La falta de comadronas compromete la calidad de los partos en Tarragona
La consecuencia de este déficit es que una sola comadrona debe asistir tres partos a la vez, menguando la atención de la paciente en uno de los momentos más importantes de la vida

Actualmente, en la provincia de Tarragona hay 105 matronas y se necesitan un total de 210.
La salud de la mujer está en riesgo por la falta de matronas. La situación es tan grave que una misma profesional puede incluso asistir tres partos a la vez. Y lo peor de todo es que no hay previsión de mejora en los próximos años. Actualmente, en la demarcación de Tarragona hay 105 matronas repartidas entre hospitales y centros de atención primaria. Para acercarnos a las ratios europeas, en la provincia se necesitarían unas 210 matronas en total. Justo el doble. La consecuencia directa de esta falta de profesionales tiene que ver con la falta de atención a las mujeres en uno de los momentos más importantes de la vida: el parto. Pero también tiene afectación entre el colectivo de las matronas, quienes asegura que está sufriendo mucho burnout en los últimos tiempos.
«En España, tenemos 1,98 comadronas por cada 10.000 personas atendidas. En el resto de Europa, el país que menos, tiene unas cuatro matronas por el mismo número de habitantes», explica Gemma Martínez Santiago, vocal de las matronas del Col·legi Oficial d’Infermeres i Infermers de Tarragona (CODITA).
Según los datos, el pasado 2024 se jubilaron 149 matronas en España y solo se formaron 76 nuevas residentes. Esto significa que solo se han cubierto el 51% de las plazas jubiladas. «La previsión es que esta cifra a la baja se mantenga sin cambios. De cara a este año, previsiblemente quedarán sin estar cubiertas el 32%», apunta Alba Pallisé Cardellach, matrona del ICS.
Otro dato que sorprende es que el 80% de las comadronas trabajan en más de un centro sanitario y se hartan de hacer horas extras para poder garantizar los mínimos en el servicio. Con el número de matronas que hay disponibles hoy en día no se puede dar respuesta a las necesidades actuales. «Las comadronas hacemos un sobre esfuerzo para cubrir las plazas y que la salud de la mujer no se vea dañada», dice Martínez, quien añade que «hay algunos ASSIR –centros de atención sexual y reproductiva– que hay entre seis y ocho meses de lista de espera para ser visitada por una matrona».
No solo asisten partos
Estas profesionales no solo se encargan de asistir partos en el hospital. Su cartera de servicios va mucho más allá y Catalunya es una de las comunidades autónomas donde más competencias tienen las matronas. Se encargan de la salud de la mujer en todas las etapas de la vida. En los centros de atención primaria atienden el preparto, el postparto y el amamantamiento. También se encargan de los anticonceptivos, de los cribajes cervicales, del suelo pélvico, de las infecciones de transmisiones sexuales y las derivaciones por interrupciones voluntarias de embarazo.
«Somos las profesionales sanitarias que tenemos toda la formación para atender a la mujer de forma específica. Sustituir una matrona por otro profesional supondría una pérdida de experiencia en los cuidados y servicios que reciben las mujeres», dice Maite Subirats, delegada sindical de SATSE y matrona en la Xarxa Santa Tecla.
Las comadronas son enfermeras que hacen la especialidad de obstetricia y ginecología. Después del examen LlIR –como un MIR pero en enfermería–, se cursa una residencia de dos años.
Se forman y se van
Una de las principales causas del déficit de matronas son las pocas plazas que se ofrecen en esta especialidad. «La de matrona es la especialidad que primero se agota», explica Martínez, quien reclama que la Generalitat y el Estado amplíen el número de plazas «si no quieren que las mujeres se resientan de esta situación». La oferta formativa es insuficiente y, además, hay hospitales que no convocan las plazas acreditadas.
Otro de los handicap tiene que ver con que muchas de las profesionales matronas que se forman en Catalunya vienen de otras comunidades autónomas. «Cuando acaban la residencia vuelven a su lugar de origen. Solo un 40% se queda aquí. No es suficiente para cubrir las plazas vacantes de jubilaciones», añade Martínez.
El colectivo pide a gritos que desde las administraciones se impulsen medidas para que las matronas formadas en Catalunya se queden aquí. «Lo ideal sería que se ofrecieran contratos laborales más dignos», añaden desde CODITA.
A todo ello hay que sumarle que durante ocho años no hubo formación de matronas en Catalunya. Entre 1987 y 1995 no se ofertó ninguna plaza de esta especialización. Se eliminó la especialidad con la intención que los partos pudieran ser atendidos por cualquier enfermera o ginecólogo. «Ahora nos encontramos con que se está jubilando la última fornada y no hay sustitutas», dice Pallisé quien, a parte de ser matrona del ICS, también forma parte de una cooperativa que atiende partos en casa. Se llama La Matriusca y asiste entre 20 y 25 partos al año en el propio domicilio.
Pallisé opina que una buena manera de incentivar la profesión sería convirtiéndola en una carrera propia. «La figura de matrona es insustituible. Ningún otro profesional puede atender partos como nosotras», añade Pallisé.
El miedo del colectivo es que desde las administraciones y las direcciones de los hospitales se decida finalmente prescindir de algunos servicios por la falta de profesionales. «Quizás los partos se mantendrán. Pero recortarán en clases preparto, por ejemplo», aseguran las matronas entrevistadas.
Intrusismo
Una de las consecuencias que más preocupan al sector es el intrusismo que está sufriendo la profesión. «Hay gente que se hace llamar parteras tradicionales, que acompañan partos sin titulación ni formación», explica Martínez, quien añade que «esto es un auténtico peligro para las mujeres.
‘Burnout’
Las matronas denuncian que llevan años sufriendo burnout, o lo que es lo mismo, el síndrome del trabajador quemado. Aseguran que viven con ansiedad y estrés, y que se sienten con la responsabilidad de llegar a todos lados. Hay profesionales que trabajan de mañana en un centro de primaria y, por la tarde, en un hospital.
Cuando llegan los períodos vacacionales la situación empeora, ya que no hay manera de cuadrar calendarios. «Hay semanas que podemos llegar a trabajar más de 60 horas. Hacemos nuestra jornada, además de guardias», dice una matrona. «La salud de la mujer está en peligro. Pero el riesgo se ve minimizado por el esfuerzo que hacemos las matronas», explica Martínez, quien asegura que «nuestro burnout es de casi el 8%».