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    El incivismo deteriora el Raval peatonalizado de Reus y los comercios reclaman más mantenimiento

    Hay suciedad en el pavimento y en los ‘parklets’ y destrozos en la jardinería. Las cámaras de videovigilancia fueron vandalizadas. La reforma tiene solo cuatro meses. La Urbana anuncia «contundencia» contra quien «genere una mala imagen de Reus»

    25 julio 2022 19:39 | Actualizado a 26 julio 2022 07:00
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    «Apenas lleva unos meses acabado, pero parece que sea muy viejo» es la frase más repetida entre los comerciantes del tramo peatonalizado del Raval de Santa Anna. La reforma integral de la zona para restringir el paso de vehículos, con la instalación de parklets y bancos, «ha hecho que venga mucha gente que usa el mobiliario y lo disfruta», pero «no todo el mundo cuida la calle como debería» y, «sería bueno que hubiese un poco más de mantenimiento», opina Silvia desde Vinalium, uno de los establecimientos de este punto de la ciudad.

    Los tenderos señalan manchas oscuras en el pavimento, que algunos atribuyen a cera de los cirios que cayó en las procesiones más recientes y no se ha logrado desincrustar. La jardinería de los parklets se ve seca o demasiado frondosa y varias veces ha sido arrancada. El agua del riego se filtra bajo las plataformas. Las cámaras de vigilancia y de lectura de matrículas fueron vandalizadas: alguien las ha pintado con spray, pese a que el Ayuntamiento todavía no las había encendido. Hay baldosas desprendidas y la vegetación que rodeaba al arbolado ha desaparecido o se ha convertido en malas hierbas.

    El gobierno dio por finalizado el grueso de la peatonalización entre la calle Santa Anna y la plaza Prim –la primera de las dos partes que integran el proyecto– hacia marzo, hace solo cuatro meses. La obra contó con un presupuesto de cerca de 380.000 euros y es una de las intervenciones estrella del mandato. La Urbana avisa de que será «contundente» contra los incívicos, cuyos actos relaciona con el ocio nocturno.

    «Estaría bien tener una campaña ciudadana, pedagógica y de concienciación, para que todos aprendiéramos a ser más cívicos», precisa Silvia, que lamenta que «aunque es nuevo y se limpia, todo se ve ya algo sucio y la jardinería no se mantiene mucho». Cerca de su negocio, en Janna Estilistes, piden que «haya más verde y no tanto cemento», y «mantenimiento. Si tenemos esto, que se conserve bien».

    Desde otro establecimiento, Alma Boutique, Raquel explica que «la semana pasada, robaron las plantas de los parklets». «Falta que la policía esté pendiente», apunta, y lamenta que los bancos «llevan aquí muy poco, pero ya tienen aspecto de sucios y parece que esa suciedad no salga». «La gente los usa muchísimo pero es feo que, al sentarse, vean que la jardinería está seca y que el agua se cuela por la tierra, cae por abajo y sale por el pavimento», indica. En las esquinas de los parklets la humedad ya ha hecho mella.

    Raquel recuerda que «el otro día, se sentaron unas personas a beber y dejaron aquí los tetrabriks de vino». Al estar tan cerca de los escaparates, a los comerciantes les preocupa el uso de las plataformas. Y otra reclamación generalizada es la de que «se coloquen más papeleras, porque hay quien se pone a comer y luego no encuentra dónde tirar los envoltorios y los deja allí». Justo al lado de esta tienda, la cámara de vigilancia y la del sistema de lectura de matrículas «las han pintado con spray para taparlas».

    «La vida ahora es muy diferente»

    Al frente del centro de estética Atemporal, Maica opina que «el nuevo mobiliario se usa mucho» y, por eso, quisiera que «la gente tenga en cuenta que hay que intentar no mancharlo, porque hace nada que está aquí y ya se ve muy sucio. Es una lástima». «La vida que hay desde la peatonalización es muy diferente y eso se agradece», añade, pese a que «es pronto para saber si eso repercute en más clientela, pero sí que hay gente que viene a preguntarnos».

    Para Àlex, tras el mostrador de Sensitive CBD, «es genial que hayan peatonalizado esto pero, si no hay personal de mantenimiento o de limpieza y la gente es incívica, es un problema del Ayuntamiento». «Hay malas hierbas, la gente no usa mucho las papeleras y no hay demasiadas. Es cosa de todos, pero está claro que el mantenimiento es cero», detalla, aunque destaca que «estamos mejor que cuando pasaban coches y ya se ha reflejado en las ventas». «Lo que hay que evitar es hacer las obras por tramos, porque empezará la segunda fase y volveremos con ruidos, polvo...». Los comerciantes calculan que la última parte de la transformación comenzará entre agosto y septiembre.

    Además, des de Finques Arangonès han visto ya «a jóvenes y mayores que tropiezan con los botones metálicos del suelo». Se quejan de que «si esto se peatonalizó para evitar la contaminación, no debería permitirse que tengamos la contaminación acústica que hay por la fiesta de noche» y constatan que «a veces se meten coches en lo peatonalizado, también contradirección», mientras que «los vecinos lo tienen difícil para acceder a sus parkings, dan rodeo y pasan malos tragos».

    «Si hay falta de civismo, es porque la gente no cuida lo que tiene», expresa, desde la bodega La Parra, Marc Niubó, portavoz de los negocios del Raval, y opina que «las cosas nos pueden gustar más o menos pero, si las maltratamos, se deterioran». «Los sábados, las plantas siempre están arrancadas», denuncia, y dice que «hay quien no ve que la ciudad es de todos». Sobre la obra, indica que «puede haber puntos de vista, pero no ha quedado mal y falta una segunda fase. Cuando acabe, sí que quizá hay que decir ‘que todo quede igual, hagamos un mantenimiento a lo primero’». «Si tenemos una parte nueva que ya parece vieja, cuando esté lo siguiente habrá un salto», explica, y opina que «hay que hacer el resto, acabarlo y unificarlo, y lograr que dé buena imagen».

    La policía lo vincula al ocio nocturno

    Por su parte, el alcalde, Carles Pellicer sostiene que «es intolerable que gente incívica malogre la ciudad, y más cuando es una obra acabada de estrenar». «Actuaremos siempre con la máxima contundencia contra los incívicos» porque «es un problema de educación que nos genera un gasto innecesario e inadmisible a la ciudad. Con la Guàrdia Urbana trabajamos desde la prevención, pero también desde la sanción, ante aquellas inquietudes que alteran la convivencia y generan una mala imagen de Reus».

    En esa línea, la concejala de Seguretat, Dolors Vázquez, dice que «gran parte de los actos incívicos están vinculados al ocio nocturno y, por eso, la Guàrdia Urbana tiene en marcha una campaña específica». Así, «las noches de viernes, sábados y vigilias de festivos se incrementa la cantidad de patrullas, uniformadas y de paisano, en tareas de prevención y denuncia de las infracciones que generen personas que no respetan el descanso vecinal o que llevan a cabo actos de incivismo».

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