Los restos del bibliófilo de Reus Salvador Torrell descansan en el Panteón de Hijos Ilustres

Los restos de Salvador Torrell i Eulàlia y su esposa Mercè Benavent de Barberà ya descansan en el panteón de Hijos Ilustres. A raíz de la colaboración entre el Ayuntamiento y la Comunidad de Jesús, su vida y obra ‘pertenecen’ de nuevo a su ciudad natal. También, con la cesión del fondo bibliográfico y de la colección sobre San Francisco del matrimonio Torrell-Benavent.

Su unión, precisamente, estuvo marcada por su devoción a la espiritualidad franciscana y de Sant Carles de Foucauld, además de la defensa de la lengua y cultura catalanas. La relación de afecto y amistad que desarrollaron con la comunidad hizo que esta custodiase los ejemplares editados por el Torrell de Reus, además de una biblioteca personal que abarcaba la cultura popular, la historia de Catalunya y un gran peso poético.

En el marco de las iniciativas conmemorativas de la Comunidad de Jesús, la concejalía de Serveis Generals ha gestionado el traslado de sus restos al Cementiri General de Reus, pues desde su fallecimiento hace más de 30 años, el matrimonio descansaba en el cementerio parroquial de Sant Genís dels Agudells de Barcelona.

«Este acto formal de homenaje ha permitido devolver sus restos, preservando el fondo bibliográfico y aumentando la riqueza cultural de su ciudad», describe Mercè Ferrer, en representación de la Comunidad de Jesús.

Activista y defensor de la lengua

La donación, de hecho, consta de más de 500 publicaciones, postales, instancias, gozos y planchas de grabado del reusense. Nacido en 1900, Salvador Torrell fue un editor, impresor y bibliófilo que, desde muy joven, se inició en el activismo cultural y la defensa de la lengua catalana. Especialmente en el ámbito literario, «El Torrell de Reus es una marca, un sello de calidad», señala Daniel Recasens, concejal de Cultura, quien recuerda su destacada labor durante la posguerra e, incluso, anterior. «Ya en 1918 inició las primeras clases de catalán en el Centre de Lectura», explica.

Más adelante, montó un comercio de alpargatas en cuya trastienda vendía libros -sin ningún permiso- y que se convirtió en «un punto de encuentro para la lectura, un espacio de tertulia en el que se impulsaba el catalanismo, la poesía y sus ideas emancipadoras», describe Enric Aiguadé, quien gestionara en su día el primer fondo bibliográfico de Torrell como director de la Biblioteca Xavier Amorós.

Torrell se relacionó con literatos reusenses de la época, como Prous i Vila, Vallespinosa e Iglésies; intelectuales como Segarra y Espriu; artistas como Ceferí Olivé y hasta sindicalistas como Nin. Su Llibreria Nacional i Estrangera reunió a los principales ‘letraheridos’ de la comarca, pero, a su vez, fue perseguido y condenado por sus publicaciones catalanistas y su militancia política.

Su compromiso con la lengua y el país, pese a las represalias que sufrió, hacen de este ejercicio de memoria -en el que regresa a ‘casa’- un acto ciudadano necesario.