Vecinos de Reus, indignados por tener que costear parte de las obras de sus calles

En la última década, el Ayuntamiento ha aplicado contribuciones especiales a 8 expedientes de vía pública. Los propietarios ven necesarias las mejoras pero se oponen a financiarlas

29 octubre 2021 18:50 | Actualizado a 30 octubre 2021 20:59
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Vecinos de once puntos de la ciudad han tenido que pagar directamente de su bolsillo, en la última década, parte de las reformas integrales que el Ayuntamiento ha ejecutado en sus calles. Se trata de ocho expedientes en los que el consistorio ha impuesto contribuciones especiales, un tributo aplicable cuando se considera que la obra pública que se realizará en la zona repercute en beneficios evidentes para quien tiene allí casa o negocio, o incluso incrementa su valor.

El más reciente proyecto de este tipo, el que será el octavo con Carles Pellicer en la alcaldía, empezó a desarrollarse en verano con la puesta al día de la red de aguas y abordará las intervenciones de más envergadura probablemente a partir de la semana que viene. Afecta a las calles Miró, Santa Helena y a un tramo de Verge Maria, y da continuidad al arreglo anterior de sus vías aledañas. Los propietarios de los inmuebles encajados en esta isla sufragarán un 14% de los trabajos. En la comunidad hay consenso sobre que la remodelación es necesaria y debería haber llegado antes, pero también lo hay sobre que «querríamos no tener que aportar un añadido por ello y no nos dan más remedio que hacerlo». Muchos se preguntan «si ya cumplimos con nuestros impuestos, ¿por qué tenemos que pagar dos veces?» y lamentan que «las cantidades no son precisamente mínimas».

El gobierno municipal defiende que las contribuciones especiales se sustentan siempre sobre informes técnicos, se rigen por criterios objetivos y son inferiores a las de otros municipios. Sostiene que estos tributos se han reducido notablemente respecto a la etapa socialista y se aligeran mediante la captación de subvenciones. La concejala de Hacienda, Mariluz Caballero, remarca el deber de ceñirse a la «justicia fiscal» y puntualiza que «si se identifica algún caso donde está clara alguna dificultad para pagar, se estudia y se trata».

La concejala incide en que, fruto de que «somos plenamente conscientes del impacto que tienen las contribuciones sobre los vecinos», el gobierno ha optado por «bajar el porcentaje de financiación que va a cargo de los propietarios, y que con la llegada de Pellicer pasó del 50 al máximo del 35%», y recuerda que «tratamos de obtener subvenciones de otras administraciones que van a estos expedientes, de tal manera que el coste final para los propietarios sea el más bajo posible». Además, «somos más restrictivos sobre las obras susceptibles de financiarse así, de forma que no cualquier actuación de mejora se hace pagar a los vecinos».

En Miró, Santa Helena y Verge Maria se quejan de que «pagamos impuestos y se pasan bastante; nos dijeron que sería muy poco pero, por poco que sea, es algo y todo son gastos». El propietario de una de las viviendas del área que se remodelará, que prefiere no aportar su nombre, explica que «nos vemos atados de pies y manos, no importa si estamos de acuerdo o no porque nos toca pagar», apunta que «aunque se nos cobrará a nosotros, por aquí puede pasar todo el mundo» y denuncia que «ya que nos va a costar un buen dinero, tampoco es comprensible que las obras tengan que durar tanto como cuatro meses con las molestias que eso comporta».

A quienes tienen vado y no podrán acceder a su garaje, el Ayuntamiento está ofreciendo tarjetas para estacionar en el parking de la plaza de la Llibertat. Pese a ser una alternativa, «con los críos y el ritmo del día a día, no es lo mejor para nuestra logística», opina otra vecina, que valora que «claro que nos gusta que la calle esté mejor y la reforma es necesaria pero, no nos hace ninguna gracia tener que pagar para que esto se arregle». Una tercera residente en el lugar, que quiere igualmente permanecer en el anonimato, destaca que «es imprescindible hacer algo aquí porque se puede observar cómo está el suelo, y no se tenía que haber llegado a esta situación». «Pero no es lógico que tengamos que asumirlo los propietarios», añade.

Algunos detallan que, «al tratarse de islas y dado que las contribuciones toman como guía la fachada, hay a quien le tocará cargar con varias obras». Y se preguntan qué pasará con las aceras: «Si el Ayuntamiento las coordina para que coincidan las de las diferentes calles, ¿se estrecharán las que ahora estaban bien? ¿Pagaremos y el resultado será que nos quiten los árboles?». El proyecto incluye la retirada de los adoquines de la calzada para generar una sola altura y «los adoquines, solo con que estuvieran rectos y colocados como toca, son convenientes».

El presidente de la Federació d’Associacions de Veïns de Reus (FAVR), Marcos Massó, dice que «es perfectamente comprensible que los vecinos no quieran asumir las remodelaciones porque al final pagamos por todo y la gente ya está cansada», y añade, por otro lado, que «también es cierto que hace muchos años que se hacen obras así».

Apoyarse en subvenciones

En cuanto a las contribuciones especiales, en la parte económica, el Ayuntamiento pone datos sobre la mesa. Analizando los últimos diez años, y teniendo en cuenta solo siete de los ocho expedientes –ya que este último aún no ha culminado–, Caballero concreta que «respecto a la época anterior, se ha reducido un 65% la cantidad de obras financiadas con este mecanismo: han pasado de ser 2 por año a una media de 0,7 por ejercicio». En este tiempo, «sobre inversiones del Ayuntamiento de cerca de 28,5 millones de euros, 922.035 euros han sido con contribuciones especiales y, de estos, 215.252 es lo que han pagado los vecinos». «La financiación que han supuesto las contribuciones se ha reducido un 84% y los ingresos procedentes de ellas han supuesto el 0,74% de las inversiones municipales, mientras que en el período anterior eran del 4,61%», especifica la concejala que dice que «gracias a la política de aplicación de subvenciones, el coste real que han soportado los vecinos ha caído un 51%».

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