Alegría contenida entre los pescadores de Tarragona por la mejora en el tamaño del boquerón

El colectivo ve la luz, después de seis años con poco pescado azul y muchas embarcaciones desguazadas. El sector insiste en hacer un estudio para identificar las causas

01 agosto 2018 09:37 | Actualizado a 03 agosto 2018 18:12
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Las caras largas en la Confraria de Pescadors de Tarragona ya son historia. Desde finales de abril, la situación del Peix Blau ha mejorado sustancialmente.

El tamaño del boquerón ha aumentado, lo que significa que se puede comercializar y además a un buen precio. Las diez embarcaciones del cerco que han sobrevivido a la crisis están satisfechas con el estado actual de la mar, aunque confiesan que no quieren confiarse. Muestran una especie de alegría contenida, ya que son conscientes de que en cualquier momento todo puede torcerse y volver a no encontrar pescado.

Hace cinco o seis años, la situación empezó a empeorar y los pescadores del cerco pasaban noches enteras en la mar sin apenas capturar ni boquerón ni sardina.

La situación acabó con al menos una decena de embarcaciones desballastadas y familias enteras arruinadas. Cuando parecía que nada tenía solución, los pescadores ven la luz al final del túnel. Ahora se pesca boquerón de un tamaño considerable, lo que permite volver a entrar en el mercado.

En febrero, las embarcaciones volvieron a salir a pescar después de dos meses de parada biológica. Según los patrones y armadores, febrero y marzo fueron flojitos. La cosa no acababa de tirar y continuaba sin haber pescado. Pero a finales de abril se empezó a encontrar boquerón de buen tamaño. Si bien antes un kilo de boquerones representaba entre 100 y 120 piezas, ahora la cifra es de 60. Casi la mitad. Esto demuestra el aumento del tamaño del pescado. 

Lo más curioso es que ni la Confraria de Pescadors ni los propios patrones saben a que se debe este cambio en la mar tarraconense. Maria Hernández, bióloga de la entidad, asegura que «todas las causas de las que hablamos son suposiciones. No sabemos a ciencia cierta que es lo que ha pasado para que haya este cambio». Algunos opinan que la clave es que este año ha llovido mucho y han aumentado los nutrientes, lo que ha provocado que el pescado sea de mayor tamaño.

Por su parte, Josep Miquel Budesca, patrón de la embarcación Ebanista Primer, asegura que «estamos contentos, pero al pescador le pasa como al payés, que la alegría puede durar poco». La mayoría de los patrones se muestran prudentes con la situación, pero no esconden la satisfacción de este cambio de rumbo.

En Tarragona quedan todavía diez embarcaciones del cerco, que pescan boquerón y sardina. Algunas de ellas son procedentes de L’Ametlla de Mar, pero atracan en El Serrallo desde hace al menos cuatro años. «Con el tamaño actual del boquerón podemos competir, es un pescado comercial. Los años anteriores cogíamos un boquerón muy pequeño, que no servía para nada», explica Fèlix Pastor, patrón de la embarcación Pilar de Fèlix, de L’Ametlla de Mar. No todo es de color de rosa.

Pastor reconoce que no hay sardina en aguas tarraconenses. Cabe destacar que para que el boquerón pueda ser comercializado debe medir, como mínimo, nueve centímetros. Años anteriores, los pescadores se llevaban el pescado pequeño a casa como sueldo de la jornada.

Miquel Brull, patrón de la embarcación Hermanos Brull Vila, también de L’Ametlla de Mar, opina que una de las causas de este cambio positivo podría ser que «ahora no hay tantos atunes y, por lo tanto, el boquerón actúa con normalidad. Durante los años anteriores, el pescado estaba perseguido y no se quedaba en esta zona. Se sentía estresado y se iba a otras zonas».

Brull añade que «durante mucho tiempo nos hemos visto obligados a coger boquerón pequeño, porque no nos podíamos morir de hambre», y añade que «ahora el pescado, no solamente el azul, está muy graso, lo que significa que la mar cuenta con más nutrientes». Brull prefiere mostrar una alegría moderada, por si acaso se tuerce la buena racha.

El año pasado se desguazaron dos embarcaciones de cerco debido a la grave situación que se vivía en el sector. «Ahora, los armadores de las embarcaciones se tiran de los pelos porque la cosa ha mejorado», aseguran algunos armadores. Otros opinan que si tuvieran la oportunidad de cerrar el negocio, lo harían. Aunque el estado de la mar ha mejorado, no tienen confianza en que la buena racha se convierta en definitiva.

La luz al final del túnel

«Esto demuestra que la mar no es una ciencia cierta. Hoy hay pescado y mañana no, esto va así», explica Esteve Ortiz, presidente de la Confraria de Pescadors, quien se muestra seguro de que «tampoco el estudio previsto podrá conocer la verdad absoluta». En la misma línea que los patrones, Ortiz se muestra satisfecho por el cambio, y asegura que la mejoría se notará tanto en el aspecto social como en el económico.

«El ambiente en la Confraria es mejor ahora que hace unos meses. La gente está contenta porque puede, como mínimo, ganarse la vida. Hasta ahora había armadores que venían llorando a verme, porque la situación era extremadamente grave y no podían hacer frente a los pagos», asegura Ortiz, quien reconoce que «hemos pasado una autentica agonía». El presidente de la institución asegura «ver la luz al final del túnel», y sigue reivindicando un estudio que determine las causas que han conducido a esta situación.

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