Historia
De plaza de toros a TAP y a CaixaBank Tarraco Arena
El emblemático recinto que hoy cambia de nombre nació en 1883 como plaza de toros en una zona rodeada de cultivos.

Corrida de toros en la Plaza de Toros en Tarragona, en el año 1900. La última corrida fue en 2006
Insistía esta mañana el director de la ahora CaixaBank Tarraco Arena, Jesús Féliz, a los periodistas en que dejaran de referirse al recinto como la TAP (Tarraco Arena Plaza). Aquel nombre se les quedó grabado a fuego a los tarraconenses cuando asumieron que la antigua plaza de toros cambiaba definitivamente de usos. Féliz recordaba que TAP es también el nombre de una compañía aérea portuguesa, lo que les ha generado no pocos quebraderos de cabeza.
Pero, comenzando desde el principio: la actual CaixaBank Tarraco Arena es la reconversión de la plaza de toros de Tarragona, inaugurada el 21 de septiembre de 1883. La obra fue encargada al arquitecto Ramon Salas i Ricomà, autor también del Balcó del Mediterrani. El lugar elegido para levantarla fueron los terrenos del Fortí d’Orleans, una zona rodeada de cultivos y casas de payés. La construcción de la plaza, de hecho, obligó a urbanizar las calles Mallorca y Jaume I.
La plaza albergó corridas de toros hasta 2006. En Catalunya, las corridas se prohibieron a partir del 1 de enero de 2012 por una ley aprobada por el Parlament el 28 de julio de 2010.
La primera parte de la reconversión de la plaza de toros en espacio de espectáculos, liderada por la Diputació de Tarragona (su propietaria), acabó en 2010. Recordaba esta mañana Rubén Viñuales, alcalde de Tarragona, toda la oposición que tuvo que enfrentar el entonces presidente de la Diputació, Josep Poblet.
El primer concierto de la nueva era lo protagonizó Miguel Bosé el 26 de agosto de ese año, ante más de 4.000 espectadores, en las fiestas de Sant Magí.
La Diputació adjudicó en 2013 la gestión del recinto a APIC, que sigue desempeñando esta labor. En 2014 ya había sufrido otro cambio de nombre, al pasar a llamarse TAP by San Miguel. Los tarraconenses se estrenaban entonces en eso del ''naming rights", algo en lo que ya estaban duchos el mundo del deporte y la cultura, especialmente anglosajones. San Miguel, conviene aclarar, ya no da nombre a la plaza, pero la cervecera sigue siendo un ‘partner’ destacado.
El próximo domingo, el emblemático edificio de la calle Mallorca cumple 142 años.