Adiós a la ciudad soñada por los más pequeños

Los jugadores del Nàstic y la rúa con la charanga Tocabemolls como protagonista pusieron el punto final a nueve días de Parc de Nadal de Tarragona

05 enero 2019 10:27 | Actualizado a 27 febrero 2019 19:11
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Magí esperaba en la cola del Parc de Nadal disfrazado de pastorcillo. Era la segunda vez que entraba en el recinto. Y es que le faltaron cosas por hacer el primer día. Esta vez fue diferente. Su madre, a través de las redes sociales, se enteró de que si los niños iban disfrazados, la entrada era gratuita durante el último día de parque. Así que ayer Magí se convirtió en un pastorcillo. Lo que más le gustó al pequeño de tres años fue el escaléxtric. Era el taller con más cola del recinto. Los niños se volvían locos y todos querían participar con el coche plateado como cómplice. Decían que era el que más corría. 

Magí también es muy fan de los juegos hechos con materiales reciclados, que estaban ubicados en la Plaça dels Nins. El más solicitado estaba formado por una tubería, el piñón de una bici y dos embudos de medidas considerables. También había el esqueleto de una tabla de planchar que funcionaba como una especie de pinball.

A escasos metros, en la calle de la Creació, se encontraba el payes Jordi, quien explicaba a los niños y a los padres la variedad de verduras que hay en el huerto y la importancia de comérselas. «El truco para que las acelgas sean más buenas es escaldarlas, en lugar de hervirlas. Después, saltearlas con un ajito en la paella», recomendaba Jordi. Se trataba del taller del huerto urbano, donde los más pequeños descubrían, por primera vez, como huele el orégano, la menta, la ajedrea y el romero. 

En otra de las calles del Parc de Nadal, la de la Ciència, jugaban los hermanos de 6 y 9 años, Pol y Adrià. Cada uno con un Ipad, hacían mover su robot. El objetivo era disparar al otro robot hasta acabar con sus cinco vidas. «Ya es la quinta o sexta vez que jugamos a esto. Es el taller más chulo del parque», decía Pol. Queralt Caparrós, monitora de la actividad, aseguraba que «este juego crea una poco de adicción. A los niños les encanta y repiten», y añadía que «el objetivo es fomentar la robótica y acercar a los niños el mundo de la tecnología». El taller también contaba con una experiencia de realidad virtual para mayores de 12 años.

En la calle del Aprenentatge y de las Manualitats había talleres para hacer una máscara, para hacer galletas y para coser los elementos del Seguici Popular. En la calle de los Infants hay una carpa llena de objetos que permitía a los más pequeños descubrir nuevas texturas. 
En el exterior del recinto se encontraban las principales novedades de esta edición, como la pista de hielo sintético o el recorrido de un circuito de karts eléctricos. En la misma avenida del Club, se encontraba Júlia, de siete años, montada en una bicicleta. Y de repente se saltaba un stop. Su madre le corrigió. «Debes parar si te encuentras con esta señal», decía. Júlia participaba en el circuito de movilidad segura, que tenía como objetivo que los más pequeños aprendan y conozcan las normas de conducción. Eso sí, a través de un juego. 

Eudald entraba en el parque y se dirigió directamente hasta los karts eléctricos. Pudo montarse y conducir por los pelos. Y es que la altura mínima es de 1,40 cm y Eudald solo superaba el límite por un centímetro. El Parc de Nadal de este año se ha convertido en la ciudad que todos los niños desean. Tocaba exprimirlo al máximo, y ayer era el último día que abría sus puertas. 

Más de 20.000 personas

El recinto estaba dividido en calles, plazas y avenidas. También había señales de tráfico y un cielo lleno de nubes. «Es la ciudad perfecta desde el punto de vista de los más pequeños», aseguraba Marina Borràs, directora del Parc de Nadal, quien añadía que «además, la intención es conscienciar sobre algunos de los valores de la vida, como el ahorro energético o la comida saludable». Más de 20.000 personas han pasado durante estos nueve días por el Parc de Nadal, que han sido dirigidos por un grupo de más de 30 monitores. 

Para despedir esta edición, el Recinte Firal del Palau de Congressos recibió, por sorpresa, a los jugadores de Nàstic, que firmaron autógrafos y se hicieron fotos con los más pequeños. Además, la charanga Tocabemolls protagonizó una rúa por las calles del parque, que acabó con un gran estallido de confeti y de cohetes. Fue un adiós a lo grande, difícil de olvidar.

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