El aceite de oliva, la joya beneficiosa para la salud de la dieta mediterránea

Las personas que lo consumen habitualmente corren menos riego de padecer un infarto o una embolia

23 febrero 2021 10:30 | Actualizado a 31 marzo 2021 16:26
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Por muchos es sabido que la dieta mediterránea, con frutas, verduras y legumbres y poco consumo de carne roja, es muy beneficiosa para la salud. Dentro de esta dieta, los frutos secos y el aceite de oliva son dos de los productos de kilómetro cero que pueden aportarnos numerosos beneficios para nuestro organismo.

En el caso del aceite de oliva, su alto contenido en ácidos grasos monoinsaturados hace de él un alimento único. Los vírgenes y vírgenes extra aportan además antioxidantes naturales (polifenoles de los aceites de oliva y vitamina E). Por este motivo, la ciencia médica los considera como los aceites más saludables.

Hay tres clases de aceite: el aceite de oliva, el aceite de oliva virgen y el aceite de oliva virgen extra. La diferencia está en su composición. Al hacer el prensado del aceite, éste contiene grasas monoinsaturadas y otras partículas pequeñas de origen vegetal: substancias antioxidantes, polifenoles, fitoesteroles y otras moléculas antiinflamatorias. Cuando es de mala calidad, se obtiene un aceite que se tiene que refinar mediante un proceso químico y físico en el que se eliminan estas sustancias y solo quedan las grasas monoinsaturadas. «Queda un aceite insípido y sin olor, por lo que le añaden un poco de aceite de oliva virgen para que le de más sabor y color», explica Jordi Salas-Salvadó, investigador de la Unitat de Nutrició Humana de la Universitat Rovira i Virgili. «El aceite de oliva virgen contiene muchísimas substancias antiinflamatorias y antioxidantes. El refinado no tiene los mismos beneficios».

Dentro de los aceites vírgenes, el extra tiene además más cualidades sensoriales en cuanto a sabor y olor.

El investigador Salas-Salvadó ha contribuido a difundir el aceite virgen extra con DOP y la defensa de los productos locales. Su proyecto PREDIMED está considerado un importante estudio en todo el mundo, que puede cambiar las recomendaciones dietéticas actuales para la prevención de enfermedades crónicas.

Una de sus principales líneas de su investigación se centra en investigar los efectos de la dieta mediterránea sobre el riesgo cardiovascular y las enfermedades metabólicas. Así, se ha demostrado que la dieta mediterránea complementada con aceite de oliva virgen y frutos secos es capaz de reducir la incidencia de problemas cardiovasculares.

Después de prácticamente cinco años, se ha visto que esta dieta reduce hasta un 30% el riesgo de infarto de miocardio, ictus o muerte cardiovascular. Actualmente el investigador Salas-Salvadó es el coordinador del estudio PREDIMED-Plus, otro ensayo clínico de prevención primaria de la enfermedad cardiovascular realizado con más de 7.500 participantes de todo el estado español, involucrando además de 200 investigadores de diferentes Universidades e Instituciones sanitarias.

«Se ha demostrado que las personas que consumen una dieta mediterránea con aceite de oliva tienen un 30% menos de probabilidades de tener un infarto, una embolia o de morir por una de estas dos causas», explica el investigador, que también apunta que el consumo de aceite de oliva puede reducir también el riesgo de sufrir diabetes.

También hay estudios que sostienen que el consumo de aceite de oliva podría prevenir la osteoporosis.

Refuerza el sistema inmunitario

El aceite de oliva virgen es además rico en antioxidantes y otros nutrientes esenciales que pueden ayudar a reforzar la actividad del sistema inmunitario. Consumir aceite de oliva virgen en nuestros platos y nuestras ensaladas es una forma fácil de cuidarse y, además, apoyar a los productores del territorio.

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