La ciudad jugable

«Queríamos que el barrio ofreciera alguna cosa más a los niños para jugar en movimiento, que no tuvieran que estar con las maquinitas o limitarse a los típicos columpios», explica Ana Belén Castaño, presidenta de la Associació de Veïns Sol i Vista. Con ese objetivo, la entidad solicitó hace unos meses, a través del Pla Comunitari, «pintar formas en el suelo que, además de para divertirse, ayudaran a los chiquillos también a desarrollar la imaginación».

El montaje, que se desplegó a finales de verano, quedará oficialmente inaugurado hoy. Junto a él, «nos colocarán unos códigos para que todos que podamos saber, finalmente, qué maneras de utilizarlo hay, más allá de las que salen por intuición», añade Castaño. La idea inicial de Sol i Vista era algo distinta a la que se ha acabado materializando. «Buscábamos que fueran los propios niños los que dibujaran en el suelo porque así participarían desde el principio y lo sentirían como algo suyo, y apenas hacían falta unos botes de pintura», explica la lideresa vecinal, que comenta que «al final, el Ayuntamiento adaptó la iniciativa y la puso en manos de un artista».

El origen del proyecto iba incluso más allá. «En realidad, todo surgió con el barrio Gaudí, cuando la presidenta de su asociación de vecinos, Maria del Mar Escoda, vio que existían esos juegos y pensó que estarían bien y que a los chavales les iban a gustar». En efecto, la plaza de la Sagrada Família cuenta con un circuito pionero desde 2021, dirigido a recuperar la calle como lugar de aprendizaje, ocio infantil y encuentro de familias y vecinos, pero también como un lugar para la práctica de hábitos saludables o hasta para reivindicar los juegos más tradicionales al aire libre.

Esa es precisamente la filosofía de la ciudad jugable, el concepto en el que Reus trata de avanzar con una fórmula urbanística que abra el espacio público a los niños.

Paredes decoradas, mesas de pícnic y parques

Un millar de alumnos de primaria de 24 escuelas ya tuvieron oportunidad de pronunciarse sobre esta cuestión a través del Consell d’Infants. Pidieron áreas seguras alrededor de los colegios para circular en bici o en patinete, suelos blandos y con vegetación, paredes decoradas, mesas en zonas de pícnic donde tomar la merienda, más parques, aceras anchas y, también, juegos pintados en el suelo. Con los de Sol i Vista, el municipio avanza un paso más hacia esa meta.

Pero aún queda mucho y, quizás, justo lo más mundano. «Ya que hacían los juegos, nos habría gustado que repararan las baldosas levantadas que hay alrededor, porque si se caen los niños también se pueden hacer daño», indica Castaño. A la Associació de Veïns le gustaría, igualmente, que el recorrido se ajustase para poder seguirlo camino de la escuela sin tener que detenerse al cruzar la calzada.