Movilidad
Un año del inicio de las obras de Roda de Berà: «Me pasé al Avant, no quiero arriesgarme»
El corte de vías entre Tarragona y Sant Vicenç de Calders supuso un cambio de rutina para muchos viajeros. Muchos de estos todavía no han vuelto al servicio de Regionals

Cristina Jiménez es usuaria del Avant
Las obras del túnel de Roda de Berà supusieron un cambio en la rutina para miles de usuarios del corredor sur. Algunos de estos viajeros no han vuelto al servicio de tren convencional. Es el caso de Cristina Jiménez quien explica que «me pasé al Avant y ya no he vuelto, porque los Regionals no ofrecen el servicio que deberían y ya no me arriesgo. Por lo menos, ahora sé a qué hora llego a casa y puedo ir al gimnasio».
Jiménez afirma que se niega a «pagar por un servicio que no funciona. Una compañera, el otro día, me decía que había hecho dieciséis viajes y tenía once devoluciones». Esta explica que en el trabajo tiene cierta «flexibilidad»; pese a ello, considera que «no me la puedo jugar», por lo que, de momento, no se plantea un nuevo cambio. Al menos, hasta finales de año, mientras los abonos del Avant seguirán manteniendo una bonificación del 50% para los usuarios recurrentes. «Espero y deseo que mantengan los descuentos, porque si no, estamos perdidos. Mucha gente no podrá pagarlo», dice.
Carme Navas es otra de las viajeras que ha decidido seguir utilizando el autobús, desde que a partir del 3 de marzo se restableció el servicio ferroviario entre Tarragona y Sant Vicenç de Calders. «Aunque en la empresa han tenido mucha comprensión, no me planteo volver al tren», dice.

Carme Navas es usuaria del autobus
Durante más de veinte años, Navas utilizó este medio de transporte para desplazarse entre Tarragona y Barcelona. Afirma que el viaje era «cómodo» y que le permitía leer durante el viaje. «Con los trenes directos, en una hora podías llegar, pero la sensación es que, a partir de la gratuidad, el servicio pinchó y fue a menos».
Los que han dejado el tren no se plantean un cambio a corto plazo
Navas asegura que el hecho de no saber nunca cuándo llegaría a casa o al trabajo le provocaba «una angustia y una ansiedad horrorosa». «Aunque tengo menos frecuencias y en el bus no puedo leer porque me mareo, prefiero seguir así porque sé que en una hora y media llegaré».
«Al principio del corte combiné el Plana con la Renfe, pero al final abandoné el tren. La sensación es que no se ponen en la piel de los usuarios, porque es muy grave que entre Tarragona y Barcelona esté ocurriendo esto. Si ahora tienen que hacer las obras del Garraf y eso significa que solo podrá pasar un tren cada hora, no quiero ni imaginarme lo que supondrá», dice.
Pedro Caro fue el único usuario que utilizó el primer autobús exprés desde Reus el primer día. Durante los meses del corte siguió utilizando esta alternativa, pero cuando lo quitaron decidió que no podía seguir dependiendo del tren todos los días. «He cambiado de tener mi residencia en Reus y hacer un sube y baja cada día por una habitación de alquiler por días». Esto le supone un gasto superior al de la hipoteca por un piso en la capital del Baix Camp. Pese a ello, argumenta que ha ganado en «calidad de vida», ya que ahora no tiene que levantarse a las 4:45 horas de la mañana, para estar en el trabajo antes de las 9 horas, mientras estaba todo el día pendiente de si funcionaba o no el servicio para poder regresar a casa de nuevo.
«He ganado buen humor por las mañanas, tranquilidad y horas de sueño», argumenta Cano. Este asegura que, a corto plazo, no se plantea un cambio de vida. «No quiero que sea el tren el que acabe decidiendo mi vida y, aunque ahora se planteen una modificación de los horarios, que seguramente supondrá una mejora, estamos pagando los años de desinversión», dice.