Alianza para recuperar el camarín de los Carmelites

El Ayuntamiento, los Carmelites Descalços y la URV se han puesto en marcha para salvar una de las obras de Jujol más desconocidas y que está en un avanzado estado de deterioro

30 abril 2021 18:50 | Actualizado a 01 mayo 2021 06:04
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El convento de los Carmelites Descalços, en la calle del Assalt, esconde una de las obras más desconocidas del arquitecto modernista Josep Maria Jujol. Se trata de un camarín de la Virgen del Carmen, construido en el año 1918. Una obra que tan solo puede verse desde un punto de la calle Ixart, por lo que la mayoría de los tarraconenses no tiene ni idea de su existencia.

Hasta el momento había sido un espacio completamente ignorado. Sin embargo, recientemente ya han habido reuniones para intentar su recuperación y evitar que se pierda definitivamente. La iniciativa ha surgido desde el Àrea de Patrimoni del Ayuntamiento de Tarragona, que ya ha iniciado los primeros contactos con los representantes de la orden religiosa –que es la propietaria del espacio– y con la Universitat Rovira i Virgili (URV). De hecho, hace unos días ya hicieron una primera visita conjunta al espacio, en la que pudieron comprobar in situ el avanzado estado de deterioro. «O se interviene en un periodo de dos a cinco años o ya no podremos hacerlo», alertaba el arquitecto y profesor del Àrea de Composició de la Escola Tècnica Superior d’Arquitectura de la URV, Roger Miralles.

El proyecto de Jujol consistía en una sala elevada y accesible adosada al ábside de la iglesia, abierta a la nave principal y con un ventanal gótico a través del cual podía visualizarse la imagen de la Virgen, situada a un nivel superior por encima del altar. En el interior, la sala tenía una cúpula decorada al estilo jujoliano. Una composición que ahora mismo se hace difícil de comprender ya que una buena parte de los elementos han desaparecido e incluso la antigua escala de acecso está ahora apuntalada.

Esta falta de mantenimiento prolongado también lo vemos en la parte de arriba, es decir la linterna ubicada en el tejado del convento, donde pueden verse algunas grietas en la estructura de hormigón.

Jujol diseñó este espacio de tal forma que permitía la entrada de la luz solar a través de una claraboya, por la parte de poniente. De manera que se iluminaba la imagen de la Virgen en un determinado momento del día. Sin embargo, ahora las palomas se han adueñado del espacio, e incluso hubo que ponerse una red para evitar que siguieran dañando la construcción.

Xiscu Caballé es el encargado de gestionar el patrimonio del orden de los Carmelites en Tarragona. Caballé asegura que durante la Guerra Civil «se quemaron los bancos y algunas figuras del camarín sufrieron sus consecuencias». La parte del coro resultó ser la más afectada. No obstante, en los años sesenta el convento quedó pequeño y se hizo la parte de la calle August, con el polideportivo. Una intervención en la que «no se tuvo en cuenta el monumento», según reconoce Caballé.

Más allá de la ampliación, hubo cambios en algunos de los espacios. Se eliminaron los elementos decorativos de la nave de la iglesia y se transformó la estructura del camarín, por lo que este perdió su funcionalidad. Ahora, tendrá que verse si estas intervenciones afectaron a alguna de las paredes maestras de la estructura.

De hecho, hace unos cinco años Miralles ya participó en un primer levantamiento topográfico a partir del cual se obtuvieron datos muy precisos. Una prueba que ahora se repetirá de nuevo y permitirá ver si se ha movido. «A partir de esta precisión podremos saber por dónde está cayendo», indica este arquitecto. Esta primera diagnosis será clave para determinar el punto de partida.

Hermán Pinedo, concejal de Patrimoni del Ayuntamiento de Tarragona, asegura que «primero tenemos que ver el qué y parar el golpe, y en cuando sepamos exactamente cómo se encuentra podremos saber qué coste tiene y cómo puede hacerse».

De hecho, recuperar el proyecto que hizo Josep Maria Jujol va a ser complicado ya que tan solo existen algunos esquemas que hizo el propio arquitecto en el momento de su construcción, y algunas fotos antiguas de la parte de arriba. En este sentido, tanto los propios Carmelites como el profesor Miralles han establecido contacto con algunas familias de la Rambla, para ver si conservan fotografías de las bodas y bautizos que se celebraron en este espacio y que «permitirían conocer otras perspectivas de cómo era» en sus orígenes.

A partir de ahí, y cuando se conozca una primera estimación de los gastos que podría suponer esta intervención, las tres partes se han emplazado a establecer un plan de acción, que tendrá que hacerse por fases. «Tendremos que estudiar si puede crearse alguna fundación o algún tipo de mecanismo para encontrar los fondos», indica Xiscu Caballé.

Pinedo avanza que el objetivo en el horizonte es que «evidentemente con reserva, el espacio sea visitable». En esta fase previa, no hay calendarios ni se ha entrado a hablar de números. Sin embargo, Miralles afirma que el camarín de los Carmelites «es uno de los monumentos más importantes que se había construido en la ciudad en los últimos cien años».

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