5.000 personas visitarán el anillo antes de los juegos

La principal preocupación de los tarraconenses es que el recinto cuente con seguridad, para que no se hagan ‘botellones’

01 mayo 2018 10:49 | Actualizado a 01 mayo 2018 11:25
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Cerca de 5.000 personas habrán visitado el Anillo Mediterráneo de Campclar antes de la celebración de los Juegos, que darán el pistoletazo de salida de aquí a 53 días. Ayer fue el turno de la visita número 218, protagonizada por los miembros del Club de Pensionistes de la Casa del Mar y del Hogar de Jubilados de Bonavista. Ambas entidades visitaron las instalaciones del que será centro neurálgico de los Juegos.

Los encargados de llevar a cabo la visita turística fueron el concejal responsable del evento, Javier Villamayor, y el alma de los Juegos –así es como le define el alcalde Ballesteros–, Pere Valls.  

En enero de 2017 tuvo lugar la primera visita a los equipamientos. «Creíamos que era momento de que los ciudadanos que quisieran vieran la transformación que estaba sufriendo la zona», explica Pere Valls. Desde entonces y hasta el pasado sábado, han pasado por el Anillo 4.626 personas.

Se espera que hasta el 20 de mayo –fecha en que el recinto cerrará puertas para ponerlo a punto para los Juegos–, el número de visitas llegue a las 5.000.

Entidades vecinales, empresas patrocinadoras, periodistas, colegios, clubes deportivos y jubilados. Estos colectivos son algunos de los que han pasado por el Anillo durante este año, destacando la visita del Abat de Poblet, Octavi Vilà, o el arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol.

La visita de la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en abril de 2017, fue una de las más multitudinarias. También fue importante la inauguración del estadio de atletismo. 

Ahorrar es la prioridad

La cita era ayer a las cinco de la tarde en la entrada del Anillo Mediterráneo. El grupo se dividió en dos. Unos, los jubilados de Bonavista, comenzaron la visita con Villamayor en cabeza. Diez minutos más tarde, iniciaron el desfile los de la Casa del Mar, con Pere Valls.

Primera parada: estadio de atletismo. «Se ha construido casi todo nuevo, sólo se han conservado las gradas de piedra», explicaba Valls, quien añadía que «cada metro cuadrado de la pista de atletismo ha costado 47 euros más IVA». Valls se dedica a mostrar la cara más curiosa del Anillo. Desprende pasión. Y la contagia a los visitantes, quienes no paraban de hacer preguntas. 

Segunda parada: entrada del recinto. Valls hablaba de sostenibilidad. «Cuando llueve en Campclar, las calles se inundan. Y ahora ya no pasará porque el agua se recogerá e irá a parar a unas tuberías que la transportarán hasta unas balsas. El recinto gasta mucha agua, pero también se aprovecha una gran cantidad», aseguraba Valls, quien añadía que «con este mecanismo ahorraremos un 20% del agua». 

Tercera parada: «la joya de la corona –según Valls–». El Palau d’Esports es el equipamiento estrella cuando se trata de sostenibilidad y ahorro. Cuenta con 100 metros cuadrados: 62 de ancho y 24 de alto. Las placas de madera que cubren el pabellón están colocadas de tal manera que entra la máxima luz posible en el interior.

«De esta manera, no hace falta encender las luces», explicaba Valls. Por otro lado, las láminas de cerámica, situadas también en la cubierta, mejoran la climatización del equipamiento.

Pero a los pensionistas de la Casa del Mar les preocupaba que el Palau d’Esports estuviera listo para los Juegos. «Esperemos que los atletas no se encuentren a nadie barriendo», decía una de las visitantes. Las obras del pabellón acabarán justo, igual que las de la piscina olímpica. 

La mirada de los presentes se fue rápidamente al suelo de la gran avenida, donde hay dibujados, a tamaño enorme, los años y las ciudades donde se han celebrado ediciones de los Juegos Mediterráneos desde el 1951.

«Después de la segunda Guerra Mundial fueron muchas las iniciativas para tapar las heridas, entre ellas, los Juegos», recordaba Valls, quien añadía que «ahora no es tan distinto. Vienen a Tarragona atletas de Siria, del Líbano, de Egipto, entre otros. Nuestra misión es acogerlos lo mejor que sabemos». Treinta segundos de silencio. Es momento para la reflexión.

Cuarta parada: el lago. Llega la sorpresa. Un gran lago con doce patos que concentran la mirada de los pensionistas, quienes se preocupaban por los mosquitos. Valls les tranquilizaba. «En verano el agua se cambia cada cinco días». 

Vienen a Tarragona atletas de Siria, del Líbano, de Egipto, entre otros. Nuestra misión es acogerlos lo mejor que sabemos». Treinta segundos de silencio. Es momento para la reflexión

«No nos lo imaginábamos»

La inversión total del Anillo Mediterráneo ha sido de 35 millones de euros, de los cuales el Ayuntamiento de Tarragona ha financiado 12. El gobierno central, la Generalitat y la Diputació de Tarragona también han colaborado económicamente. «Y lo más importante, todo esto está pagado», destacaba Valls. 

Para los visitantes es muy importante que se ponga seguridad en el recinto. «Si se ponen aquí a hacer botellón, esto se va a degradar», opinaba una vecina de Bonavista. La principal reacción de casi todos fue: «No nos imaginábamos que aquí hubieran todos estos equipamientos. Estamos sorprendidos».

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