Alerta por los pisos turísticos en la Part Alta de TGN

Hay propietarios de viviendas que, en un momento dado, prefieren sacar más rendimiento económico explotando turísticamente el domicilio, en lugar de alquilarlo a un particular

13 noviembre 2018 09:35 | Actualizado a 13 noviembre 2018 09:43
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«Una muestra de que un sitio se está poniendo de moda son las nuevas barberías de hipsters. Se ven en sitios como Malasaña, en Madrid, o el barrio gótico, en Barcelona, y son una señal de que empieza a haber interés», admite Manel Sosa, secretario general de la Cambra de la Propietat Urbana de Tarragona. Esa inercia presente en las grandes urbes se palpa ya, aunque en menor medida, en la Part Alta. Los expertos ya hablan del casco antiguo como un lugar de gentrificación.

El fenómeno comporta la transformación del barrio, que implica un aumento del precio del alquiler de la vivienda, a partir de la reconstrucción de los edificios. «Esto suele pasar en zonas que se ponen de moda, que sustituyen el tipo de habitante», apunta Sosa, que añade que «tanto los particulares como las empresas han cambiado sus hábitos. Prefieren explotar el inmueble como piso turístico que a una familia, por ejemplo». 

De la barbería a los estudiantes
Quizás en la Part Alta no hay todavía ese tipo de barberías destinadas a un público indie y moderno pero sí se atrae a un perfil muy determinado: ahí se incluyen por ejemplo artistas o personas con anhelo de una vida más bohemia, además de estudiantes universitarios. Es, también, un reclamo turístico. «Los turistas que buscan un piso de alquiler no se van a ir a la Calle Reial, sino que querrán alojarse en el casco antiguo, en zonas con un poco más de glamour y dentro de las rutas de visitas y turismo. Se convierten en ámbitos con mucha demanda. También puede suceder en sitios como la calle Comte de Rius, Baixada del Toro o incluso la Via Augusta», cuenta Manel Sosa. De ahí que haya propietarios de viviendas que, en un momento dado, prefieran sacar más rendimiento económico explotando turísticamente el domicilio, en lugar de alquilarlo a un particular. He aquí el peligro de la expulsión de personas del barrio, con una eventual subida del precio del arrendamiento al final del contrato.

«En la Part Alta se está dando esto, aunque lógicamente a mucha menor escala y en menor medida que en Barcelona. No es una cosa tan masiva ni tan salvaje», aporta Sosa. Propietarios con inquilinos que pagan tarde o a deshoras intentan deshacerse de ellos y habilitar la vivienda para uso turístico, lo que supondrá a buen seguro un incremento de los precios. Todo, en conjunto, acaba complicando el acceso a la vivienda por parte de los autóctonos. 

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