«Ahora los vecinos me piden menos que les fíe»

Confianza. Moha, que regenta una pequeña tienda de alimentos en Campclar, cuenta su experiencia en un establecimiento muy necesario para el barrio de Ponent

09 abril 2020 18:50 | Actualizado a 10 abril 2020 17:38
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Esas pequeñas tiendas de alimentos que adornan la mayoría de los barrios de nuestro país también están conviviendo con el coronavirus y sus consecuencias. Han cambiado porque la sociedad ha cambiado en estas últimas semanas. Mantienen su esencia, pero no escapan del ambiente enrarecido y frío que se respira en las calles. Siguen abriendo porque sus dueños son conscientes de que su importancia va más allá de un simple comercio. Hay rasgos que las distinguen de los supermercados y que las convierten en imprescindibles.

Mohamed Elidrissi pasa muchas horas del día en su tienda de alimentos que regenta en Campclar desde el año 2013. Allí llegó en el 1998 procedente de su tierra, Nador (Marruecos). Primero abrió un bar en el 2008 en el mismo barrio y cinco año después decidió apostar por abrir este negocio ya asentado. Se ha ganado con creces ser considerado una de las personas ilustres de Campclar. Siempre que falta algo de última hora, se sabe que Moha lo tendrá. Un seguro de vida en toda regla. Uno se acerca a su tienda y sin entrar ya entiende que el coronavirus ha modificado también la vida de este vendedor.

Normalmente las cajas de frutas se apilan en la puerta. Ahora ya no es así. El coronavirus ha provocado que las medidas higiénicas sean más estrictas y ahora las distintas piezas de frutas están en los interiores del establecimiento. No hablamos de un gran local. En todo caso, uno puede encontrar allí todo lo que necesita. Hay de todo. Fruta, agua, pasta, legumbres, embutido y hasta pan recién hecho. Sin duda que es una gran tranquilidad para las personas del barrio. Además, permite a muchos vecinos de la zona poder hacer la compra sin tener que desplazarse a los supermercados que están algo más alejados del barrio. «Ahora hay vecinos que vienen a comprar aquí en vez de ir a los supermercados por seguridad. Esto antes ya era así con muchos clientes, pero ahora más», explica el vendedor.

Menos clientela

Moha transmite esa calma que siempre ha caracterizado su ser y en consecuencia su negocio. Ahora su rostro está protegido por una mascarilla, pero en su mirada sigue transmitiendo esa confianza que genera en todos los vecinos de Campclar. La clientela ha disminuido en estos últimos días. «Ahora se ha calmado la cosa y viene poca gente. Los clientes de siempre del barrio», asegura. Todo lo contrario que los días previos a que el Gobierno decretara el confinamiento: «Los primeros días compró más gente que de costumbre. Tenían miedo a que cerraran todos los supermercados y compraron mucho», asegura el vendedor.

Clientes más desahogados

Uno de los grandes rasgos diferenciales y ventajosos para los vecinos de Campclar es que Moha mantiene una práctica en desuso que es el hecho de fiar a los clientes de confianza y con problemas de liquidez. Esto es algo que en los supermercados resulta imposible y le da una clara ventaja con aquellas personas que llegan apuradas a final de mes. Lamentablemente, en un barrio humilde como Campclar no son pocas. En todo caso, y de manera sorprendente, en estas semanas de confinamiento esta práctica ha disminuido y el vendedor explica el motivo: «Ahora la gente me ha pedido menos de fiar. Han cobrado antes el paro y las ayudas y eso les ha venido bien».

Moha no se plantea cerrar su pequeño comercio. Es lo que le da de comer. El coronavirus está sacando a relucir la importancia de las pequeñas tiendas de alimentos. Esas que conviven con los supermercados a su manera. No son grandes imperios en cuanto a lo económico, pero la confianza que generan para el cliente está por encima de ello.

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