Prevenir y actuar en beneficio de la salud infantil

Investigación. La URV-IISPV-CIBEROBN colidera el estudio CORAL que evalúa cómo la alimentación y el estilo de vida influyen en la obesidad

16 octubre 2021 09:15 | Actualizado a 16 octubre 2021 09:31
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Perquè invertir en salut és el teu millor «t’estimo», per tu, pels teus fills/es. Este es el lema del estudio CORAL, que invita a la participación de familias con niños y niñas de 3 a 6 años para determinar la incidencia de la alimentación y el estilo de vida en la salud durante la primera infancia. «Es un proyecto multicéntrico y longitudinal, con un seguimiento de diez años, que incluye siete universidades o centros de investigación estatales (Barcelona, Navarra, Zaragoza, Santiago de Compostela y Valencia), bajo la coordinación de la Facultat de Medicina i Ciències de la Salut de la Universitat Rovira i Virgili y la Universidad de Córdoba», explican la investigadora de la URV-IISPV-CIBEROBN y co-coordinadora del estudio a nivel estatal, Nancy Babio, y Maria Pascual, dietista-nutricionista y responsable del trabajo de campo del estudio CORAL. La investigación también cuenta con la participación de Jordi Salas-Salvadó, jefe de grupo del CIBEROBN y responsable de la Unidad de Nutrición Humana de la URV-IIPSV. 

Reclutamiento de voluntarios

Los coordinadores del proyecto buscan familias con niños y niñas de 3 a 6 años con ganas de ayudar a la ciencia. «Vuestra colaboración contribuirá a que avanzamos en la investigación y mejora de la salud de la población infantil», destacan. Para participar, las familias pueden preguntar en su escuela, llamar al CAP o ponerse en contacto con la Facultat de Medicina i Ciències de la Salut de la URV a través del teléfono 977 75 93 11 o el correo electrónico 
coral.urv@corals.es.

En total, se pretende estudiar a 2.300 niños y niñas a nivel estatal. «En el Baix Camp la muestra está cerca de los 200 alumnos, entre las dos escuelas de Riudoms y de la Selva del Camp y los centros reusenses General Prim, Rubió i Ors, La Vitxeta, Sant Pau, Isabel Besora, Mare Molas, Pare Manyanet, Sant Josep, Joan Rebull, La Presentació, Teresa Miquel, Pi del Burgar, Els Ganxets, Arce y Maria Cortina; y de Cambrils (La Bòbila, Vidal i Barraquer y Mas Clariana)», explica Nancy Babio, quien destaca que «también contamos con la colaboración de los centros de salud del territorio, como el Hospital Universitari Sant Joan de Reus, el CAP Sant Pere, CAP Riudoms, CAP de Cambrils, CAP Llibertat y próximamente el CAP Fortuny».  «El criterio de inclusión es la edad, ya que se trata de una investigación observacional que pretende analizar, a lo largo del tiempo, los diversos factores que influyen en la salud de los niños, en relación a variables ambientales, familiares, antecedentes alimentarios, estilo de vida, actividad física, patrón de sueño, etc.», detalla Nancy Babio, quien añade que «a los voluntarios también se les realiza una analítica al inicio, tercer, quinto y décimo año del estudio; se recogen muestras biológicas –de orina y fecales–, y en cuanto a la actividad física se evalúa objetivamente, a través de un acelerómetro que mide el gasto energético de las diferentes actividades que realiza el niño durante el día, además de pruebas de condición física, como medir la fuerza mediante un dinamómetro». 

Toda esta información, recalcan ambas investigadoras, también servirá para determinar la incidencia de la obesidad infantil, ya que «en los últimos tiempos ha aumentado y es justamente a los 6 y los 12 años cuanto se produce el rebote adipositario, es decir, cuando el niño o niña aumenta de peso, pasando de tener un normopeso a un sobrepeso u obesidad». Asimismo, el objetivo, de hacer un seguimiento a diez años vista, «es ver si la incidencia de la obesidad se debe a alguno de estos factores ambientales o de estilo de vida analizados». Por ello, Nancy Babio recuerda que «si hay antecedentes familiares existe una mayor probabilidad de que el hijo o hija desarrolle obesidad en estas franjas de edad». Asimismo, las familias que participan en el estudio deben responder a una batería de cuestionarios para evaluar desde las variables socioeconómicas del núcleo familiar hasta con quién vive el niño, el nivel educativo de los padres, tipo de familia, etc. «Además, recogemos información sobre la adherencia a la dieta mediterránea del cuidador principal del niño o niña», detalla Nancy Babio. Datos que se incluirán en el historial médico del paciente por lo que, destaca la investigadora, «la familia voluntaria tiene la recompensa de un mayor cuidado y atención de su hijo o hija, por lo que buscamos familias comprometidas y que quieran apoyar a la ciencia». 

«No podemos enseñar a un niño o niña a comer bien, si los adultos no lo hacemos»

Los investigadores parten de la hipótesis de que «la epigenética –factores ambientales y estilo de vida– influye sobremanera en la incidencia de la obesidad. Por ello, los participantes deben responder a unos cuestionarios de cognición y de fluencia verbal, para determinar, por ejemplo, si el uso de pantallas favorece o perjudica el desarrollo psico-social en la primera infancia». En este sentido, investigaciones previas han evidenciado que «un menor que pasa muchas horas frente a una pantalla, se aísla y no come en familia, lo que también contribuye al desarrollo de alteraciones de la conducta alimentaria, o incluso sobre la incidencia de sobrepeso y obesidad». 

Prevención
«Con todos los datos los investigadores prevén desarrollar estrategias preventivas ante el acecho de la obesidad infantil», afirma Nancy Babio. En este sentido, las investigadoras destacan que «la labor de la escuela es clave, ya que está demostrado que los programas de educación alimentaria que funcionan son los que se hacen en el ámbito escolar, porque la sociabilización es uno de los factores que ayuda a mejorar los hábitos alimentarios en la población infantil». En este sentido, recuerda que «los niños y niñas deben comer de todo lo que les gusta, siempre y cuando sean alimentos saludables y dentro de un patrón de dieta equilibrada. Además, es importante que los hijos e hijas vean reflejado, en la acción de los padres, estos hábitos, ya que no podemos enseñar a un niño o niña a comer bien, si los adultos no lo hacemos». 

La misma recalca la importancia de la figura del dietista-nutricionista en el ámbito de la atención primaria en tanto que «contribuye a promocionar una alimentación saludable y, en consecuencia, a frenar la prevalencia de la obesidad y de las enfermedades asociadas. «Un niño o niña con obesidad ya es un niño enfermo», afirma Nancy Babio, quien alerta que «esto conlleva que algunas dolencias de la edad adulta, como la hipertensión, el colesterol alto o la diabetes, se adelantan treinta años, es decir, el niño o niña pasará más tiempo de vida enfermo que sano, por lo que su calidad de vida también se verá afectada». Por último, Nancy Babio recuerda que «el dietista-nutricionista es clave en la prevención, así como en el tratamiento». 

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