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    425 años de la llegada de los Carmelites a Tarragona

    La continuidad de esta orden en la ciudad se salvó en 2015 gracias a la llegada de tres padres de la India. Ahora se hacen cargo del convento

    14 julio 2022 21:21 | Actualizado a 15 julio 2022 10:00
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    La festividad de la Verge del Carme, que se celebra mañana, será un día especial para los Carmelites Descalços de Tarragona. Este año están de aniversario ya que celebran una doble conmemoración, como es el 425 aniversario de la presencia de este orden en la ciudad y los 125 años de la fundación de la iglesia-convento de la Mare de Déu del Carme.

    Esta comunidad, fundada por Santa Teresa de Jesús, llegó a Tarragona a finales del siglo XVI. En concreto, en el año 1597, se instalaron en el convento de Sant Llorenç, que estaba ubicado entre las calles Puig d’en Pallàs, Llorer, del Escorxador y Dels Descalços. La construcción del edificio fue a cargo del arquitecto Pere Blay, quien adaptó la edificación al carácter modesto de la comunidad, con dos partes integradas formadas por un lado por la iglesia y por el otro por la casa de la comunidad.

    La vida ascética de los religiosos de Sant Llorenç atrajo a muchos fieles y contó con el apoyo del Arzobispado. Incluso el Papa Inocencio XI, en el año 1689, concedió el jubileo a las personas que visitaran el templo el segundo domingo de mayo.

    Estos vivían y predicaban al pueblo el Evangelio de acuerdo con la doctrina de sus fundadores. Asimismo, estaban presentes en cualquier evento importante de la ciudad y vivieron en su propia piel los estragos de guerras y pandemias. En el año 1811, las tropas napoleónicas saquearon el convento y asesinaron al superior y a muchos de los padres. No fue hasta pasados unos años cuando la ayuda de las religiosas Carmelites, ya instaladas en la ciudad, espoleó la construcción de un nuevo convento.

    El 16 de julio de 1897 se inauguraba el convento ubicado en la calle de Assalt

    Compraron el solar entre la Rambla Vella y la calle August, con la fachada principal en la calle Assalt, donde se levantó una construcción, con una iglesia de estilo gótico, obra del arquitecto Pablo Mongió i Segura. Este fue inaugurado el 16 de julio de 1897, incorporando más tarde uno de sus elementos más característicos y valiosos, como es el camarín de la Verge del Carme, obra de Josep Maria Jujol.

    Entre la década de los cincuenta a los setenta del siglo pasado, la comunidad llegó a tener hasta a 18 padres, cuando los Carmelites Descalços también eran un centro de formación, con hasta ochenta estudiantes en el seminario. A lo largo de su trayectoria, esta orden ha pasado por varias vicisitudes, la última el descenso del número de miembros, hasta el punto que en los ochenta cerró el seminario e incluso estuvo a punto de desaparecer de la ciudad. «Había una falta de vocaciones, los padres que había eran mayores y querían cerrar el convento», indica Xiscu Caballé, que siempre ha colaborado con la comunidad. Finalmente, en el año 2015 llegaron el prior Lean Jude Poulose, junto con los padres Benny Manackaparambil y Varghese Cheriyakadavil, procedentes del Estado de Kerala, en la India.

    «Había una falta de vocaciones, los padres que había eran mayores y querían cerrar el convento»

    «Nuestra misión ha sido la de recuperar la tradición carmelita y continuar con la formación y la oración a Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, porque los feligreses estaban preocupados que se perdiera», afirma Lean Jude Poulose. La contemplación, observación y las oraciones, tanto mental como vocalmente, forman parte del día a día de esta comunidad.

    La vida en el convento empieza a las 6.45 horas de la mañana con las laudes, después hacen una hora de meditación y la misa. Tras el desayuno comienza el trabajo de lectura y a las 11.00 horas abren la iglesia para confesiones y la dirección espiritual. Al mediodía se celebra la misa con los feligreses y, después de comer, por la tarde tienen un rato de descanso antes de iniciar las asignaciones varias que tienen por la tarde y el trabajo en el jardín. A las 19 horas tiene lugar la Santa Eucaristía y una hora más tarde las Vísperas. Después de la cena llega la hora del retiro.

    «Que todos seamos del mismo país facilita el buen compañerismo de la comunidad»

    «Que todos seamos del mismo país facilita el buen compañerismo», afirma el prior. La dificultad de encontrar vocaciones hace que ahora mismo la «esperanza» esté en la llegada de nuevos miembros, procedentes de la iglesia asiática, africana y de la América latina.

    En algunos conventos, cuando el número de miembros es inferior a tres y hay dificultades para cumplir con las obligaciones de la vida comunitaria, se están unificando comunidades. No obstante, los representantes de la comunidad tarraconense confían en que «puedan encontrarse nuevos sacerdotes para seguir funcionando como comunidad activa».

    En los últimos años, coincidiendo con la Mare de Déu del Carme, se había recuperado la procesión que hacía esta comunidad por el centro de la ciudad. Esta dejó de hacerse por culpa de la pandemia y este año todavía no podrá volver a la calle, pese a ello, mañana será un día de celebración para los Carmelites de Tarragona.

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