Los últimos plenos de 2020 sirvieron, en gran medida, para certificar el traspaso del Hospital Sant Joan a la Generalitat. También para aprobar los presupuestos, los primeros sin incluir las partidas destinadas al Sant Joan y al Grup Salut. De hecho, el año pasado se puso fin a un hospital de titularidad municipal que en los años ochenta impulsó la creación de un entramado de empresas que, durante más de tres décadas, gestionó la sanidad de la ciudad y otros servicios públicos.
Entre ellos estaba el Centre Mèdic Quirúrgic (CMQ) de Reus, que la semana pasada inauguró nuevas dependencias en el antiguo hospital. No obstante, su caso podría considerarse único dentro de la extinta Innova. Todavía conocido popularmente como la Clínica Fàbregas, entró a formar parte del holding municipal en 1998 adoptando el nombre de CMQ. Pasó a tener una gestión pública pero prestando servicios a mutuas y privados. Y así hasta el día de hoy y a pesar de las recientes diferencias (derivada judicial incluida) que la propiedad de la clínica tuvo con el Ayuntamiento.
Las nuevas instalaciones dan servicio a las consultas externas, a las pruebas digestivas y el próximo lunes empezarán a funcionar las nuevas urgencias. Y todo ello sin olvidar que está proyectada una segunda fase que contempla centralizar la actividad del CMQ en el antiguo hospital y ampliar los servicios.
Desconozco si llegaremos a ver esto algún día, aunque sería necesario para mantener el único servicio sanitario municipal con la máxima calidad posible. Cabe recordar que las hospitalizaciones sólo tienen lugar, de momento, en las dependencias de la calle Gaudí. Dicho esto, es justo destacar el esfuerzo del consistorio (de 2 millones de euros) en invertir recursos propios en la sanidad más allá de todo lo que concierne al maldito coronavirus.
El Aeropuerto fue el que más viajeros perdió de forma porcentual de todo el EstadoY de la buena noticia que supone haber mantenido y ampliado el CMQ a otra menos optimista. Se trata de los datos conocidos hace cuatro días sobre el tráfico en el Aeropuerto de Reus a lo largo de todo el 2020. Según éstos, en doce meses pasaron por la capital del Baix Camp 39.460 pasajeros, un 96,2% menos que en 2019. Es cierto que todos los aeródromos de la red de Aena vieron reducidos el tráfico de media un 70%, pero el de Reus es el que perdió más viajeros de forma porcentual.
Aún así, no creo que esto sea lo que más deba preocuparnos. El impacto de la covid ha sido devastador para el tráfico aéreo de todo el mundo. El problema está en cómo se podrá recuperar todo lo perdido ante los enormes interrogantes que presenta el futuro inmediato para infraestructuras del tamaño y tráfico como el de Reus. Por no hablar de su dependencia al turismo y, sobre todo, el procedente de una Gran Bretaña con el Brexit recién estrenado.
Asentado las últimas temporadas en el millón de pasajeros anual, al aeropuerto siempre le ha faltado un empujón que le situara en un rol más protagonista dentro del mapa aéreo de Catalunya. Porque su peso e importancia como motor económico para el territorio está fuera de toda duda. Y será más necesario que nunca para remontar la crisis actual.