Agustí Pujol: 'Tenemos que remar todos en la misma dirección'

Un café con. El presidente de la Cambra de la Propietat Urbana echa en falta una actitud colaborativa para que TGN saque adelante las grandes decisiones

08 octubre 2019 12:40 | Actualizado a 08 octubre 2019 12:44
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El apellido Pujol se halla indisolublemente unido a la historia reciente de la arquitectura local. El actual presidente de la Cambra de la Propietat Urbana es nieto de Josep Maria Pujol i de Barberà (autor del actual rectorado de la URV o el Mercat Central) e hijo de Antoni Pujol Sevil (responsable de la casa de La Punxa o la sede central de La Caixa en la Rambla). Ahora es su hijo quien continúa la saga.

Su relación con la Cambra de la Propietat también le viene de familia. «Mi padre fue el arquitecto de la Cambra toda la vida, y yo sustituí a mi hermano como miembro de la Junta de Gobierno. Entonces, como yo estaba habituado a viajar y me manejaba en inglés, pasé a representar a las cámaras españolas en el Unión Internacional de la Propiedad Inmobiliaria, con sede en Bruselas». Precisamente, mañana viajará a Budapest para participar en una reunión sobre los derechos y deberes de propietarios e inquilinos en los arrendamientos. «Ahora, por ejemplo, algunos pretenden controlar los alquileres poniendo límites a las rentas, lo que es una barbaridad que va contra el libre mercado y además está demostrado que no funciona».

Consell de Catalunya

Después, en 2011, Luis Vives dejó la presidencia de la Cambra de Tarragona y le propusieron ser su sustituto. «Acepté porque creía que las cámaras se habían acomodado y se podían hacer cosas. Debíamos servir mejor a los propietarios urbanos, socios o no, y estar más presentes en la sociedad y abrirnos a la ciudad. Asesoramos sobre alquileres, compraventas, temas jurídicos y técnicos…»

Agustí Pujol también preside el Consell General de Cambres de la Propietat Urbana de Catalunya, con funciones representativas y de coordinación. «El próximo día 30, por ejemplo, nos reuniremos con el Fiscal Superior de Catalunya para poder trasladar aquí la instrucción de la fiscalía de Baleares para agilizar la desocupación de viviendas».

Al margen de su profesión, su vida siempre ha estado vinculada al mundo del tenis. «Yo empecé a jugar con seis años, y con veintinueve me convertí en presidente del Club Tennis Tarragona. En 1985 pasé a presidir la Real Federación Española de Tenis (RFET), un cargo que entonces no era remunerado, así que mi dedicación no fue exclusiva sino preferente.

Continué ejerciendo siempre como arquitecto, aunque priorizaba el deporte cuando era necesario. Yo había heredado el despacho de mi padre, y no quería romper la cadena familiar. Además, la RFET siempre ha estado en Barcelona, lo que me permitió vivir siempre en Tarragona. Aquellos veinte años fueron muy intensos, apasionantes e inolvidables a todos los niveles: reuniones, viajes, competiciones…»

Sobre la meteórica carrera de Rafa Nadal, el expresidente de la Federación deja entrever una sensación agridulce. «El problema es que los éxitos de Nadal son tan brutales que ha eclipsado al resto de tenistas españoles. Tenemos siete u ocho entre los cien primeros, pero parece que sólo está él. Y hay otros muchos detrás, como David Ferrer, que acaba de retirarse y que ha estado siempre entre los diez mejores del mundo, pero que nunca llegó a ganar un gran torneo y parece que no existe. El tenis español está a un grandísimo nivel... aunque desgraciadamente no durará mucho, porque todo se acaba».

A la hora de valorar su etapa al frente de la RFET, «desde el punto de vista de la visibilidad, lo mejor fue ganar la primera Copa Davis el año 2000. La apuesta fue atrevida e innovadora: generar una capitanía en equipo, o sea, un grupo de cuatro técnicos que ejercieron la capitanía entre todos. Y se me criticó mucho.

Pero en toda competición deportiva por equipos, y la Copa Davis lo es, la complicidad y el compromiso entre todos es fundamental si se quiere lograr los objetivos propuestos». Siendo todavía presidente de la Federación, España ganó una segunda Copa Davis en 2004. «Sin embargo, mi mayor satisfacción personal fue construir una estructura piramidal (con los clubes, las academias privadas, los centros federativos…) que implantó una forma de trabajar que todavía hoy dura, y que ha permitido que todos trabajen en la misma dirección. Como arquitecto te diría que se pusieron unos cimientos muy sólidos para que todo lo que se pusiera encima aguantara, y hoy podemos ver sus frutos».

La Federación de Tenis, ejemplo

Precisamente, Agustí Pujol echa de menos en Tarragona esa capacidad para ir todos a una. «El gobierno local debe dirigir la ciudad, obviamente, pero le falta la colaboración de la sociedad civil, con el único interés de poner Tarragona por delante. Habría que crear un consejo municipal al servicio del Ayuntamiento, formado por un grupo reducido de ocho o diez personas representativas de los diferentes colectivos (universidad, química, comercio, propietarios, deporte…) para que el consistorio tuviera un interlocutor y se sintiera respaldado a la hora de tomar las grandes decisiones. Se intentó con el Senat Tarragoní, pero ha demostrado ser poco eficaz.

Y otras iniciativas han nacido demasiado politizadas. Tenemos que dejar de ponernos zancadillas entre todos, como en los Juegos Mediterráneos. Creo que ésta sería una buena fórmula para lograr consensos y desatascar los grandes temas pendientes de la ciudad. Tenemos que remar todos en la misma dirección».

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