con lo cual la obra es más elaborada y pensada, porque no está tan sujeto a las sombras y luces. La pintura de estudio es más racional, aunque es un aspecto que no tiene nada que ver con la madurez», añade la hija del artista. Los sueños creativos, nacidos al amparo del paisajismo impresionista durante la década de los años 40, pasan por la fascinación ejercida por los descubrimientos que Roma y París le proporcionan al pintor, y que contribuirán a alcanzar su estilo y afianzar su personalidad.

«En Roma y París cambió los pinceles por la espátula que es mucho más dura. En los primeros años se acerca al lenguaje abstracto, y después construye su personalidad que es una mezcla entre impresionismo, expresionismo y lenguaje abstracto, sin llegar a la abstracción», describe Maria Elena Morató. «Decidió seguir por el camino de la figuración, pero reflejando todos los lenguajes que la modernidad le había podido ofrecer», destaca su hija.

Viajero acérrimo

Josep Maria Morató Aragonès fue un artista con muchas inquietudes lo que le empujó a viajar por las ciudades más importantes. «Francia le encantaba, también fue al Reino Unido. Siempre forjó muchas amistades artísticas», señala su hija. Como anécdota, recuerda que «siempre llevaba unos papeles a la medida del bolsillo, y cuando se paraba en cualquier sitio tomaba notas y apuntes. Siempre trabajaba».

Maria Elena Morató destaca el ímpetu del pintor, «energía que transformaba en obra». «Se levantaba muy temprano y, como muy tarde, a las nueve de la mañana estaba en el estudio. Al mediodía paraba para comer y hacer la tertulia, que para él era sagrada, y después otra vez a trabajar. Era muy metódico», relata su hija. De hecho, en la exposición se exhibe el caballete que el artista tenía en Barcelona, junto con los pinceles, espátulas y los colores que utilizaba. También llama la atención una carpeta que aguarda apuntes originales del pintor reusense.

 

Más influencias

La hija del Josep Maria Morató Aragonès también ha reservado un espacio en la exposición para homenajear aquellos referentes pictóricos y paisajes sonoros que singularizaron la personalidad artística de su padre. Desde Paul Cézanne hasta Miquel Villà, pasando por Ignasi Mallol, Camille Gorot o Picasso; el músico y compositor Sidney Bechet; la Orquesta Fallabrino o el cantante italiano Marino Marini traen a la memoria una época en la que desde el impresionismo y expresionismo hasta la abstracción, la obra de Morató Aragonès encuentra el camino personal a partir de la influencia de las corrientes que en Roma y París rezumaban.

Les ciutats i els somnis. Roma i París, anys 50 se completa con una selección de obras de épocas diferentes, que van desde finales de los años 1930 hasta los 2000 procedentes de la Cessió Montserrat Pàmies y aportaciones y donaciones privadas. Obras que también descubren el espíritu del pintor reusense.

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