El pasado 12 de septiembre, una niña de siete años terminaba en Urgències del Hospital Joan XXIII de Tarragona. Tenía un orificio de entrada y salida cerca de la cadera y nada más llegar al hospital, se activó el aviso a Mossos d'Esquadra ante la sospecha de que la herida sería de bala.
El informe forense redactado no dejaba claro que la herida fuera de un proyectil, aunque no lo descartaba. La versión de los familiares de la pequeña explicaban una historia de que la pequeña jugaba cerca de una hoguera cuando escuchó una detonación y se percató de que le dolía la pierna.
Ante la falta de evidencias, las diligencias de Mossos se enviaron al juzgado pero se dejó una puerta abierta a seguir indagando para esclarecer cómo se había producido, ya que las versiones no terminaban de ser suficientemente esclarecedoras.
Ayer, la historia empezó a concretarse. Fuentes de la investigación señalaron que la herida en la pierna de la niña era efectivamente de un disparo de un arma corta, que estaba en la masía. No es concluyente que el autor del disparo fuera otro menor, que tuvo a mano la pistola y apretó el gatillo. Lo cierto es que la pequeña tuvo suerte y la herida fue en la pierna y no alcanzó ni la arteria femoral ni otras partes vitales.
Mossos encontró el arma y a su dueño, que carece de licencia y por tanto se le detuvo por tenencia ilícita de armas. Lo que si acreditan las mismas fuentes es que la acción con el arma de fuego fue una negligencia, por lo que no se puede imputar nada intencionado en este accidente fortuito, que por suerte no terminó en tragedia.