Montserrat Massó: «En lugar de ir a ver catedrales, siempre paro en los mercados»

La pintora Montserrat Massó siempre ha sentido verdadera pasión por el dibujo y la pintura. Tras diferentes cursos de formación y muchos viajes, ha encontrado un sello único para sus obras: la vida que tiene un mercado, o los mercadillos ambulantes, con su movimiento de gente y sus colores.

¿Cómo descubrió su pasión por la pintura?

Desde pequeña, siempre me ha gustado dibujar. También tenía un tío que era pintor e iba con él cuando pintaba fuera; mi abuelo era pintor de paredes y hacía él mismo las cenefas, no las compraba. El olor a pintura siempre me ha acompañado. Al principio, cuando tenía unos 12 años, iba clases de Magda Nogués e iban todas las niñas reusenses que querían aprender dibujo. Después fui a la Escola d’Arts i Oficis de Tarragona e iba a pintar paisajes a las afueras. Un día, estábamos en La Garrotxa, pintando con el caballete diferentes paisajes, y fuimos al mercado de Olot y me encantó. Entonces tendría unos 20 años y me cautivó todo ese movimiento, además había muchas aves que traían las payesas... Como en invierno trabajaba como profesora en una escuela en Salou, no podía salir a pintar, y empecé a hacer fotografías para pintarlo luego.

¿Siempre pinta a partir de la fotografía?

A veces hago pintura al natural, sobre todo dibujo de personas, acuarelas u otras cosas. Pero Suelo hacer las fotografías y luego cambio la composición, añado o quito elementos para que quede mejor. Me encantaría pintar al momento, pero en los mercados la gente se mueve constantemente.

He hecho cuadros del mercado de Fiori de Roma, de Grecia, Saint Jean de Luz... De todos los sitios que he podido, ya me gustaría poder viajar más y tener más. También tengo de Olot, Salamanca, Bilbao, Santiago de Compostela, que tiene un mercado fabuloso... voy haciendo.

Entonces, ¿viaja para pintar o pinta porque viaja?

He intentado hacer ambas cosas. Cuando he viajado, buscaba si había algún mercado para aprovecharlo. En lugar de ver las catedrales, siempre paro en los mercados en todos los sitios que puedo. Hay algunos muy bonitos como el de Varsovia, que tiene unos toldos fabulosos. Cada lugar tiene una forma diferente, son bastante similares, pero todos los mercados tienen su punto distintivo.

En Santiago son más populares, las mujeres visten pañuelos tradicionales, son más típicos de la tierra, ponen paradas en el suelo... y en el mercado de Varsovia, por ejemplo, toda la gente llevaba sombreros y vestidos propios.

¿Qué le gusta transmitir a la gente con sus cuadros?

Lo que todo el mundo me dice: que tienen movimiento, que hay vida en ellos. A veces, mis amigas me mandan fotografías de mercados pero solo salen las frutas y verduras, y no es eso lo que busco. A mí me interesa la gente, la interacción en el mercado, cómo venden y compran, que no sea algo estático. El mercado da mucho juego con gente que entra y sale.

¿Siempre utiliza pintura al óleo?

En los cuadros de mercados sí. También dibujo, aquí en la Escola d’Art de Reus y en otro grupo en Cambrils, y hago dibujo de la figura humana al desnudo. Me interesa mucho el ser humano.

La exposición en el Mercat Central ya se hizo el año pasado.

Sí, hablé con el concejal de Cultura y me dijo que estaría bien hacerla en el Mercat para Navidad. Este año son todos de Reus, sobre todo del mercado de antigüedades y del mercado de los paradistas de lunes y sábado.

¿Y ha recibido comentarios de los reusenses?

La gente alaba el color y el movimiento que tienen, intento que tengan vida y eso es lo que más señalan. Y también hay casos de algunos que se habían reconocido en los cuadros.

Porque, ¿están a la venta?

Sí, pero eso ya es más complicado hoy en día. Incluso a las galerías importantes les cuesta vender, la gente joven no quiere tener cuadros en casa, antes estaba más de moda y mucha gente colgaba cuadros. Pero no venderlos no me impide seguir pintando, lo hago cada día. Pinto por pasión, porque lo disfruto.