Vecinos del barrio Gaudí buscan concienciar a los incívicos

Se quejan de que 'sólo es cuestión de voluntad el tener las calles limpias' y dicen estar ya mucho tiempo en las mismas. 'Es tener un mínimo de decencia, porque el barrio es de todos'

19 mayo 2017 16:52 | Actualizado a 19 mayo 2017 16:52
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«Muchas veces nos encontramos basura voluminosa fuera de los contenedores. Desde colchones hasta armarios, y eso a veces, dificulta el paso de las personas por las aceras, no es para nada estético», describe la presidenta de la Associació de Veïns Barri Gaudí, Maria del Mar Escoda, sobre el problema cívico que afecta a ciertas zonas del barrio. Aun así, según afirma, «se trabaja en ello». En el capítulo social, desde la Associació de Veïns Barri Gaudí se está trabajando en la mejora de la convivencia, la inclusión social y el civismo. «Queremos fomentar la unión entre comunidades, de cualquier colectivo que viva en el barrio, sin distinciones. Pero también queremos concienciar de que se han de seguir unas buenas prácticas», explica la presidenta de la agrupación vecinal. Por todo ello, este año se han focalizado en trabajar a fondo el tema de la inclusión social. «Si la gente empatiza con un colectivo de gente, resulta ser siempre más fácil hacerles entender que hay una serie de normas cívicas que se han de cumplir», añade.

Mediante unos talleres de idiomas –iniciados el curso pasado y ya bastante consolidados– los vecinos extranjeros aprenden catalán y castellano. El público mayoritario es el de las madres. «Se pretende crear una complicidad, un punto de encuentro», especifica.


Alquileres sociales
En el tema de alquileres sociales, el equipo de Escoda también trabaja para mejorar la vida de muchas personas que han sufrido un desahucio, e incluso luchan también por evitarlo. «Se tiene que ser muy prudente, porque todo lo que se realice ha de ser plenamente legal. Está siendo un proceso muy lento y estamos siguiendo el protocolo que nos marca la administración pública» , resuelve.

Y es que según apunta, el alquiler social es una de las opciones por las que la gente se ha estado decantando cuando no ha podido pagar el alquiler o la hipoteca. El nivel adquisitivo ha bajado a causa de los despidos, entre otras causas, y las muchas familias no se han podido permitir alquilar una vivienda mediante el procedimiento habitual.

Aun así, la presidenta se alegra de informar que la labor de inclusión social está dando sus frutos. «Muchos han conseguido trabajo y se vuelven a reinsertar en la comunidad. Al empezar a trabajar, quieren empezar de cero y hacer las cosas bien», prosigue Escoda. De hecho, el número de ocupaciones ilegales, «es actualmente inexistente. Hemos pasado por un boom, y estas mafias de ilegales se han ido desmontando poco a poco. Ahora, no tenemos constancia de la existencia de ninguna. Y muchos de los que han dejado de ser ocupas están cansados de dicha etiqueta». En esta línea, Escoda aporta que muchos de los ocupas fueron a pedir ayuda a la asociación. «Hasta veinticinco familias vinieron, 18 de las cuales no nos son desconocidas. Han vivido aquí toda la vida. Con hijos y sin casa, a causa de los desahucios», continua Escoda. Es el caso de Isabel Rodríguez y Segundo Martínez, quienes se han reinsertado en la comunidad y han creado un nuevo comercio llamado La Tienda, una especie de bodega con productos de alimentación. El barrio también luce más movimiento de servicios, es el caso de la frutería o la carnicería, por ejemplo. Por no hablar de que también se cuenta con un tejido educativo sólido con el Col·legi Ciutat de Reus, el Institut Gaudí y el Mas Carandell, que no se detiene a renovar programación y cursos de ampliación educativa.


‘El pavimento es un peligro’
A nivel urbanístico, Escoda destaca la irregularidad del pavimento de algunas plazas como La Sagrada Família, que luce importantes socavones que «fácilmente provocan caídas a cualquiera y es un peligro. Remodelar supone un gasto cuantioso, es un proyecto pendiente». De algo similar se quejan desde la asociación, sobre el estado del paseo de la Boca de la Mina. «El alcalde ha venido a verlo unas cuantas veces, pero está todo parado», explica.

Como también lo está la segunda fase del del solar habilitado como parking de los bloques Cobalt, Blau y de la calle Badalona. «Es triste que vecinos que pagan impuestos durante 40 años, tengan aún que pisar tierra para entrara a sus casas. Y cuando llueve, fango», dice Escoda.

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