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    «Necesitamos una alternativa hasta que podamos volver a casa»

    Un mes después del incendio en el bloque de Vidal i Barraquer de Reus, las familias siguen realojadas de emergencia. La obra va para largo y los vecinos se ven «desamparados»

    27 febrero 2023 21:15 | Actualizado a 28 febrero 2023 07:00
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    Llevan ya más de un mes fuera de casa, desde que un incendio en la primera planta afectó a todo su bloque, el 47 de la avenida Vidal i Barraquer. Son entre 40 y 50 familias que han tenido que alojarse provisionalmente con allegados o amigos, como han podido, y que van y vienen del edificio quemado, pendientes de las reparaciones para recuperar la luz en sus pisos, muchos aún llenos de hollín.

    A algunos vecinos sin otra salida los hospedó el consistorio, de urgencia, en el Hotel Gaudí. Transcurrido todo este tiempo, denuncian «la tardanza de las obras» y piden que «el Ayuntamiento nos ofrezca alguna alternativa digna hasta que podamos regresar a nuestras viviendas». «Nos sentimos desamparados», lamentan.

    A quienes están instalados en el hotel, «nos han dado de plazo hasta el próximo 15 de marzo para irnos», sostiene Luis Garrido, que vive en el bloque que ardió. «Tendrán que llevarnos a otro lado, pero es que nadie nos dice nada», se queja.

    Y Victoria Gigante, que también ha tenido que instalarse en el Gaudí, señala que el consistorio «no nos da ninguna opción, habiendo como hay pisos cerrados». «No pedimos limosna, solamente queremos soluciones porque es imposible que nuestro edificio esté listo el 15 de marzo», añade.

    «El día del incendio corrieron mucho pero, aunque hayan pasado ya varias semanas, el problema sigue siendo real, es el mismo, y la gente tiene que vivir en algún sitio», precisa Angie Lopera, que en su caso ha tenido «la suerte de contar con un sitio donde dormir».

    Los vecinos están quejosos y también han echado en falta que «se nos prestase alguna ayuda psicológica» después de lo que vivieron cuando se declaró el fuego y los hay que aseguran que «se hace difícil dormir, uno se despierta varias veces por la noche pensando que hay llamas». Denuncian que «lo pedimos y nos respondieron que cada uno acudiera a su médico de cabecera y le contara lo que había pasado».

    El estar temporalmente reubicados «también nos genera muchos gastos», más allá de lo perdido en el fuego y de «lo que tenemos que avanzar por nuestra cuenta hasta que finalicen los peritajes. Y el alquiler o la hipoteca siguen ahí, claro», expresan. Por ejemplo, con la ropa, «tengo que pasársela a algún amigo que me eche una mano o ir tirando de lavandería», cuentan.

    Y de sus enseres personales, otra persona que no aporta su nombre apunta que «parece que lleve la casa en el coche porque lo que he podido sacar está ahí».

    En los pisos de Vidal i Barraquer están las mascotas de quienes no han tenido la oportunidad de llevárselas a sus alojamientos de emergencia y «la gente viene a alimentarlas y sacarlas cada día». A los que están en el Gaudí, «cuando llega el fin de semana se hace triste e insoportable».

    A todo eso se añade que «las obras avanzan muy lentas» y «no tienen pinta de ir a acabar pronto, es desesperante. Pero la prioridad es dónde dormir». Las familias pueden acceder al bloque. Pero necesitan, como mínimo, tener suministro eléctrico y de agua para poder pasar a adecentar los pisos. Y en ello están. Con las fincas, se organizan a través de un grupo de Whatsapp.

    «Estrictamente los pisos no han quedado inhabitables, pero ¿cómo vamos a vivir en ellos si están todas las paredes negras y huele todo a quemado?», se pregunta Lopera, que dice que «el mío es bastante interior y tengo que pintarlo de arriba a abajo». Hasta hace un par de días no funcionaba el ascensor y aún «esperamos que las conexiones entren en las viviendas».

    Fuentes municipales consultadas sobre la situación de las familias que están en el hotel explican que «se les seguirá atendiendo pero, tras un mes, es momento de plantear soluciones alternativas estudiando y analizando cada caso de manera individualizada desde Serveis Socials, siempre teniendo en cuenta la situación del edificio y el tiempo que pueda faltar para las obras, para responder a la problemática».

    «Pensé que iba a morir»

    El momento en que se produjo el incendio –que fue desencadenado por la manipulación de un hornillo–, a primera hora de la tarde del 24 de enero, pilló a más de uno en la siesta. Garrido recuerda que «estaba viendo la tele y mi casa, que es de una única habitación. Y, de pronto, se llenó de humo negro y caliente, y eso que es la cuarta planta».

    Él fue el herido más grave, que tuvo que ser trasladado al Hospital Vall d’Hebron para recibir atención por las heridas. Ya tiene el alta.

    $!Las quemaduras en el cuerpo de Luis Garrido. Foto: Fabián Acidres

    «No podía respirar, abrí la puerta del rellano y vi las llamas. Me metí vestido en la ducha, cogí un gorro de lana que encontré por ahí, lo mojé, me lo puse en la nariz y la boca y salí de casa», relata. «Me tiré por un tramo de escalera, por otro... Pensé que iba a morir y, cuando caí en el segundo piso, vi una chaqueta amarilla y era un bombero que me asistió», añade.

    El hombre se dio cuenta de que «se me caía la piel» por las quemaduras y «pasé unos días en coma inducido por el dolor y me tuvieron que hacer injertos».

    A otra vecina, Érica Fernández, la despertaron unos gritos de auxilio. Ella muestra un vídeo de aquel día donde se distingue la puerta de su domicilio en llamas. «Di el aviso y otras personas salieron», cuenta. Fernández tuvo que permanecer en la terraza durante horas «mientras todo se resolvía, hasta que pudieron socorrerme».

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