Experiencias subterráneas

Tarragona, Benifallet, L’Espluga de Francolí y Bellmunt del Priorat cuentan con una oferta única bajo tierra: desde hacer espeleología a revivir el duro trabajo de los mineros pasando por contemplar sorprendentes estalactitas y estalagmitas

22 octubre 2021 16:46 | Actualizado a 22 octubre 2021 16:54
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Recorrer un antiguo acueducto romano subterráneo para luego zambullirse en un lago en pleno centro de una ciudad. Rememorar cómo sobrevivían nuestros antepasados prehistóricos. Admirarse de la capacidad de la naturaleza de autoesculpirse en piedra. Y enfundarse un casco para imaginar la lucha por arrancar el plomo de las entrañas de la tierra. Tarragona, L’Espluga de Francolí, Benifallet y Bellmunt del Priorat añaden a sus atractivos culturales, monumentales, paisajísticos y gastronómicos una sorprendente oferta subterránea, imprescindible para los tarraconenses o los visitantes foráneos. Merece la pena coger el coche y pasar un día en cualquiera de las cuatro localidades. Un día en cada una, claro.

La Cova Urbana

La Cova Urbana de Tarragona es la gran desconocida. Apenas aparece en las guías turísticas de la ciudad. La capital de la provincia tiene tanto que ofrecer (el patrimonio romano, modernista y medieval, sus excelentes restaurantes, las playas, pasear por la Rambla, asomarse al mar desde el Balcó del Mediterrani...) que la Cova pasa casi desapercibida.

Es una enorme gruta subterránea que los romanos usaron en su día para extraer agua y que ya era conocida por los expertos, pero que no fue descubierta para el público hasta el 22 de noviembre de 1996 cuando las obras de construcción de un edificio en la calle Gasòmetre 32 de Tarragona sacaron a la luz la cavidad. 

El visitante o vecino al que le guste la aventura debe ponerse en contacto con la Societat d’Investigacions Espeleològiques de Tarragona (SIET) para concertar la visita. En su web hay toda la información necesaria.

La primera sorpresa es que se accede a la gruta desde el parking del inmueble mencionado. Tras enfundarse un traje de neopreno, comienza la pequeña y divertida odisea. Se recorre un acueducto romano y se atraviesen varias salas. Incluso hay que sumergirse unos instantes. 

El visitante acaba lleno de barro pero con una sonrisa en la cara y con la sensación de que parece imposible que en pleno casco urbano haya una cavidad así. No hace falta viajar a los Pirineos para practicar espeleología.

La Cova de la Font Major

Otra gruta que combina aventura y cultura es la de la Font Major de L’Espluga de Francolí. Con sus 3.950 metros de longitud, es la séptima cueva más larga del mundo formada con conglomerados. Como se explica en su web, «las cuevas de L’Espluga os abren las puertas del pasado prehistórico de la humanidad y os animan a visitar las diferentes comunidades que convivieron en este mismo lugar hace miles de años».

Para los visitantes más tranquilos, la alternativa ideal es pasear por la cueva. Unas figuras recrean a nuestros antepasados. Se puede contemplar su actividad de manera que el turista actual se convierte en espectador al tiempo que protagonista del pasado. Una gran ventaja es que la gruta es accesible tanto a los carritos de bebé como a las personas que tengan discapacidad física. Una arqueóloga virtual guía toda la visita. 

Entre los consejos para ir a las cuevas de L’Espluga: reservar las entradas con antelación y llevarse una chaquetilla en verano ya que la temperatura es estable todo el año en el interior (entre 14 y 17 grados). 
Los visitantes más atrevidos pueden contratar la «ruta de aventura». Se remonta el río subterráneo por las galerías más insólitas de la Cova. Una actividad muy recomendable siempre que no se tenga claustrofobia. 
«Durante el trayecto los visitantes conocerán la formación geológica de esta cavidad subterránea, los pozos que permitieron su descubrimiento, el circuito de agua y la trayectoria del río, el proceso de filtraje del agua, las diaclasas, la Galeria del Llac...», detalla la web de la Cova.

Las Coves Maravelles

Las Coves Maravelles de Benifallet permiten un paseo entre estalactitas y estalagmitas. Son como un museo de escultura natural. Con un recorrido de 510 metros y un desnivel de solo 9,82 metros destaca por el gran volumen de formaciones pétreas. 

Fueron descubiertas en las primaveras de 1967 y 1968 por el Grup d’Investigacions Espeleològiques del Centre Excursionista de Gràcia. El grupo halló tres cuevas (la Marigot, el Avenc del Sifó y la Cova Maravelles), que se añadieron a las tres ya conocidas (Avenc del Cataclisme, Cova de l’Aumidiella Gran o de Xafaroques y la Cova del Dos).

Son visitables la Maravelles y la del Dos en una ruta de 45 minutos de duración y que la web de turismo de Benifallet describe así: «En la Cova del Dos podrás apreciar los restos históricos del Neolítico y de la Batalla del Ebro. En la Maravelles quedarás entusiasmado con las espectaculares excéntricas, formaciones muy poco ordinarias. También la Sala de la Música te brindará grandes sorpresas. Todas las formaciones creadas con el lento goteo del agua forman fantásticas formaciones donde la imaginación no tiene límite: vacas, elefantes e incluso un rinoceronte entre estalactitas, estalagmitas, anemolitas, gours, fistulosas y mucho más».

Las minas de Bellmunt

Las minas de Bellmunt, en el corazón del Priorat, permiten hacerse una idea de la dureza del trabajo de extraer plomo. Con un doble atractivo: la visita al Museu de les Mines (constituido en el año 2002) y la bajada a una mina, con la protección adecuada. Adentrarse en la galería es una actividad divertida e ideal para que los más pequeños se lo pasen en grande.

Recurramos una vez más a la web: «La visita es una excursión a pie que comienza en medio de las instalaciones de superficie de la mina, para luego acceder a la primera planta, situada a 35 metros de profundidad, a través de las escaleras de la antigua salida de emergencia de la mina», se explica en la página.

Sigue la web: «Una vez en el interior, se hace un recorrido de unos 700 metros por diferentes galerías durante el cual se puede apreciar la riqueza mineralógica del subsuelo, las técnicas de extracción y la dureza del trabajo de los mineros. Al finalizar la visita, se vuelve a la superficie sin tener que subir escaleras, ya que se sale directamente al antiguo terruño de la mina, para luego volver paseando hasta las instalaciones del Museu. La temperatura en el interior de la mina oscila entre 16-18ºC C, durante todo el año».

De Tarragona y sus playas al Ebre con Benifallet en su orilla. o a la esplendorosa Conca de Barberà y l’Espluga. O al no menos magnífico Priorat. Cuatro comarcas. Cuatro experiencias subterráneas para vivir.

Y además...Más cuevas, el llagut, degustar vino, museos...

Los cuatro municipios protagonistas de estas páginas cuentan con otros atractivos: 

Tarragona. Más allá del le-gado romano, un lugar bastan-te desconocido son las Coves del Llorito. A unos 4 kilómetros del centro de Tarragona son perfectamente accesibles des-de el aparcamiento disuasorio del cementerio. En internet se halla información.

L’Espluga. Quizá sea uno de los municipios con más mu-seos por habitante. Es aconsejable una visita al Museu de la Vida Rural, por ejemplo.
Benifallet. Un paseo con el llagut por el Ebre y comer en alguno de sus restaurantes es otra opción imperdible.
Bellmunt. El visitante no se puede ir sin degustar uno de los exquisitos vinos del Priorat.

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