Ana Isabel González, la risoterapeuta que se casó consigo misma

El leivmotiv vital de Ana es sentirse bien consigo misma y que los demás también lo logren

11 febrero 2018 15:55 | Actualizado a 11 febrero 2018 16:07
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

«Siempre he reído mucho desde pequeña. Ha sido una característica mía. Me encanta, me apasiona. Creo que la gente que ríe abiertamente se siente más libre», asegura Ana Isabel González.

«La risa sincera llega a todo el mundo y contagia», añade. El periodista y el fotoperiodista dan fe. La entrevista y la sesión fotográfica fueron un sin parar de carcajadas.

Ana se hizo famosa cuando, hace siete años, el 10 de octubre de 2010 (10-10-10), se casó consigo misma. En su día fue una pionera de lo que ahora se está poniendo de moda. De hecho, hay una web en inglés (imarriedme.com) dedicada al merchandising y las historias de personas que optan por las ‘egobodas’.

Aprendí a quererme, a respetarme, a cuidarme al 100%

Puede parecer algo absurdo, frívolo, pero para Ana el hecho de casarse consigo misma fue una forma de «celebrar un compromiso conmigo misma que quería que fuera festivo. Cuando tú estás orgullosa de alguien, lo celebras, lo gritas a los cuatro vientos». 

«Fue un proceso de transformación. Hice cuatro años de gestalt (un tipo de terapia) y al acabar aprendí a quererme, a respetarme, a cuidarme al 100%. Me sentía tan plena, tan bien, que quería celebrarlo», rememora.

El leivmotiv vital de Ana es sentirse bien consigo misma y que los demás también lo logren. «Si no te quieres a ti misma, no podrás querer a los demás», advierte. El vehículo ideal para conseguirlo es la risa, la carcajada limpia, constante y espontánea.

La risa le viene de familia. Sus abuelos paternos y maternos tuvieron siete hijos e hijas cada uno. Ana cuenta con una legión de primos, «la mayoría de ellos muy divertidos». La figura que recuerda especialmente a su abuela: «Era una caña. Se reía de todo. Siempre pensaba en verde... en el sexo. Te la colaba y le decías ‘¡Ostras, yaya!’ Respondía ‘¿por qué crees que tengo siete hijos?’».

Ana recuerda el día, en Quinto de EGB, que «Don Manolo», director y profesor de Literatura española, mandó guardar silencio en clase. A Ana le dio un ataque de risa que se contagió a todos sus compañeros y al propio maestro. La echó de clase, pero con voz entrecortada por las carcajadas.

¿Deberían asistir el presidente Rajoy y el expresident Puigdemont a un curso intensivo de risoterapia de los que imparte Ana? ¿O es un tema demasiado serio para reírse? «Cualquier tema se puede tratar con diversión bien entendida y con libertad, porque la risa es libertad.

Pero Rajoy y Puigdemont tendrían que recibir antes clases de empatía (suelta una carcajada), asertividad (otra carcajada) y de resolución de conflictos. Si no quieres empatizar con el otro, si estás demasiado anclado en tus ideas, no tiene sentido ni que te rías», dice.

«Un día tomé la decisión de que sería feliz cada día y de que mi sonrisa no me la quitaría nada ni nadie. Claro que tengo problemas como todo el mundo y me preocupan las cosas.

¿Pero tengo que estar las 24 horas estresada y  preocupada? No es bueno para la salud. Estoy en el mundo de la educación. Me obligan a ser autónoma cuando me tendrían que contratar. ¿Voy a estar angustiada porque unos señores a los que no he votado lo hacen fatal? No (nueva carcajada)», apunta.

La risoterapeuta tiene formación de StripArt impartida por la stripper Chiqui Martí. «Me sirve para conocerme más como mujer y conocer mejor mi sensualidad. Y para hacer deporte porque requiere entrenamiento. La sensualidad es disfrutar de ti mismo. Cuando te conoces y te gustas eres sensual. Es una herramienta de comunicación», explica.

Además de impartir cursillos en las empresas para mejorar el clima laboral, Ana ha ejercido de clown en el Hospital Joan XXIII. Actuar era una explosión de felicidad. Y buen humor. ¿Cómo potenciar el buen humor? ¿Cómo combatir los malos rollos externos? «El exterior nos afecta, pero tú mismo decides hasta dónde.

Hay que ver las cosas divertidas, pensar en positivo. Me he mojado viniendo (la entrevista se hizo el lunes). ¿Voy a estar toda la tarde enfadada? No. La lluvia es necesaria. Si no, no tendríamos lechugas (ríe). Tienes que potenciar la risa. La risa ayuda a combatir el miedo», sentencia antes de soltar, como no, otra carcajada.

Comentarios
Multimedia Diari