Cómo ser vegetariano siendo niño

Libro. Tres dietistas-nutricionistas y un pediatra publican una guía de referencia para las dietas basadas en vegetales

14 marzo 2021 07:30 | Actualizado a 16 marzo 2021 08:10
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«Si la nutrición no guardase relación con la salud infantil, no estaría escribiendo este capítulo». Son las palabras que el dietista-nutricionista Julio Basulto ha escogido para abordar el primer capítulo (Alimentación saludable en la infancia) del libro Alimentación vegetariana en la infancia (Debolsillo), escrito a ocho manos por la también dietista-nutricionista y máster en Salud Pública Maria Blanquer, la dietista-nutricionista Maria Manera y el pediatra Pepe Serrano. De este modo, el libro representa el valor de la colaboración entre dietistas-nutricionistas y pediatras cuando se habla de alimentación infantil. «El o la pediatra es, por un lado, la persona que más sabe de enfermedades infantiles, mientras que el o la dietista-nutricionista es quien más sabe de nutrición, y por esta razón es tan importante esta combinación», afirma Julio Basulto, quien alude a que «la nutrición infantil se deja muchas veces de lado, tal y como apunta Pepe Serrano».

En este sentido, en referencia a si el vegetarianismo es una tendencia, el pediatra Pepe Serrano argumentó –en una presentación del libro a través de las redes sociales– que «la alimentación vegetariana es, sin duda, una tendencia que va al alza y que cada vez reúne a más gente por distintos impulsos, y ha venido para quedarse como está pasando en muchos países del mundo». El resultado es un ejemplar destinado a convertirse en una guía de referencia para las dietas basadas en vegetales. «La nutrición infantil es determinante a largo plazo. Existen cálculos del doctor David Ludwig de Harvard que indican que es probable que nuestros hijos, por primera vez en la historia, vivan menos que nosotros, es decir, que su esperanza de vida sea menor a la nuestra», apunta Basulto. Detrás de este pronóstico –según explica el dietista-nutricionista– «se encuentran factores prevalentes como el sobrepeso y la obesidad y que, pese a tener una base multifactorial, también tienen origen en una mala alimentación y una mala nutrición a lo largo de la infancia».

En este sentido, en el libro se hace hincapié en que en cualquier momento vital se puede optar por una alimentación vegetariana, y que hacerlo en la infancia nos aportará más beneficios a largo plazo.

Julio Basulto se remite a que «en edad adulta, las personas vegetarianas tienen una prevalencia menor de patologías crónicas, es decir, tienen una mejor calidad de vida y una mayor esperanza de vida. Aunque en parte se debe a la dieta –porque consumen menos cantidad de proteína animal o carnes procesadas–, el colectivo vegetariano suele fumar menos, beber menos alcohol, ser menos sedentario, se automedica menos, y, lo más importante, pertenece a un nivel socioeconómico más elevado».

Sobre este último aspecto, el dietista-nutricionista afirma que «hoy en día, tener dinero se relaciona con tener más salud», y recuerda una frase del doctor Rafael Cofiño que dice: «Tu código postal es más importante para tu salud que tu código genético».

Así pues, sigue explicando el experto, «podemos estar seguros de que la dieta vegetariana no solo no perjudica la salud infantil, sino que posiblemente la mejore». «Cuando un niño se hace vegetariano hay mucho ‘cuñadietista’ que le augura todos los males y es lógico que ese niño o niña acabe pensando más en lo que come y que se preocupe por su salud», añade Julio Basulto.

Suplementación

En este sentido, «si se opta por el vegetarianismo, la suplementación con vitamina B12 es imperativa». Especialmente la que se refiere a la vitamina B12, «por la gravedad de los síntomas de su déficit y por la imposibilidad de cubrir los requerimientos a partir de alimentos», dice la dietista-nutricionista Maria Blanquer en el libro y cuyas palabras contradicen «la falsa creencia de que las personas vegetarianas deben de tomar un montón de proteínas, multivitamínicos, minerales, antioxidantes, etc.».

Salud planetaria

Pensando en el medio ambiente y el cambio climático, muchas personas eligen una dieta vegetariana. Al respecto de la conciencia planetaria, Julio Basulto recuerda que «el impacto medioambiental de las dietas ricas en carne y ultraprocesados es terrible». Sigue explicando que «el problema de la alimentación actual es que pensamos que podemos comer de todo y en exceso. De hecho, sabemos que el impacto de la alimentación sobre el medioambiente es superior al impacto de las industrias y del transporte. Por un lado, nos gusta comer carne y tenemos la creencia de que necesitamos comer alimentos de origen animal, y en tercer lugar por la presión de la industria para que perduren estas creencias».

Sobre ello, Maria Blanquer recordó en la presentación del libro que «el exceso de consumo de alimentos tiene una repercusión importante en el ámbito de la salud, y también unos efectos secundarios a nivel ambiental» y matizó que «a nivel global, quizás es más factible que la mayoría de personas reduzca el consumo de carne que no que una minina parte opte por el veganismo».

Para los cuatro firmantes del libro, el camino a seguir está en la guía Pequeños cambios para comer mejor. «De más a menos, nos indica que debemos comer más frutas frescas, verduras, legumbres y frutos secos y tener una vida social activa; en el medio debemos cambiar a agua del grifo, aceite de oliva, alimentos integrales y productos de temporada y de proximidad porque son más sostenibles; y reducir el consumo de azúcar, sal, carnes rojas y procesadas, y ultraprocesados. Y todo ello es compatible con la dieta vegetariana», afirma el dietista-nutricionista.

Dar ejemplo

Dentro de los múltiples factores que pueden influir en la alimentación infantil a largo plazo, explica Julio Basulto, «los tres más importantes son la lactancia materna en la primera infancia; y a lo largo del resto de la infancia y la adolescencia el ejemplo de los padres y la disponibilidad en el hogar de determinados alimentos, es decir, si tú no comes bien no habrá comida sana, y viceversa».

En este punto, aunque «no es ético culpabilizar a la persona con obesidad y tampoco a la familia, porque es algo que depende de la economía y las desigualdades, hay muchos padres y madres que no reconocen el sobrepeso de sus hijos o que piensan que es bueno para la salud de sus hijos este exceso de peso. Un niño o niña que entra en la adolescencia con obesidad, en la mayoría de casos será un adulto con obesidad. Además de patologías crónicas, estarán expuestos a un mayor riesgo de discriminación, dificultades laborales, personales…», afirma Julio Basulto quien añade que «seguro que es algo que no quieren las familias para sus hijos, por lo que debemos dar ejemplo, tener alimentos saludables en casa y respetar las preferencias alimentarias de los hijos, ni premiemos ni castiguemos con la alimentación, porque es contraproducente. Aunque lo hacemos con buena intención, lo hacemos equivocadamente».

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