«No comprobé mi visado en México y acabé detenida»

Una vecina de Capçanes llama a la autorresponsabilidad tras pasar 35 horas en un centro de inmigración al caducarle el permiso

21 marzo 2022 18:40 | Actualizado a 21 marzo 2022 18:58
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«Inmigración me hizo un visado por menos días de los que duraba mi viaje, y cometí la estupidez de no comprobarlo y ampliarlo. No lo revisé. Acabé pasando casi 35 horas en un centro de extranjería de México», explica Eva Barceló, vecina de Capçanes, que quiere «visibilizar que el funcionariado está fechando los visados de manera aleatoria» y «sacar algo bueno de mi experiencia, que le sirva a alguien y así se la pueda ahorrar».

Barceló llegó a México en diciembre. «Al entrar al país, los turistas tenemos derecho hasta a 180 días de visado, pero no atendí cuando me lo hicieron, iba en plan ‘happy flower’, eurocentrista», recuerda. Así que pasó casi dos meses «viajando cómodamente y fue para mí un país fácil». «Soy actriz y antes de regresar a casa me cancelaron alguna actuación. Decidí ampliar mi estancia y compré otro billete de vuelta», añade.

Transcurrido ese tiempo, y desde Quintana Roo, emprendió un trayecto en colectivo que debía llevarla al Aeropuerto de Chetumal, donde cogería un avión hacia Ciudad de México para quedarse un par de días en casa de un amigo y luego volar a Madrid. Pero, en el camino, «un vehículo policial nos paró, los agentes nos pidieron la documentación a todos y a mí me indicaron que llevaba el visado caducado desde hacía ya 12 días. Y yo, como no lo había revisado, ni siquiera lo sabía y lo vi en ese momento». Ahí comenzó el calvario de Eva.

Los policías le retiraron el pasaporte, el teléfono y los cordones. Eran las doce del mediodía y su avión salía a las tres de la tarde. La patrulla la llevó a «un centro de inmigración que era como una prisión, en Chetumal». La mujer explica que «estamos acostumbrados a que aquí pagamos una multa y listos, y yo iba con esa mentalidad y di por hecho que quien me atendió al llegar a México me había hecho el visado por 180 días, y no». Cuando la detuvieron «además de que se lo expliqué, por mi look era evidente que era turista, solo me faltaba una camiseta de Frida Khalo, venía de nadar con manatíes y estaba posteando stories».

Derecho a una llamada y sin agua

Una vez en el centro, «me quitaron el dinero y todo lo que llevaba de valor, lo metieron en un sobre donde apuntaron lo que había, me hicieron firmarlo y me ofrecieron una llamada». Barceló marcó el número de su amigo en Ciudad de México y el de otros dos en España, sin respuesta, y «quien me lo cogió fue una personaque había conocido días antes, que reside en México». A través de ella, dio aviso a amistades y familia, y empezaron a movilizar recursos «sin saber cuál era mi situación». Perdió el vuelo.

Tras registrar sus datos, la llevaron «al módulo de mujeres, con cámaras en todas partes menos en el retrete y un guardia mirando desde arriba». «Me dieron un colchón, una sábana y una manta y me hicieron entrar. El agua solo se abría media hora por la mañana y media por la tarde, fría», dice Eva, que lamenta que «era surrealista» y, a la vez, «todo estaba dentro de la ley mexicana». A la espera de una entrevista con un responsable, Fue visitada por un médico y le permitieron otra llamada. Al día siguiente se le tomó declaración. «Me informaron de que estaba en situación de inmigrante ilegal y tenían entre 15 y 30 días para resolver mi caso, y me dijeron que si me ponía enferma o el aeropuerto de mi país cerraba, me quedaría allí», apunta, pero «también me dijeron que podía solucionarse en ese mismo día y que les diera ‘un chancecito’».

Por eso, «decidí esperar y prepararme para lo peor, aunque con esperanza» y, pasadas unas 35 horas desde la entrada, «me avisaron de que podía salir, me devolvieron todo y abrieron la puerta». Barceló precisa que «me habían avisado de que no me iba a ir de rositas y, efectivamente, me vi en medio de una carretera federal con un papel que me daba 20 días para salir del país por mis propios medios». Por suerte, al cabo de 20 minutos «pasó un taxi y fui directa al aeropuerto y, como ya no había vuelos, dormí en un hotel cercano. Al día siguiente, conseguí llegar a Ciudad de México y coger mi vuelo a Madrid».

Eva quiere hacer una «llamada a la autorresponsabilidad y a no dar nada por hecho» porque «me han llegado casos de turistas que han vivido la misma situación o peor». Y subraya que, pese a todo, «México me acogió muy bien y es un país hermoso al que voy a volver».

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