Sánchez o nada, versión reus

Munta i Baixa. Condicionar el consenso sobre infraestructuras con el gobierno municipal al apoyo a los presupuestos del Estado es un órdago inédito

09 febrero 2020 16:40 | Actualizado a 24 febrero 2020 18:32
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En el tablero político actual, la partida se juega a muchas bandas, y más en Catalunya. Pese a que unos detentan la presidencia de la Generalitat y otros la del Gobierno, es evidente que Junts per Catalunya no es el interlocutor predilecto para los socialistas de la misma manera que, a nivel local, la sintonía entre el alcalde Carles Pellicer y el portavoz del PSC, Andreu Martín, siempre ha sido escasa.

Un episodio en el que podría resumirse todo lo anterior es el diálogo sobre infraestructuras –ferroviarias, viarias y aeroportuarias– abierto entre el gobierno municipal (JxReus, ERC y Ara Reus) y el grupo socialista. La propuesta lanzada por el alcalde se concretó este jueves con un encuentro entre Pellicer y Martín, que tendrá continuidad con la primera reunión de trabajo prevista para la semana que viene.

Ambas partes confirmaron que hay acuerdo para trabajar conjuntamente en materia de infraestructuras, aunque con matices semánticos distintos. Mientras el gobierno municipal habla de «nuevo espacio político compartido que debe contribuir a la defensa conjunta de los acuerdos y proyectos que se deriven», los socialistas hacen hincapié en que «no se trata de un apoyo a ciegas» y celebran que el gobierno tripartito entienda que «el PSC es un socio imprescindible para desencallar asuntos como la estación intermodal o el Baixador de Bellisens y reivindicar proyectos ante el gobierno del PSOE de la mano de la concejal y diputada socialista Sandra Guaita».

Pero lo más sorprendente es la cláusula a modo de botón nuclear introducida por Andreu Martín y los suyos: «Este consenso se deberá traducir en un apoyo explícito a los presupuestos del Estado para que se puedan hacer realidad todas las demandas. Si no, habrá sido un ejercicio inútil, hablar por hablar».

Resulta un órdago sin precedentes condicionar un consenso en temas de ciudad a la aprobación de la ley de Presupuestos en el Congreso, donde los votos de ERC son decisivos y también podrían serlo los de JxCat. Lo que la nota de los socialistas no aclara, supongo que deliberadamente, es si exige el apoyo de ambas formaciones o con una basta si el resultado es favorable.

En cualquier caso, me parece un exceso llevar el «o Pedro Sánchez o nada» hasta la órbita municipal, pese a que el hilo directo con la Moncloa sea la mejor carta –y tras el pacto tripartito quizá también la única– de que dispone el PSC en Reus esta legislatura.

Como resulta difícil imaginarse a Pellicer llamando a Puigdemont y a Noemí Llauradó a Junqueras por la presión de Martín, entiendo que hay que leer la jugada en un contexto más amplio. Por un lado, el ahínco del PSC por apuntalar a Pedro Sánchez y a su apuesta por buscar una salida al conflicto catalán, y por el otro, la necesidad de los socialistas de no quedar al margen de las grandes cuestiones estratégicas del Camp de Tarragona. Recordemos, en este sentido, que el pacto territorial para las infraestructuras se ha quedado sin alcaldes del PSC en las principales ciudades.

Todo lo cual, sin descartar que el problema final radique en que el entendimiento entre Pellicer y Martín es más difícil que mezclar agua y aceite. Como muestra, el último embrollo sobre el cierre del Mercat del Carrilet, en que el PSC ha desmentido su apoyo a la decisión anunciada por el Ayuntamiento y que aún no habría pasado por el consejo de administración de la empresa municipal.

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