30 años del Pas de Presa de Jesús llevado a hombros

El misterio de la Confraria de Pescadors salió por primera vez sin ruedas en la procesión del Viernes Santo en 1992, contra todo pronóstico

08 abril 2022 16:50 | Actualizado a 09 abril 2022 05:32
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Dicen que si crees firmemente en un sueño acaba cumpliéndose. Que si proyectas con todas tus fuerzas una idea puede convertirse en realidad. Y un poco esto es lo que ocurrió en 1992, en el Pas de la Presa de Jesús. Antes de contar esta historia, es necesario fijarnos en el contexto. El misterio de la Confraria de Pescadors salía por primera vez en la procesión del Viernes Santo del año 1956. Lo hizo en ruedas, con un conductor y ocho costaleros empujando el paso. Los años fueron pasando y la Setmana Santa cogía cada vez más fuerza. En 1992, tras la insistente petición de algunos portants, la Presa de Jesús salía, por primera vez, a hombros. De esto hace 30 años.

Para entender la importancia de esta efeméride, cabe destacar que el misterio de la Confraria pesa aproximadamente 1.200 kilos. Una auténtica locura por el número de portants. Tanto es así que, cuando los responsables del paso explicaron a los costaleros de Andalucía las intenciones de llevarlo a hombros, éstos les trataron de somiatruites, de ilusos y de locos. Aún no conocían el carácter serrallenc. «Nos decían que era imposible, que no podríamos hacerlo y que llevar tanto peso encima era teóricamente imposible», recuerda Joan Anton Rodríguez, quien en ese momento era portant y, actualmente, el capataz del grupo, desde hace más de veinte años. Rodríguez, ahora, con el paso del tiempo, reconoce que él tampoco las tenía todas en ese 1992.

No todo el mundo creía en ese sueño. El presidente de la Confraria de Pescadors de ese momento, el ya difunto y querido Joan Veciana, recomendó a los responsables del paso no deshacerse de las ruedas, por si acaso debían recuperarse en algún momento. «Aún recuerdo cómo Veciana me decía que nos faltarían apóstoles, una manera serrallenca de decir que nos faltarían costaleros», explica Joan Anton.

Joan Teixidó, de oficio pescador, fue el encargado de realizar el cambio de la estructura del misterio. El paso llevado a hombros fue bautizado y presentado en las escaleras de la iglesia de Sant Pere y, unas semanas más tarde, salió en el Viacrucis del Serrallo del año 1992.

Y por fin llegó el día: el Viernes Santo. Los nervios típicos de la primera vez. De la novedad. De ser valientes sin saber el resultado. De creer tanto que nada podía salir mal. Contra todo pronóstico, el Pas de la Presa de Jesús llevado a hombros llegaba a la Plaça del Rei. Éxtasis total.

Anécdotas

La sensación, según algunos testigos, fue brutal, inexplicable. Sólo asimilable al sentimiento que tendrán los portants este año, cuando vuelvan a salir en procesión después de dos años sin hacerlo. Volvemos al año 92. «Recuerdo que en la recogida de los pasos, después de haber hecho la Pujada de las Peixateries, tuve que acompañar un ganxo al hospital. Se ahogaba y, el pobre, no pudo realizar la procesión», explica Joan Anton. Esta anécdota explicaría la dureza del reto. Desde entonces, los costaleros del Pas de la Presa de Jesús se quitan la capucha cada vez que hacen la subida. Y es que se llega al límite.

Ese Viernes Santo todo el mundo estaba nervioso e ilusionado. También el padre del propio Joan Anton, quien tomó la decisión de no ver la procesión en directo ni de escucharla por la radio. El miedo a que alguna cosa saliera mal se apoderó de él. Esa misma noche, sin saber cómo había ido, el padre de Joan Anton se encontró en la escalera con un vecino. «Le dijo a mi padre que la cosa no había ido bien y que, como todo el mundo esperaba, el paso de la Confraria no había terminado la procesión», explica Joan Anton, quien sigue: «Se lo creyó, y estuvo días enfadado hasta que le pregunté que le pasaba. Me hizo prometer que todo había ido bien, que no le engañaba».

El resto de procesiones fueron duras, pero gratificantes. El rostro de los costaleros cuando llegan a la Plaça del Rei, después de más de tres horas de procesión, es indescriptible. Hombres que se deshacen entre lágrimas.

Relevo generacional

Pero la cruda realidad de hoy en día es que los portants de toda la vida se van haciendo mayores y que buscar relevo generacional no es nada fácil. En 2018, la junta del Pas de la Presa de Jesús decidió alargar un poco el misterio para repartir el peso. De este modo se añadían dos ganxos y tres costaleros más, lo que implica la pérdida de cinco o seis kilos por cabeza y que se agradece, dicen los protagonistas. En 2019, en la última procesión de antes de la Covid, el paso ya salió con la nueva peana.

Es importante que los hijos y los nietos sigan con el legado que han dejado los padres y los abuelos, y que se involucren con la tradición. Es imprescindible para seguir haciendo grande esta festividad de ADN tarraconense. La Semana Santa de Tarragona necesita ahora más que nunca jóvenes con empuje, fuerza y talento.

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