«A mi hija no la dejaría aparcar en este parking de Tarragona»

Los episodios de robos e inseguridad son frecuentes en el aparcamiento disuasorio de L’Horta Gran, que se puso en funcionamiento el pasado mes de abril y cuesta un euro al día

14 agosto 2019 21:40 | Actualizado a 02 octubre 2019 12:18
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Pere y Vicky, un matrimonio de Montbrió del Camp, dejaron ayer el coche en el parking disuasorio de L’Horta Gran, que entró en funcionamiento el pasado mes de abril. Aprovecharon el día de vacaciones para ir de rebajas al Parc Central. Al cabo de unas horas, volvían en busca de su vehículo y la conversación era la siguiente: «Esto está muy apartado del centro. Por la noche, a oscuras, debe dar miedo», decía Pere Becerra, uno de los protagonistas. Su mujer, Vicky Sola, le respondía así: «Avisaré a nuestra hija para que, cuando venga a Tarragona, nunca aparque en este descampado». Como ellos, son muchos los usuarios que coinciden en decir que el parking ubicado entre la N-340 y la T-11 es inseguro.

Por su parte, fuentes policiales aseguran al Diari que en el mes de julio tuvieron lugar «cinco o seis» robos en interior de vehículos allí aparcados. Uno de los casos tuvo como protagonista una familia alemana. Los hechos ocurrieron la semana del 22 de julio. El grupo dejó el coche en el parking disuasorio de L’Horta Gran y se fue a pasear por el centro de la ciudad. A la altura de la salida del aparcamiento se encontraron con dos jóvenes que les parecieron sospechosos. No pasearon del todo tranquilos. Al volver a por el coche, se encontraron las ventanas rotas y los ladrones se habían llevado todo lo que tenían de valor.

Según fuentes de la Guàrdia Urbana, los robos en interior de vehículos se concentraron, sobretodo, durante la última quincena de julio. Luis, que pasa cada día por el parking porque está al lado de su huerto, explicaba ayer que «yo vi como le dejaron al coche a una familia –asegura que no era la alemana–». «Parecía como si hubieran entrado en una casa y hubieran abierto todos los cajones. Estaba todo desordenado y por el suelo. Solo se llevaron las joyas y el dinero», relata Luis, quien asegura que él no aparcaría nunca en ese parking. La Guàrdia Urbana asegura que no se ha llevado a cabo ninguna detención relacionada con este tema.

Cuatro meses después

El aparcamiento de L’Horta Gran se puso en marcha el pasado 17 de abril. El gobierno municipal de entonces, liderado por Ballesteros, pensó que era una buena opción adecuar el espacio, después de perder las plazas del parking disuasorio de la Tabacalera. El equipamiento tiene acceso a través de la Nacional 340 y de la plaza de Europa –la rotonda de entrada a la autovía T-11–. El espacio funciona como zona naranja, de forma que los usuarios pueden aparcar de lunes a viernes por un euro al día. Sábado y domingo, el aparcamiento es gratuito.

Por otro lado, por lo que se refiere a los peatones, desde la avenida de Roma se acondicionó un trozo de acera para llegar al parking. Ahora bien, la cosa no es tan sencilla para aquellos usuarios que quieran dirigirse hacia la calle Joan Miró. El camino no es accesible para los viandantes. Por último, la puesta en marcha del aparcamiento obligó a instalar dos paradas de autobús municipal, que enlaza los barrios de Ponent con el centro de la ciudad. No se trata de una parada muy solicitada.

Ir con miedo a buscar el coche

Justo al lado del aparcamiento hay un camino en una zona boscosa. «Al llegar, nos hemos percatado de que habían dos jóvenes en este punto, mirándonos de manera sospechosa. No hacían muy buena pinta. Desde ahí pueden controlar los coches que van llegando», explicaba Vicky Sola, una usuaria, quien añadía que una de las posibles soluciones sería instalar cámaras de videovigilancia, tal como hay en otros puntos conflictivos de la ciudad.

Como apunte positivo, los usuarios destacan que no es necesario ir al parquímetro a pagar el euro. «Tan solo entrar, la máquina ya registra el coche y puedes abonar el importe», aseguraba Pere Becerra, otro usuario.

Por otro lado, Melani Ruiz y Ainhoa del Arco son dos chicas jóvenes que trabajan en el Parc Central. Cada día aparcan su coche en el disuasorio. «Cuando salgo a las diez de la noche, me da auténtico pavor aparcar aquí. Antes dejaba el coche en el McDonald’s, pero ahora son más restrictivos», aseguraba ayer Ruiz, quien pedía que la vigilancia se ampliara más allá de las ocho de la tarde. Del Arco solo trabaja por las mañanas, pero coincidía en asegurar que «alguna vez que hemos hecho inventario y he salido a las dos de la madrugada, he pasado mucho miedo», y añadía que «falta más luz».

Kiko Solorzano también trabaja en el Parc Central. Hace tres meses que aparca cada día en el parking. «No entiendo que nos cobren un euro para aparcar en un descampado que ni tan siquiera está vigilado. La mayoría de veces llego aquí y me encuentro grupos de jóvenes mirándome o coches que intimidan», aseguraba Solorzano.

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