El romesco está de moda en Tarragona

Dice el alcalde Rubén Viñuales que "somos romanos" y que "la gastronomía es la mejor manera de viajar en el tiempo". Y no le falta razón: cada plato es una máquina del tiempo con aroma a sofrito. 

Asegura que la comida es uno de los momentos más importantes del día, ese paréntesis sagrado en el que el reloj se detiene y las ideas se cuecen a fuego lento. Él se queda con el almuerzo, con unos buenos callos en el plato y el optimismo en la cuchara: "Las cosas se ven diferente por la mañana". Y, con un toque de romesco, todavía mejor.

Esta fue la figura central de la cuarta parada de la Gira Gastronòmica del Diari de Tarragona, que hizo parada en el Espai Comerç del Mercat Central para reivindicar que el romesco no solo es una salsa, sino un símbolo. Un emblema tarraconense que no siempre ha tenido el reconocimiento que merece.

En la mesa redonda, la concejala de Turisme, Promoció Econòmica i Comerç, Montse Adan, añadió ingredientes al debate: el pescado azul, la gamba roja… y una confesión: "En Tarragona ha costado relacionar el romesco con la ciudad". Una especie de desmemoria culinaria que, según ella, toca revertir: "Nos hace falta esa conciencia, y queremos empezar a trabajarla".

¿La receta? Javier Escribano, presidente de la Associació d’Empresaris d’Hostaleria de Tarragona Ciutat, la sirvió con buena metáfora: "Hace años, a la Baixada de l’Àliga iban cien personas". Y ahora es una multitud. "Eso mismo debemos conseguir con el romesco", zanjó, añadiendo un poco más de picante al debate.

El chef Txaber Allué propuso seguir la estela del Congrés d’Investigació Tècnicocultural del Romesco, celebrado el 1 y 2 de octubre. Una iniciativa que, según recordó Viñuales, incluso Ferran Adrià aplaudió en una visita a la ciudad: "Nos dijo que estas jornadas eran lo mejor que habíamos hecho nunca, que hay muy pocas salsas frías y nosotros tenemos una de las más valoradas del mundo".

De ahí que, como señaló Adan, el objetivo del consistorio sea repetir la fórmula, pero esta vez "con más acción popular". Porque el público –y en eso coincidió– es el alma del festín. El propietario de La Morada lo resumió con lógica de mercado: "El romesco tiene que ser rentable. Si hay demanda, habrá oferta". Y dejó caer un dato sabroso: "Todo lo que en la carta lleva la etiqueta ‘de Tarragona’ se vende el doble".

Capital sin estrella

Después de la mesa, el chef Moha Quach, de El Terrat, ofreció un showcooking con nombre propio: rape con gamba roja y romesco. Una delicatessen. Entre sartenes y risas, abordó un asunto espinoso: Tarragona, capital gastronómica sin Estrella Michelin. "Recuerdo que, cuando nos dieron el Sol Repsol, pensé que era una broma", confesó. Pero enseguida añadió con una sonrisa de quien cocina con el corazón: "Disfrutamos de lo que hacemos en casa, y si el premio llega por eso, será bien recibido".