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    Negocios del centro de Reus dinamizan el Mercat Central abriendo parada

    Nuevas firmas se instalan en el equipamiento, como Zero Gluten ADN Sistaré, que llena el hueco que deja Salinas y longevos, como Casa Borrull, siguen generando actividad desde hace años

    27 mayo 2023 16:40 | Actualizado a 28 mayo 2023 07:00
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    Hay numerosas paradas en el Mercat Central de Reus que, además de tratarse de negocios presentes allí «desde siempre», con gran experiencia en la venta en este tipo de equipamientos, tienen presencia simultánea en el centro de la ciudad y en el Mercat Central. A menudo, mantener ambas actividades suele permitir «hacer pedidos de productos de mayor cantidad» y también hay «clientela que puede venirte bien a la parada o al negocio del centro, según la necesidad». Al final, comentan los paradistas, «ambos negocios se retroalimentan y se promocionan unos a otros».

    Es un hecho que, que estos negocios tengan presencia en el Mercat Central, genera dinamismo al propio equipamiento, aunque como bien indican algunos profesionales, «la rotación comercial siempre se da», incluso con temporadas muy cortas de estancia en algunos casos. Con suerte, si hay una marcha se cubre con una nueva oferta.

    Unas de las últimas incorporaciones son las de la pescadería Tarraco Sea Food, con un nuevo espacio de degustación llamado Soho, y la de los panaderos Pàmies Sistaré, que ocupan el hueco que deja Daniel Salinas y abren Zero Gluten ADN Sistaré, que incluye una nueva zona de panadería, servicio de bar y cafetería, con un espacio de terraza interior y exterior en la calle de Sardà y Cailà. «Hacía mucho que teníamos pensado abrir otro puesto en el que se tuvieran en cuenta las intolerancias, pues nos vienen muchas personas a la cafetería que tenemos en la plaza de La Llibertat con peticiones adaptadas a su situación», comenta Xavier Pàmies Sistaré.

    De hecho, distingue que su hijo Xavi, de la sexta generación en el negocio familiar, «planteó un día tener un obrador sin gluten, algo que no podíamos hacer hasta no disponer de un nuevo espacio a causa de la contaminación cruzada que se produce en un obrador normal, había que tener uno exclusivamente para la bollería artesana sin gluten, y por suerte este puesto en el mercado cuenta con obrador».

    Pàmies Sistaré destaca, por otro lado, que ya han empezado a hacer elaboraciones como coca amb cireres sin gluten y en el campo de la cafetería ofrecerán leches vegetales. «Nuestra meta era poder priorizar un servicio en el que todo el mundo pudiera comer, aunque sin gluten, con lo que estamos abiertos a todo el mundo», subraya el panadero artesano. Se trata, comenta y que la familia de panaderos sepa, «del primer obrador sin gluten de la ciudad, en lo que a bollería se refiere». Y es que también recuerda que en la calle del Vent hay una pastelería específica, en la que se elabora sin gluten. Pàmies Sistaré también tiene en mente conseguir una certificación que los avale como lugar en el que producen sin gluten y ya están en conversaciones con la Associació de Celíacs de Catalunya.

    «Teníamos intención de estar presentes en el Mercat Central desde hace unos 30 años, creemos que permanecer en un lugar como este fomenta, que nos ayudemos los unos a los otros, es un lugar en el que se suma», expresa Pàmies Sistaré. Para la apertura del nuevo espacio, que abrió este sábado 27 de mayo, pero se estrenará de forma oficial el día 5 de junio, «estamos formando a un equipo de gente nueva, formado por unas cinco personas o más». Estos días están ultimando los preparativos y la llegada de maquinaria específica. «Podremos hacer frente a las peticiones de personas que opten por lo vegano, también», declara el artesano.

    La ventaja de pedidos mayores

    Por contrapartida, está el caso de la carnicería centenaria Casa Borrull, con presencia en el Mercat Central «desde el 1959». «Nuestra historia es larga y hemos tenido diferentes ubicaciones en la ciudad. La familia dedicada al negocio también ha trabajado en otros pueblos. Desde que estamos en el mercado, hemos optado por la charcutería o la carne de cerdo, por ejemplo», expone Carlos Borrull, al frente del negocio familiar. Cuando les hace falta, «nos beneficiamos de lo que hay en un sitio o en otro». «La mayoría de gente sabe a quién vienen a comprar. Si les va mejor venir a la tienda o a la parada, ellos eligen. En algunos casos, compartimos clientela», añade el comerciante. Los cerdos son «muy importantes a la hora de hacer pedidos, puesto que puede variar cuándo los formalizas, y hacer un gran pedido, que supla la necesidad de ambas actividades, es fundamental». La tienda del arrabal de Martí Folguera acoge, sobre todo, a «familias que vienen de toda la vida, atendemos a algunas que han venido hasta cinco generaciones a comprar».

    «El mercado sí que acoge a gente habitual, aunque suele ser más variada, que viene de forma más puntual», distingue Borrull, quien considera «importante que el mercado se llene, porque tras la pandemia lo hemos pasado mal, y la necesidad de llenar la cesta de la compra se distinguió como algo básico». Borrull afirma que hay que intentar que «sobre todo, los más jóvenes se acostumbren a ir a comprar al mercado, que se fijen en las calidades y los precios, en el mercado hay mucha variedad y todo en un mismo espacio». El perfil de cliente «ha cambiado mucho con los años y nosotros intentamos adaptarnos como podemos, aunque hay que invitar a la gente a que entre aquí».

    Por otro lado, Aurora Yenes, de la parada de charcutería y jamones Can Ciurana, nos trae una historia peculiar. Natural de Salamanca, criada en Badalona y afincada en Reus desde hace 40 años, tiene una trayectoria de cerca de 17 años en la parada del Mercat Central y comenta que «tenemos tradición familiar trabajando en mercados, yo empecé a los 12, aunque no aquí, claro». Empezó en una pollería colocando huevos encima de una caja, «porque no llegaba al mostrador» y tiene «un sobrino que también trabaja en el mercado, en Badalona, con almacén y tiendas, ya le venía de su padre y abuelo». Yenes empezó en el Mercat Central cuando dejó, por primera vez, el Bar Toribio, del barrio Horts de Miró: «Lo traspasamos tras haberlo cogido en 1987 y entonces estuve un año trabajando en el mercado para otra persona, vi que me gustaba y me puse por mi cuenta, fue como volver a empezar». Tiempo después, su hija Natividad Toribio decidió coger el bar de Horts de Miró (que ya no lleva en la actualidad).

    Fue entonces, comenta la propia Natividad, cuando «mi madre decidió seguir con la parada y, como familia, alternamos la actividad entre parada y bar». Yenes lo recuerda como una época de ritmo continuo: «El día a día era una jornada de 40 horas». «Acababas en la parada y seguías en el bar, aprovechábamos productos frescos para cocinar en el bar, también», tercia Toribio. Un «sacrificio», reconocen ambas, que «hoy no quiere hacer nadie, ya no hay aprendices como antes».

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