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    Fabiana Bernaldo: «Trato de demostrar que se puede consumir con conciencia»

    Entrevista a la Pedagoga y tendera. Su proyecto alternativo con El Árbol ejemplifica que otra forma de comercio más sostenible es posible si se apuesta por los proveedores adecuados y se tiene el empeño de tirar hacia adelante

    14 enero 2023 12:51 | Actualizado a 14 enero 2023 12:54
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    La tienda El Árbol acaba de cumplir 28 años desde su apertura en Reus. Su propietaria Fabiana Bernaldo ejemplifica el esfuerzo por mejorar un entorno local e implicar a la ciudadanía en un comercio de proximidad que funcione en red y de forma colaborativa.

    ¿Cómo fue emprender este proyecto comercial?

    Abrí en 1994 como parte de un proyecto que se llamaba Alternativa 3, que era una red de una cooperativa de lo que entonces se llamaba comercio justo, que era comprar a productores en países del tercer mundo y vender aquí sin intermediarios. En aquel momento un proyecto solidario así era algo rarísimo. Había hecho un estudio de viabilidad y avalaron mi proyecto porque entonces no había nada igual en el territorio. Estuve dos años en la cooperativa y luego me fui porque no estaba de acuerdo con algunas cosa. Por ejemplo, como era una imagen conjunta, había gente que tenía proyectos propios que me hubiese gustado apoyar y no podía.

    ¿Y después se focalizó en el comercio de proximidad?

    Me empecé a dar cuenta de que igual comprabas unas camisetas de algodón orgánico en África, pero si eran pequeñas cantidades los gastos eran muy elevados y presionaban a los productores. Entonces, poco a poco fui virando hacia el producto más local, también porque la situación medioambiental cada vez era más grave y no quería participar de traer productos que cruzasen medio mundo.

    «Si quieres seguir una línea, unos principios, hay muchas cosas a las que tienes que ir diciendo que no por el camino»

    De ahí, el valor de sostenibilidad de la tienda.

    Parece un poco pretencioso lo de querer cuidar el planeta, pero trato de demostrar que es posible consumir con conciencia, dejando una huella limpia; la gente me pregunta y yo cuento la historia de cada producto, de dónde vienen, reviso siempre todas las etiquetas. Si comprase una camiseta con una composición de 80% de poliéster no sería fiel a mi criterio.

    Antes de la tienda, ¿a qué se dedicaba profesionalmente?

    Soy profesora de filosofía y trabajé en un proyecto de Educadores por la Paz aquí en Reus sobre una educación no sexista y no bélica, con juegos cooperativos... Vengo de la rama educativa, soy pedagoga también, y enseñar, compartir información es parte de mí. Cuando acabé la carrera, estuve viviendo en la selva amazónica durante un año y fue una experiencia increíble, y cuando volví tuve mi primera experiencia comercial en una empresa de tarjetas de crédito de Argentina. Entonces era muy joven pero ya tenía claro que quería ofrecer un servicio, después ya vino mi experiencia educativa, y antes de abrir la tienda, estuve en diferentes grupos que tenían un pensamiento alternativo de proyectos sostenibles.

    «Los proyectos de la zona son los que dan alma a la tienda y hacen que sea diferente; son proyectos pequeños e interesantes para el territorio»

    ¿Qué supuso dar el paso?

    Yo empecé con un crédito porque mi hija entonces tenía 4 años y estaba criándola sola. El almacén de la tienda se convirtió en su espacio de juego y después de estudio, para hacer los deberes; creció con mi hija. Tenía que sacarlo adelante como fuese y, al principio, no tenía la experiencia que tengo ahora ni la fuerza ni la claridad. Amigos empresarios me decían que cerrase, pero no lo hice porque era aceptar que no funcionaba y tenía que descubrir cómo conseguirlo. Y remando, remando, han pasado ya 28 años. Para mí es importante porque demuestra que se puede hacer y que se puede sostener en el tiempo. Es complicado económicamente porque si quieres seguir una línea, unos principios, hay muchas cosas a las que tienes que ir diciendo que no por el camino. Yo siempre he llevado la tienda desde mi intuición, incluso los proveedores, solo trabajo con gente con quien me siento a gusto para evitar problemas futuros. Quien quiera empezar un proyecto con sus propios criterios, puede ver que es posible vender al público de otra forma.

    Además, colabora con otros proyectos y entidades locales.

    Creo que una persona sola está limitada, pero si te juntas con otras, unes fuerzas e implicas a la gente. Hicimos un proyecto con la escuela Prat de la Riba y los niños vieron que pueden participar de su ciudad y cuidarla. También, iniciativas con las compañeras de Comerç Solidari, y proyectos de la zona que son los que dan alma a la tienda y hacen que sea diferente; proyectos pequeños e interesantes para el territorio.

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